LA NUEVA ESPIRITUALIDAD COMO DISPOSITIVO DE GOBERNANZA NEOLIBERAL




Mientras 300.000 docentes se movilizaban en Plaza de Mayo para defender la educación pública, Página12 informó que los funcionarios Pro de la la Provincia de Buenos Aires encargados de gestionar el área de educación se reunían con un gurú hindú (Amit Goswami) que, según explica la subsecretaria del área, transmite métodos milenarios dirigidos a la pacificación individual y colectiva, aggiornados con el lenguaje ambiguo de la nueva física infra-atómica, cuyo valor en el debate político está lejos de ser neutro, como ocurrió en otra época con la intrusión del evolucionismo darwinista en las ciencias sociales. 

Mientras un ejercito de inocentes adherentes de la Nueva Era y otras espiritualidades afines en las diez direcciones de nuestra patria, en su gran mayoría amateurs con variadas motivaciones, multiplican una surtida mercadotecnia espiritual que incluye el yoga, la meditación, el mindfulness, el modernismo budista anglosajón, la bioenergética, el reiki y otras formas afines, traducidas a las necesidades de una clase media aturdida por la aceleración de la tecnología y las exigencias de la nueva razón empresarial que conquista, incluso, la vida personal de todos en la era del neoliberalismo, los pueblos se movilizan para resistir el embate corporativo y estatal que intenta imponer el nuevo lenguaje del marketing y el retorno de inversiones en todas las esferas de la vida.

Como señala la pensadora estadounidense Wendy Brown, el neoliberalismo se expresa culturalmente de manera plástica. Lo que identifica sus variadas formas es que subsume todos las áreas de la existencia al lenguaje del mercado, los retornos de inversiones y la competencia. La educación pública en las sociedades democráticas tienen un objetivo primario: la consolidación de los ideales y virtudes democráticas. El neoliberalismo erosiona estos ideales y virtudes, al subordinarlos a los fines corporativos, y al transformar su lenguaje al léxico de la ganancia.

En este sentido, las nuevas espiritualidades (fusión problemática de sabidurías orientales y expertise empresarial) ahora promovidas por el propio Estado, tienen un claro objetivo despolitizador. En este caso, el objetivo inmediato es blindar psicológicamente a los cuadros corporativos y a los funcionarios estatales encargados de implementar el nuevo modelo neoliberal frente a las demandas populares, al tiempo que se los dota de un lenguaje atractivo que suscita la adhesión de los afectados.

Contrariamente a lo que suele pensarse, la democracia no es un modo de organización social natural. Necesita para sustentarse de una cultura, de una pedagogía, que hoy está en entredicho y en peligro.

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