tag:blogger.com,1999:blog-49278516629864726392024-03-13T04:07:48.580+01:00CLARO DEL BOSQUEJuan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.comBlogger390125tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-50887755664419826972023-07-01T13:12:00.015+02:002023-07-01T14:28:24.518+02:00LA ESCALA Y EL FONDO <br /><br /><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Esta entrada se escribe a partir de un mensaje casual del amigo Del Percio en WhatsApp. La distinción del pensador argentino es conocida, pero en su formulación digital produjo resonancias inesperadas. Por un lado, nos decía, tenemos el optimismo y el pesimismo. Por el otro, la esperanza. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">La escala se extiende en un espectro que va desde la banalidad y la euforia que produce el poder y la gloria en un extremo, hasta la desesperación suicida o asesina en el otro —desesperación marcada por el sinsentido, el fracaso o el sometimiento. De este modo, uno puede ser optimista o pesimista circunstancialmente. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">No obstante, hay que tener en cuenta también que hay caracteres marcados por tonalidades afectivas que los inclinan existencialmente a encarnarse en uno u otro tipo. O para decirlo de otro modo —con el lenguaje reduccionista de la genética— hay quienes cargan en su ADN un desequilibrado porcentaje de genes que los orientan hacia uno u otro extremo. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Aun así, es indudable que hay circunstancias socioeconómicas, políticas, histórico-culturales que definen tonos de época. Las circunstancias actuales, efectivamente, parecen catalizar el pesimismo. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">La extrema derecha es una expresión de esta inclinación circunstancial. El discurso público, la situación geopolítica, el deterioro de nuestros escenarios existenciales, el cinismo reinante, la brutalidad y crueldad que se encarnan desvergonzadamente en nuestros imaginarios, la oscuridad de nuestros futuros posibles, invitan al pesimismo. Ser optimista en esta época resulta casi insultante para el común de los mortales. Expresar dicho optimismo parece una afrenta banal al sentido de la época. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Otra cosa muy distinta es la esperanza que trasciende el espectro y lo explica. La esperanza no es otra cosa que nuestra libertad constitutiva, la que nos define como humanos. Incluso más: es el germen de libertad que anida en toda materia viva, su apertura irrenunciable. En nuestro caso, la esperanza es aquello que subyace a nuestros dramas cotidianos o generacionales, aquello que se resiste a la asunción de una visión trágica de la vida. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Digámoslo de este modo: el nietzschanismo que impera en nuestra época —el cual podríamos definir de manera sucinta como el anuncio de "la muerte de toda esperanza": una muerte que se transforma en cancelación y oprobio de cualquier concepción trascendente— conlleva la aceptación de una imagen de la realidad en la que el único criterio discernible es el que impone el utilitarista al reducir la "realización humana" a las experiencias del placer y el dolor, convirtiendo al optimismo y al pesimismo en las coordenadas últimas de todo proyecto existencial. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En la tradición budista, la noción de samsara (existencia cíclica) se refiere, de manera análoga, al cautiverio psicoemocional del sujeto en las circunstancias que le toca vivir. El samsara es la absolutizacion de dichas circunstancias. La ignorancia su causa última. Al renunciar a la libertad que somos, renunciamos a toda esperanza. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En este sentido, como apuntaba el amigo Del Percio, la esperanza es el fondo de nuestro ser. En la historia esa esperanza se expresa como la "comunidad que viene", anhelada como realización de la "comunidad que somos". El libro de E. Del Percio sobre la fraternidad da cuenta del carácter dialéctico de un proyecto político fundado en dicha esperanza constitutiva —una esperanza que no es reducida a las escenas circunstanciales de la historia, aunque solo sea concebible como expresión concreta de las circunstancias en la historia. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Ahora bien, como señalaba J. Alemán recientemente en Página12, parece acertado señalar que el capitalismo (ese monstruo grande) nos ha robado la historia, y con ello ha puesto en "cuarentena" nuestra libertad. Pero no desesperemos. Como dice Alemán, la historia volverá. Y con ello volverá la esperanza. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Mientras tanto, tenemos que aprender, cada uno, y colectivamente, a gestionar nuestras emociones y el carácter reaccionario de nuestra acción política, para que el pesimismo no se convierta en la señal de un tragedia imposible, haciéndonos creer que la suerte ya está echada.</span></div>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-65853096304859552762023-06-27T17:26:00.005+02:002023-07-01T18:33:34.700+02:00EL FIN DE UNA ILUSIÓN<span style="font-size: large;"><br /><br /><span style="font-family: times;">Argentina definió sus precandidatos para las elecciones que se celebrarán este año. La primera impresión es que la derecha</span></span><span style="font-family: times; font-size: large;"> y el peronismo «progresista» han llegado a un acuerdo tácito, impronunciable. Se discutirá de todo, menos de lo más importante. </span><div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;">El establishment político avanza hacia un consenso que recuerda el de los años noventa sobre las privatizaciones. Esta vez, lo que se entregarán son recursos clave como el litio, y con ello soberanía política, justicia social e independencia económica. </span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;">El modelo que viene es decididamente extractivista. La política, de ajuste profundo. La deuda, una vez más, servirá para arrodillar a las clases populares. </span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;">En este contexto, la izquierda parece la opción más decente, aunque se la acuse de trasnochada. La derecha institucional promovió a Milei para correr la discusión al extremo y presentar como aceptable su beligerancia frente a las monstruosidades retóricas del candidato de ultraderecha. Instalar las propuestas de la izquierda en la agenda popular, obligará al peronismo «progresista» a moverse en dirección contraria. </span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;">Con la actual distribución de fuerzas, Jujuy se convirtió en un espejo narcisista. Vimos y escuchamos la impúdica defensa de la sangre y el fuego por parte de la derecha. Pero también fuimos testigos del<i> entente</i> del radicalismo xenófobo de Morales y el peronismo entreguista. </span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;">Es cierto, no se le puede pedir a Cristina más sacrificios. Después de dos décadas de lucha, persecución despiadada en su contra, y un intento de magnicidio televisado, sería canalla cargar las tintas contra la actual vicepresidenta. La gratitud del pueblo hacia ella será «eterna» —tan eterna como lo permite la historia, siempre olvidadiza. </span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;">Ahora bien, eso no significa que la candidatura de Massa deba aceptarse sin derecho de inventario. </span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;">Las razones pragmáticas que se invocan, y el llamamiento a una alineación sin fisuras detrás de la decisión tomada no resultan convincentes. Entre otras cosas, la represión en Jujuy demostró que mientras unos te pegan, los otros miran para otro lado. Milagros Sala —sin ir más lejos— sigue presa, abusada brutalmente, despojada de sus derechos fundamentales, mientras en Buenos Aires —digo bien— se discute el «sexo de los ángeles». </span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;">Aquí, los ángeles tienen una naturaleza algorítmica. Su aleteo decide la fortuna de nuestros cuerpos hambrientos, cansados y sudorosos desde la lejanía de las pantallas de los operadores financieros. </span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;">El nuevo sacerdote (Massa), bendecido por las élites internacionales y locales, recibió ayer el beneplácito de nuestra más eximia representante (Cristina), rendida, en un gesto de pragmatismo encomiable, aunque indigerible, ante el poder innominable que le marcó la cancha. </span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div><br /></div></div>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-64606719678028816732022-04-05T13:31:00.013+02:002022-04-14T21:08:08.612+02:00TALANTES FILOSÓFICOS<p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm;"><span style="font-size: 21.3333px;">Sobre el realismo y el antirrealismo</span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><b><span style="font-family: times; font-size: large;">Introducción<o:p></o:p></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Uno de los debates filosóficos más encendidos del momento gira en torno a cuestiones relativas a lo real y respecto al acceso al mismo – es decir, acerca de la verdad. Fenómenos en la esfera pública como la llamada «posverdad» le otorgan al debate una apariencia de manifiesta actualidad. Lo cierto, sin embargo, es que en este caso estamos hablando de un tema que está en el origen de la filosofía misma, que, hasta cierto punto, define el marco de la filosofía teórica, y pone las bases para cualquier discusión en la esfera de la filosofía práctica. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En los últimos años, primero a partir de mis estudios en torno a la obra de Charles Taylor y Alasdair MacIntyre, y posteriormente, en mi esfuerzo por comprender a los llamados «nuevos realistas» (Quentin Meillassoux, Graham Harman, Maurizio Ferraris y Markus Gabriel) y sus críticas al posmodernismo, me he inclinado, con cada vez más empeño, por presentar mi especulación filosófica en términos «realistas». Esto es especialmente significativo teniendo en cuenta que mi formación filosófica no es solo occidental, sino también oriental (he pasado los últimos treinta años de mi vida familiarizándome con la tradición inaugurada por el pandita indio Nāgārjuna y sus seguidores tibetanos). En este contexto, he llegado, contra una extensa bibliografía académica y de divulgación, a interpretar a Nāgārjuna como un «realista consumado», en contraposición a muchos autores que tienden a leerlo como un antirrealista. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><br /></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><br /></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><b>El marco y el debate</b></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><b><br /></b></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Lo primero que quisiera advertir en esta nota es que mi aproximación al problema que tenemos entre manos no es partisana. Es cierto que, en apariencia, este tipo de debates suelen presentarse de ese modo, como una competencia deportiva (o incluso guerrera), pero mi defensa circunstancial de realistas o antirrealistas no tiene el objetivo de legitimar una escuela por sobre otra, o afianzar la autoridad intelectual de una «iglesia». Es justo reconocer que en general los debates filosóficos se plantean de ese modo, o adoptan dicha apariencia, pero esto está muy lejos del ideal filosófico que epitomizan Sócrates y sus discípulos. A mi modo de ver, el carácter «agonista» de la discusión filosófica tiene más que ver con la vinculación entre filosofía teórica y filosofía práctica (tema al que volveré más abajo), es decir, con las posibles consecuencias en cada circunstancia histórica de adoptar una posición realista o antirrealista para la ética y la política, que con la cuestión teórica en sí misma. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En el la filosofía budista, como hemos señalado, existen paralelismos estrechos y semejanzas en las posiciones defendidas a los que en nuestras latitudes académicas definimos en el marco del debate realismo vs. antirrealismo. En el caso de la tradición inaugurada por Nāgārjuna, como he señalado, todo el andamiaje de su argumentación está organizado en función de dar respuesta a las posturas antirrealistas de quienes le antecedieron en el debate, en el marco de un rechazo primario a cualquier forma de realismo esencialista. A diferencia de otros intérpretes, yo juzgo la labor de Nāgārjuna como la de un realista consumado, que ha sido capaz de «recuperar el realismo», integrando las objeciones y descubrimientos antirrealistas de sus contrincantes en el debate en el seno de su propia tradición. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;">De manera semejante, en la filosofía occidental contemporánea, deberíamos leer el giro realista de las últimas décadas como un correctivo. Por lo tanto, no creo que debamos tirar por la borda los descubrimientos antirrealistas de la posmodernidad, ni de quienes inspiraron en la historia de las ideas el giro antirrealista. Muy por el contrario, nuestra tarea es profundizar dichos descubrimientos, llevándolos hasta sus últimas consecuencias. Por mi parte, considero que, como defenderé en una entrada futura, los argumentos antirrealistas conducen, si uno tiene temor a errar, como decía Hegel, a un realismo radical, que es lo opuesto al realismo <o:p></o:p>especialista, pero igualmente se opone al antirrealismo nihilista al que estamos acostumbrados. </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;"> <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Puestos a pensar, de inmediato caemos en la cuenta de que las etiquetas «realismo» y «antirealismo» son meras convencionalidades. Sabemos (porque así lo demuestran las ciencias naturales modernas y contemporáneas, y así lo han mostrado las ciencias sociales también) que no existe una realidad sólida «allí fuera» que pueda aprehenderse de una vez para siempre. No sólo porque nuestro aparato perceptivo-cognitivo es limitado, sino porque la realidad misma es un tipo de «sustancia» compleja, que se despliega dialéctica, procesualmente, y está constituida de manera interdependiente. Este es, en síntesis, el problema que debemos resolver: (1) por un lado, tenemos la certeza de que no hay «una realidad sólida, concreta, objetiva, a la que podamos tener acceso de una vez para siempre; (2) por el otro lado, que en buena medida nosotros somos copartícipes en la construcción de eso que llamamos «la realidad» a través de nuestra propia actividad como seres vivientes, cognoscentes. No obstante, ¿significan (1) y (2) que (3) no hay realidad alguna, que todo es «mera» construcción humana, cultural, individual, y que, por ello, (4) incluso si hubiera una realidad no-humana, nunca podríamos tener acceso a ella porque todo acceso está mediado ineludiblemente por nuestras representaciones? <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Quizá lo que hemos hecho al adoptar argumentos antirrealistas es refutar ciertas visiones inadecuadas de la realidad, sin que ello suponga en modo alguno refutar lo real de suyo. </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por otro lado, hemos argumentado contra la posibilidad de acceder directamente, de manera no mediada a través del conocimiento representacional a lo real de suyo, pero hemos dejado intacto y para futura exploración, la posibilidad de un acceso «no representacional». </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Qué puede querer decir «acceder de manera no representacional» a lo real de suyo es algo que deberemos explorar con detalle en el futuro. Baste, por el momento, recordar que la alternativa no pasa por una mera crítica a la subjetividad, sino que exige la afirmación de una subjetividad encarnada para la cual toda representación emerge a posteriori de un contacto directo con lo real, o si se quiere, más radicalmente, el ojo y lo que el ojo ve forman ambos parte de lo real de suyo aún en los casos en los que, aplicando un sofisticado dispositivo cognitiva, somos capaces de mirar el mundo desde la tercera persona</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><b><span style="font-family: times; font-size: large;">«La comunidad que viene»<o:p></o:p></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Lo anterior es sólo un aspecto del problema que enfrentamos, relativo exclusivamente a la dimensión teorética del mismo. Pero esta dimensión está ineludiblemente engranada en nuestra vida humana con el aspecto práctico del problema. Con ello me refiero, en última instancia, a la vinculación inevitable entre epistemología y política. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Una admirable historiadora marxista explicaba esta vinculación del siguiente modo. Cuando al leer a los clásicos de la filosofía política moderna (especialmente) nos encontramos con un pasaje oscuro que exige clarificación, tal vez la respuesta a nuestras dudas no la encontraremos en los mismos textos políticos del autor, sino en el tipo de posiciones que él defiende en el ámbito de la epistemología, la filosofía de la mente, o en su teoría de la identidad. De igual modo, cuando en la lectura de los textos teoréticos encontramos un pasaje oscuro, tal vez la mejor clarificación la encontraremos en su teoría práctica, en su ética o filosofía política. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Esto no sólo dice algo sobre el modo en el cual estas posiciones están vinculadas o engranadas dentro de un sistema filosófico particular, sino que dice algo sobre la realidad misma. Los objetos que estudian la epistemología, la ontología, la ética y la política están constitutivamente imbricados y, por ello, la solidez de un argumento no se prueba exclusivamente en el modo en el cual dicho argumento se despliega en su particular campo, sino en las consecuencias e implicaciones que supone en otros campos disciplinares. Porque la realidad, da pena tener que repetirlo, no está segmentada a través de las líneas que impone la investigación académica. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Mis definiciones del realismo y del antirrealismo, por lo tanto, no pretenden ni pueden ser absolutas. Las posiciones realistas y antirrealistas son relativas, sencillamente, porque existen en un campo de relaciones en las que los extremos son (1) cualquier forma de realismo ingenuo, no dialéctico, que entroniza esencias inmutables; y (2) cualquier versión nihilista que, a ultranza, niega la realidad misma con el fin de defender que todo es ilusión, basado en la voluntad de dominio o voluntad de poder. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Una ilustración puede ayudar a entender qué quiero decir cuando me refiero al realismo y al antirrealismo como nominalidades, y por ello ambas posiciones son relativas. Como en la esfera de la política, en donde las llamadas «izquierda» y «derecha» se definen exclusivamente en el marco de posiciones relativas en un campo de disputas y antagonismos, la pregunta que debemos hacernos es la siguiente: <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;">«¿Frente a qué argumentos me inclino por tratar el tema como un realista, y frente a qué otros necesito argumentar como un antirrealista?» Como diría Nāgārjuna, necesitamos encontrar un «camino medio» entre la eternidad y la nada. Por ello, seré un realista frente a toda pretensión nihilista, y seré un antirrealista ante todo esencialismo. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Dicho esto, sin embargo, hay una manera en la cual uno es realista o antirrealista “temperamentalmente”. </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Al comienzo de cualquier investigación filosófica comenzamos eligiendo el objeto que pretendemos explorar y el método que utilizaremos para hacerlo. En el caso que estamos analizando, descubrimos que podemos adoptar, en función de nuestro talante, dos puntos de partida alternativos: (1) o bien salir a buscar la realidad, y en nuestra búsqueda de la misma descubrir que es mucho más compleja e indefinible de lo que pensábamos; o bien (2) imponernos la tarea de demostrar la irrealidad de todo aquello que nos rodea. Ambos proyectos son provechosos, indudablemente. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Sin embargo, aunque en el primer caso la realidad siempre está un paso por delante de nosotros, y a lo máximo que podemos aspirar es a encontrar verdades provisionales, siempre discutibles, podemos avanzar en pos de "una mejor explicación" en la que integramos cada más aspectos o dimensiones de la misma y descartamos malentendidos. En el segundo caso, en cambio, nuestro apuro por cerrar la discusión, aunque más no sea con un veredicto irrealista, nos deja con las manos vacías.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;">La filosofía madhyamika, el aristotelismo, el marxismo y la filosofía de la liberación latinoamericana, las cuatro fuentes centrales de inspiración que cultivo como filósofo, me han enseñado que esta última alternativa, pese a las ventajas que supone para nuestro proyecto de liberación o libertad personal, es inconsecuente, e incluso puede acabar siendo un obstáculo, para la construcción de una comunidad virtuosa. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Dicho de otro modo, en las presentes circunstancias, cuando lo que está en juego es crear «otro mundo posible» (una comunidad ecológica, pospatriarcal, poscapitalista y transmoderna), es decir, si queremos verdaderamente cambios sustantivos o superar enteramente el orden vigente, el antirrealismo no servirá nuestros propósitos. </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Los argumentos antirrealistas son valiosos en términos deconstructivos, críticos, pero ninguno de ellos será de utilidad para crear, en palabras de Giorgio Agamben, «La comunidad que viene». <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-72538032360844126582022-03-22T14:23:00.017+01:002022-03-23T13:12:24.690+01:00LOS LÍMITES DEL MORALISMO<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: arial;">SOBRE LA GUERRA EN UCRANIA Y LA CRISIS DE DEUDA EN ARGENTINA</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><b><span lang="ES">Sobre los principios universales</span></b><span lang="ES"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">En este artículo quiero referirme al fenómeno del «moralismo». Especialmente, lo que me interesa es el moralismo en la política y en la vida académica e intelectual. Para articular mi argumento utilizaré como ilustración las dos circunstancias que he tratado en mis artículos anteriores: la guerra de Ucrania, y la crisis de deuda que vive hoy Argentina. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Comencemos definiendo el moralismo. La definición se la debo a Alasdair MacIntyre, quien, en su más reciente obra, <i>Ethics in the Conflicts of Modernity, </i>señala que el moralismo gira alrededor de una comprensión de la obligación que requiere la adopción de una perspectiva impersonal y universal que interpela a todos por igual y, por tanto, resulta hipotéticamente ineludible. Dice MacIntyre: <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">«Las exigencias impuestas por sus principios son imperativas y coherentes, tanto como principios como en su aplicación a los casos particulares. Violarlos es incurrir en la culpa de los agentes con mentalidad correcta» [1].</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">El moralismo, por lo tanto, se funda en la certeza, en primer lugar, de que existen principios universales, pero a esto se le suma una caracterización de dichos principios que resulta enormemente problemática: estos principios son impersonales, y de ello se desprende que nadie puede escapar de los mismos. La obligación que imponen sobre los agentes es absoluta. Cuando son incumplidos, estos merecen una reprobación sin cortapisas por parte de aquellos que tienen una mentalidad alineada (decente) en relación con dichos principios impersonales.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">El derecho internacional y los derechos humanos<o:p></o:p></span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">La guerra en Ucrania y el modo en el cual eso que llamamos «Occidente» está reaccionando es una muestra evidente de este tipo de moralismo exacerbado. Es evidente que las tropas rusas están perpetrando un enorme e injustificable sufrimiento a la población ucraniana. Es evidente que la decisión de Putin de invadir el país vecino viola el derecho internacional y que la invasión, como no podía ser de otro modo, conlleva la violación ineludible de los derechos humanos. Todo eso está claro. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">El problema, sin embargo, es que el comportamiento de Putin, y el modo de actuación de las tropas rusas en el terreno, en nada se distingue de acciones semejantes realizadas por la OTAN y los Estados Unidos en otros escenarios bélicos en la historia reciente. Estas actuaciones también cabe caracterizarlas como violaciones sistemáticas del derecho internacional y los derechos humanos. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">En este marco, la denuncia indignada de la prensa occidental resulta doblemente incómoda, porque sus argumentos contra Rusia ponen a los propios Estados Unidos y a la Unión europea en entredicho. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">A esta altura, todos sabemos que los Estados Unidos y la OTAN violan sistemáticamente el derecho internacional y los derechos humanos cuando sus intereses geopolíticos o económicos lo requieren y las circunstancias lo permiten. De manera análoga ocurre con los principios del «libre comercio», el tercer pilar institucional del orden vigente. A través de las agencias internacionales, o como resultado de las intervenciones militares, los Estados más débiles son obligados a abrir sus mercados, modificar sus órdenes jurídicos para acomodar los intereses extranjeros, ajustar las economías para garantizar la ganancia extraordinaria corporativa lograda a través del endeudamiento y la competencia desleal. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Sin embargo, ni la apertura de «nuestros mercados», «ni la inviolabilidad del derecho de propiedad», «ni la obligación de saldar nuestras deudas o cumplir con los compromisos contractuales» son imperativos cuando dichas obligaciones no están alineadas con «nuestros intereses». Algo semejante podríamos decir acerca de la libertad de expresión y el resto de los principios universales e impersonales que afirmamos defender. Solo resultan legítimos reclamos de justicia cuando no entran en colisión con «nuestros intereses».<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Cabe preguntarse entonces qué rol juegan nuestros juicios morales si consideramos la evidente arbitrariedad y parcialidad en la que se basan. La indignación moral, tal como se ejercita en el espacio público occidental es el arma privilegiada que utilizamos para desconocer el dispositivo profundo que explica nuestras presentes circunstancias. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><span lang="ES"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">O, dicho en otras palabras, sin la indignación moral de por medio, los Estados Unidos y Europa deben reconocer, sin más, que Rusia está actuando siguiendo las reglas de juego que ellos mismos han impuesto al mundo desde la caída del Imperio soviético, al establecer el entonces llamado «nuevo orden de la globalización», en el cual podían distinguirse, por un lado, a los Estados decentes – aquellos que aceptaban las reglas escritas y no escritas del nuevo orden mundial; y por el otro, a los Estados canallas, aquellos que se daban licencia para actuar desoyendo las «reglas no escrita» del nuevo orden. </span></div></span><p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">¿Cuáles son esas reglas no escritas? La más importante de todas en este contexto es que los derechos universales e impersonales que hipotéticamente obligan a todos por igual pueden, en ciertas circunstancias (definidas generalmente en términos de intereses o seguridad geopolítica) ser violadas por «nosotros», sin que ello suponga que podamos ser equiparados a los llamados «Estados canallas». <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">De modo que, mientras el resto de la humanidad debe ser condenada en los más rigurosos términos y sujeta a las más estrictas sanciones, o incluso puede ser legítimamente intervenida y arrasada si el caso así lo exigiera, los Estados Unidos, la Unión Europea y sus socios más próximos en los cinco continentes, pueden argüir excepciones frente a la obligación absoluta que impone el derecho internacional, los principios universales de los derechos humanos, y los supuestos «derechos naturales» de libre comercio. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">La invasión rusa de Ucrania no hace más que replicar la lógica de la excepcionalidad aducida por los Estados occidentales a la hora de actuar en sus propios «patios traseros». Que Rusia se ha cargado el derecho internacional y los derechos humanos no cabe la menor duda. Lo que resulta sorprendente es el moralismo con el cual los violadores sistemáticos del derecho internacional y los derechos humanos responden ante estos hechos. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Esto se explica, sin embargo, cuando caemos en la cuenta de que el moralismo es un dispositivo efectivo a la hora de ahorrarnos la difícil e inconveniente tarea de tener que enfrentarnos al problema de fondo. Aquí no se trata de decidir quiénes son los buenos y quiénes son los malos en esta película. Por el contrario, lo que aquí tenemos que decidir es cómo explicar de facto nuestras relaciones internacionales.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Lo cierto es que, ni el derecho internacional impuesto por el imperio estadounidense y la Unión Europea a partir de 1991 de manera arrogante y violenta, ni los derechos humanos, cuyo mito hegemonizó nuestra cultura posmoderna, han logrado poner coto a las penurias causadas por las muchas guerras que hemos emprendido para garantizar nuestra seguridad y bienestar, o las «guerras humanitarias» que hemos emprendido para corregir nuestros pecados. La crisis del derecho internacional y de los derechos humanos no debe explicarse como la falta de voluntad política de ajustarnos a dichos derechos, sino a la pretensión moralista de que existen verdaderamente principios universales e impersonales sobre los cuales podamos basar nuestras relaciones con los otros, independientemente de las situaciones concretas y personales de poder que articulan dichas relaciones. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Más allá del liberalismo y la «socialdemocracia» peronista<o:p></o:p></span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Algo semejante ocurre en la Argentina de hoy. El «modelo liberal» que encarnan, aunque parezca extraño decirlo de este modo, tanto la derecha neoliberal, como la socialdemocracia argentina - tanto el peronismo, como el antiperonismo), se manifiesta en la crisis interna que vive hoy el frente electoral que llevó a la presidencia a Alberto Fernández. La respuesta que ofrecen los actores en esta crisis tiene características claramente moralistas. Ambos ajustan sus reclamos y acusaciones a la contraparte en la disputa haciendo alusión a criterios universales e impersonales contrapuestos que hacen imposible un entendimiento. Por ejemplo, ambos aceptan los principios liberales, republicanos de gobierno en términos universalistas e impersonales, y disputan en la arena pública sobre la base de dichos criterios como se ajustan los comportamientos de unos y otros a dichos principios. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">A esta falta de entendimiento, y a las implicaciones electorales que la misma supone, responde el poder mediático oficialista (alineado al actual gobierno) con un exigencia semejante a la que en su momento el diario <i>La Nación</i> y el diario <i>Clarín</i> le impuso a la fuerza gobernante presidida por Mauricio Macri: «Pónganse de acuerdo». Dando a entender que lo que divide las aguas son, exclusivamente, cuestiones de índole «personal», en el sentido peyorativo del término, cuando el acuerdo debe versar, justamente, sobre las cuestiones universales e impersonales que el moralismo impone como lo real de suyo. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">El problema, sin embargo, es que no estamos hablando de un aspecto puramente circunstancial. La contradicción no es meramente retórica, sino que es una contradicción <i>in res</i>, en la cosa misma. El modelo liberal-socialdemócrata ha llegado a su fin. No puede ya renovarse en los términos imaginarios que las crisis anteriores aún permitían articular por medio de correcciones <i>ad hoc</i>. Estamos ante una crisis terminal del modelo de gobernabilidad en todas las dimensiones de nuestra vida social, política, ecológica.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"><span>Ahora bien, por fuera de estos modelos encontrados lo que está en cuestión es la alternativa entre dos posiciones que, aunque desdibujadas en el debate político visible, son los que determinan el trasfondo real de la disputa actual. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"><span><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"><span>Por un lado, observamos una tendencia creciente de la ciudadanía hacia imaginarios autoritarios, basados, (1) o bien en la defensa a ultranza de la lógica inherente que impone el capital, es decir, garantizando de este modo los privilegios ya adquiridos de los sectores acomodados de la sociedad, (2) o bien a través del ataque beligerante por parte de una ciudadanía que expresa el hartazgo y la frustración de las múltiples crisis vividas en los últimos años adoptando una deriva antipolítica (contra la representación política al uso) y apuesta, en cambio, por un aparente oxímoron: «un anarquismo de mano dura». La confluencia de estas dos tendencias en el universo que representa Juntos por el Cambio, logra el tan anhelado efecto del populismo de derecha: unir a los ricos y a los pobres en una cruzada que convertirá a los ricos en más ricos, y a los pobres en más pobres, pero con la satisfacción compensatoria de poder machacar a quienes se encuentran más cerca de ellos en la actual estratificación de clase, y que por ello representan el espejo que los espanta: el espejo de la exclusión. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"><span><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"><span>Esto explica, en buena medida, la insistencia, por parte de quienes se resisten a esta deriva neoliberal y neofascista, de que es indispensable para una transformación genuina y sostenible, modificar el «hardware» sobre el cual se articula el «software» de la vida cultura y política. Ese hardware está compuesto, como nos enseñaron tanto Hayek o von Mises, en la transparencia de sus escritos militantes, como Marx en su obra política, por una estructura jurídico-institucional basada en el orden moral hiperindividualista e instrumentalista que es el trasfondo de la modernidad. Esto está acompañado por un rechazo belicoso de toda noción sustantiva de comunidad. O lo que es lo mismo, por la defensa de una concepción atomista del orden social que impide introducir, ni tan siquiera de manera correctiva, un horizonte en el cual pueda considerarse el «bien común». Y esto, por la sencilla razón de que lo que se pretende es eludir cualquier escollo al flujo del capital a través de sus ciclos de producción, circulación y realización. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Frente a esta alternativa compleja y esquizofrénica que aúna a los defensores a ultranza del capitalismo y los sectores más radicalizados que encarnan el autoritarismo y la mano dura, hay otros sectores de la población que alimentan la esperanza de una genuina democracia, es decir, una democracia del pueblo que no sea continuamente jaqueada por la «democracia de los mercados» (en la que la decisiones no son manufacturadas por los electores, sino por la voluntad mancomunada de los grandes accionistas y especuladores) [3]. Este sector de la población imagina, de un modo u otro, que es posible recuperar eso que llamamos «los bienes comunes».</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"><span> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"><span>La llamada disputa por «la mesa de los argentinos», es decir, por el pan, la tierra y el trabajo de los argentinos, es el modo en el cual se expresa en nuestro país esa esperanza por recuperar lo que se considera de todos. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"><span><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"><span>En este contexto, el <i>Frente de todos</i>, como <i>Juntos por el Cambio</i>, se enfrentan a la misma tensión irresoluble que los vio nacer. Si la resolución 125/08 (</span></span><span style="caret-color: rgb(32, 33, 34); color: #202122; text-align: left;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Proyecto de Ley de Retenciones y Creación del Fondo de Redistribución Social<span style="background-color: white;">, presentado en el 2008)</span></span></span><span style="font-family: times;"><span style="font-size: large;"> simbolizó el punto álgido de esta disputa durante el gobierno de Cristina Fernández, la respuesta mediocre del gobierno de Alberto Fernández a la crisis social que vive a la Argentina en la actualidad, y su rendición incondicional ante al FMI y las corporaciones que operan en el país, muestran en dónde está el nudo del problema que enfrentamos. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"><span><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"><span>En este marco, lo importante es dejar el moralismo de lado y ver con claridad el escenario en el que nos movemos. Si lo hacemos, descubriremos que, bajo la farsa de la pugna en torno al posibilismo, la voluntad política, o la gobernabilidad, nos enfrentamos a circunstancias que pueden tener un desenlace trágico. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"><span><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"><span>En el presente marco no hay espacio ya para una solución de compromiso. Necesitamos un nuevo marco para que un «genuino compromiso democrático» pueda establecerse. Ahora estamos ante una guerra fratricida, multidimensional, cuyo desenlace, de acuerdo con la lógica inherente de la actual dispensación, solo conducirá a la vida y la plus-vida de los triunfadores y la sub-vida o muerte de los derrotados. Es todo o nada. La alternativa a este escenario ominoso, del cual ya tuvimos un anticipo durante el anterior gobierno de Mauricio Macri, es construir un nuevo marco y vivir bajo la lógica de un nuevo designio. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"><span><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span lang="ES" style="font-family: times;"><span>Hay quienes aducirán, tal vez con tono socarrón, que es hora de realismo político, y por ello defienden a capa y espada al gobierno nacional, pese a su ineficiencia y manierismos. Otros señalan, con razón, que las condiciones objetivas no permiten imaginar una alternativa semejante. </span></span><span style="font-family: times;">El problema con este «derrotismo de la imaginación» es que ni la biología oficial, ni la economía ortodoxa están de nuestro lado. Vivimos en un orden darwinista y neoliberal que se ríe de nuestras aspiraciones igualitarias y nuestros anhelos por encaminarnos hacia el bien común [3]. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"><span><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"><span>Ahora bien, más allá de la discusión en torno a la viabilidad o no de un proyecto genuinamente alternativo, basado en una «radicalización de la democracia» y la «reivindicación de los comunes», solo hay la nada. Una inmensa nada. La muerte y la nada.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">A esa nada hay que contraponer algo más que la mera esperanza. No podemos sentarnos a esperar que el tiempo nos dé la razón. Hay que tener fe. La fe, a diferencia de la esperanza, es la acción: esa que mueve montañas. </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"><span><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">_______________</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: medium;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: medium;">[1] Alasdair MacIntyre. <i>Ethics in the Conflicts of Modernity. An Essay on Desire, Practical Reasoning and Narrative</i>. Cambridge: Cambridge University Press, 2016.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: medium;">[2] Wolfgang Streeck. <i>Buying Time. The Delayed Crisis of Democratic Capitalism. </i>London: Verso, 2017.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: medium;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: medium;">[3] Andreas Weber. <i>Enlivenment. Toward a Poetics for the Anthropocene</i>. Cambridge, Mass: The MIT Press, 2019.</span></p>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-40596722898473978772022-03-19T21:56:00.022+01:002022-03-20T13:47:14.699+01:00«OTRA VEZ SOPA». Sobre la superficialidad de la política representativa en tiempos de crisis<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><b><br /></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><b>Sobre la ilegitimidad de la deuda</b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En este artículo quiero referirme, a través de un par de anotaciones, (1) a la deuda contraída por Mauricio Macri y sus acólitos con la banca privada y el Fondo Monetario Internacional, y (2) a la legitimación que, en los días pasados, el gobierno de la Nación argentina encabezado por el presidente Alberto Fernández, acompañado por las dos Cámaras del Congreso de la Nación, hicieron de esos préstamos espurios al autorizar el acuerdo de refinanciación con el organismo internacional. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Como ya se ha explicado de manera reiterada y es de público conocimiento, sin que ninguno de los involucrados intentara en modo alguno refutar dicha denuncia pública, el endeudamiento contraído por el gobierno de Mauricio Macri fue ilegítimo en un doble sentido. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por un lado, para lograrlo se incumplió la legislación local, con la complicidad manifiesta de algunos que hoy ocupan los más altos cargos gubernamentales en el oficialismo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por el otro, y lo que es aún más importante para nuestra argumentación, también se incumplieron las normativas del propio FMI, que facilitó el préstamo por motivaciones políticas y geopolíticas – la reelección de un halcón neoliberal en la región – permitiendo, además, la fuga deliberada y vertiginosa de divisas, con el fin de satisfacer los intereses de los especuladores, y establecer las bases de reformas estructurales que favorecen y favorecerán los intereses extranjeros en el país.</span></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></b></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-family: times; font-size: large;">«No volver al pasado»</span></b></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En estos días, hemos escuchado por activa y por pasiva por parte de los funcionarios gubernamentales y los periodistas alineados al relato oficial que el acuerdo con el FMI era la única alternativa. También se ha argumentado con creciente impaciencia que el acuerdo por firmarse es el mejor acuerdo posible. A continuación, se han enumerado de manera sospechosa y recalcitrante los usuales malos augurios si se hace caso a las opiniones extravagantes de los radicalizados de siempre: el ultrakirchnerismo, la izquierda alucinada y la extrema derecha.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Obviamente, los argumentos planteados por los opositores kirchneristas y la izquierda merecen una consideración sería, y el intento por asociarlos con los que ofrece la extrema derecha o el llamado frente libertario es solo una argucia de mala fe. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Quienes acompañaron la decisión de Alberto Fernández enumeran las virtudes del acuerdo subrayando la posibilidad de lograr «estabilidad para empezar a crecer», y rechazan de plano cualquier planteamiento «contrafáctico» (así lo llaman) acerca del modo en el cual se llevó a cabo todo el proceso de negociación. La clausura del juicio histórico, en muchos sentidos, se hace eco de la exigencia macrista de «no volver al pasado». </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En este caso, nos dice el oficialismo, no estamos autorizados ni siquiera a echar la vista atrás al pasado inmediato para estudiar por qué motivo lo mejor que pudimos conseguir es, en muchos sentidos, peor de lo que recibimos del gobierno de Macri, pese a las relamidas expresiones de triunfo que articuló el ministro Guzmán, el propio presidente y todo el elenco que acompaña, en muchos casos con incomodidad evidente, el fracaso rotundo de la negociación, debido a una mezcla de negligencia, mala fe, y perversión ideológica del equipo presidencial. </span></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></b></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-family: times; font-size: large;">La solución albertista: explotación y desposesión</span></b></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Ahora bien, la cuestión que nos incumbe es sencilla de explicar. Lo que los opositores al acuerdo han estado preguntando de manera insistente durante estas últimas semanas al ejecutivo, especialmente cuando los detalles del acuerdo se mantenían aún en secreto, es de qué modo se piensa saldar la deuda con el organismo internacional. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">La pregunta es pertinente, y tiene implicaciones éticas y políticas que no podemos soslayar. En primer lugar, convengamos que ha quedado meridianamente claro que ni el FMI, ni los grandes grupos económicos de la Argentina, ni las corporaciones extranjeras que operan en el país están dispuestos, pese a ser los principales beneficiados de la estafa perpetrada, a pagar los platos rotos. Eso simplifica enormemente el panorama, porque si no es así, la deuda solo puede ser saldada a través de dos vías. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">La primera vía es el ajuste, que afectará primariamente a los trabajadores y a la ciudadanía en general, de donde se extraerá el plusvalor que irá a parar a las arcas del FMI. Es decir, a través de la explotación concertada de la población, que el Estado argentino, administrado en este caso por un frente peronista, se ocupará de garantizar a través del robo concertado a los trabajadores y la ciudadanía en general para cumplir con las exigencias del FMI, dejando intacta la ganancia neta de quienes cometieron el crimen. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">La otra vía es la desposesión sistemática de los recursos del país. Sabemos que nos encontramos en una encrucijada global de competencia desbocada de las grandes potencias y las poderosas corporaciones por los recursos naturales y los mercados. Argentina es una presa deseada. Sus recursos alimentarios, mineros, energéticos, etc., son codiciados por los especuladores internacionales y las potencias globales. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En este marco cabe preguntarse por qué motivo el gobierno de Alberto Fernández se entregó sin protestar a las exigencias de sus acreedores sin utilizar ninguno de los derechos que lo asistían para ejercitar un reclamo de justicia que hubiera ahorrado al pueblo argentino la indefensión y el oprobio, la miseria y la indignidad de la explotación, y la denigrante experiencia de ver su soberanía pisoteada. </span></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></b></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-family: times; font-size: large;">¿Una alianza de clases contra los sin-clase?</span></b></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Todo indica que la «casta» político-burocrática de nuestro sistema democrático representativo, apoyada por las clases medias-medias y acomodadas del país, han entregado como moneda de cambio a las clases populares para salvarse. ¿O, quizá, sería mejor llamar a los miembros de la clase de los traicionados «la clase de los sin-clase», porque no pertenecen ya a esa totalidad que llamamos «Argentina» en las que sólo cuentan los subconjuntos de «las clases que cuentan», en la que «los que no cuentan» no tienen cabida? </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Es en este marco, en el debemos interpretar que, para quienes defienden la «estabilidad» como virtud en sí misma (y la consideran «la condición de posibilidad» para un futuro indeterminado de crecimiento) la pobreza extrema, la indigencia generalizada, la exclusión, la violencia social introyectada o expresada en el crimen, el cercenamiento de un horizonte de futuro para las generaciones que vienen (generaciones perdidas) no son verdaderas «urgencias». </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Es como si creyeran que el hambre de hoy puede esperar a mañana para ser saciado. Como si las vidas truncadas en el presente, resucitarán entre los muertos cuando el programa diseñado con el FMI, finalmente, dé sus frutos. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">La desnutrición actual, y la profundización de los registros de la desigualdad y la exclusión, no se revierten con el tiempo, se cronifican en los cuerpos y en las almas, incapacitan de por vida. No comer hoy, no educarse hoy, no sanarse hoy, no se soluciona imaginando un mañana de oportunidades fruto de la estabilidad lograda en el presente a través de un programa de ajuste y legitimación de la injusticia. El país no necesita estabilidad, necesita transformaciones radicales. Necesita verdad y justicia.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><b>Estabilización versus radicalización</b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En este contexto, entonces, si se piensa en términos de «estabilidad» lo que se reconoce es el rol en el mundo de la Argentina como país subdesarrollo, pobre, y a su gobierno como administrador de la exclusión y la pobreza crónica, con el fin de contener estos dos obstáculos que impiden (en la narrativa oficial) el «crecimiento» que exigen las élites locales y el poder corporativo internacional para su beneficio.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Reconozcámoslo: el discurso de Alberto Fernández y su política es «neoliberalismo con rostro humano», y su disposición y talante político es «neocolonial» en toda regla. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Las clases medias y la casta burocrática ha aceptado con este acuerdo las reglas del juego impuestas por eso que algunos llaman sin pudor el poder «real». El <i>Frente de Todos</i> ha entregado a las clases populares, a los sin-clase, a los que no cuentan, y se prepara para defender la cuota de privilegio que supone la pertenencia, la propia inclusión en la totalidad social, a cualquier costo. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span>E</span><span><span>l </span><i>Frente de Todos</i></span><span> ganó las elecciones con un promesa en la que daba cuenta de esta tensión entre los que cuentan y los que no cuentan. Prometió un país con «todos adentro». La negociación que llevó a cabo el gobierno con el FMI, y la complacencia que muestra con los poderes concentrados en el país, contradice esa promesa.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Esta nueva crisis nos recuerda, una vez más, que los problemas últimos a los que se enfrenta cíclicamente la Argentina, y con ella Latinoamérica en su conjunto y todos las naciones periféricas del mundo, no pueden definirse exclusivamente bajo el término pretendidamente omniabarcante de «pueblo». Porque «pueblo» no es una entidad sustantiva, sino una composición o agregación de clases, construidas en el marco de relaciones sociales y ecológicas de explotación y desposesión. Entre todas las clases, la más destacada y paradójica es la clase de los «sin-clase». Es decir, la clase de los que no cuentan, quienes siempre acaban convirtiéndose en la moneda de cambio, justamente, del pueblo. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Aquí las analogías teológicas son extraordinariamente educativas. El pueblo es quien, finalmente, crucifica a Jesús de Nazareth, el hombre-Dios que simboliza de manera sustantiva a los sin-clase, a los excluidos, a la «infinita exterioridad» que aterra al orden vigente o totalidad social que la política normal representa. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Los que no tienen clase, los sin-clase, esa porción negada del «pueblo» cíclicamente traicionado, expulsado del reino, siempre ha sido el límite de ese entente que es, en términos peronistas, la «comunidad organizada».</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por ese motivo, hoy más que nunca, tenemos que mirar a esa parte del pueblo ninguneado por la política representativa, por la totalidad socialmente construida, para evitar una nueva crucifixión para que el resto vivamos. Hay que ser más cristianos que nunca, más anticapitalista que nunca, más decolonial que nunca. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En ese sentido, nada es más arriesgado en tiempos de peligro como los que transitamos que permitir que las nuevas formas de fascismo que se asoman en el horizonte acaben cautivando la imaginación de los excluidos con la solución de la violencia y la voluntad de poder. De seguro, no lo evitaremos haciendo «odas a la política representativa», y denuncias contra la «antipolítica», como hicimos hasta el hartazgo en la época «luminosa» del kirchnerismo. Lo que necesitamos es radicalizarnos. Es decir, ir a la raíz de los problemas, dejar de ser «superficiales».</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-20555891446225592982022-03-18T15:28:00.004+01:002022-03-20T12:36:04.619+01:00TIEMPO DE REVUELTA<p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Es difícil evitar la calificación «traición» al referirse a Alberto Fernández. Sin embargo, no parece haber otro calificativo más ajustado a la realidad [1]. El presidente ha traicionado al pueblo argentino. Un pueblo golpeado por cuatro años traumáticos de neoliberalismo desacomplejado, una pandemia global, más de cien mil muertos, una inflación crónica que supera el 50% anual desde hace ya cuatro años, una pobreza en ascenso que ha convertido el alimento en un bien de lujo, y a ello hay que sumarle la decepción y frustración de la población ante un gobierno que se decía nacional y popular, llegado a través de un dispositivo electoral frentista formado por enemigos explícitos hasta hacía muy poco, unidos exclusivamente ante el espanto que supuso tener a Macri y a sus acólitos en la Casa de gobierno, endeudando al país para facilitar la desposesión sistemática a través de la fuga, y la persecución de opositores políticos y sociales, por medio de una organización delictiva en el seno del Estado, que en todos los sentidos es equiparable al accionar de la ominosa dictadura militar genocida. </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Cómplice de esa traición (tal vez involuntaria) es la vicepresidenta Cristina Fernández, quien eligió a dedo a un personaje oscuro de la política nacional, figura reconocida por su proximidad a los sectores corporativos y monopólicos que atentan diariamente contra el pueblo argentino y, en su momento, crítico ácido y (otra vez) traicionero de la mujer de quién él dice fue «un amigo»: Néstor Kirchner [2]. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Ahora bien, el calificativo, en muchos sentidos, sobra y no viene al caso. Porque lo verdaderamente importante al fin de cuentas es que el kirchnerismo, y el peronismo en el cual el kirchnerismo encontró cabida en su momento, se encuentra en estas horas con su límite. Lo que necesita el país no es salvar al peronismo de su debacle, sino salvar al país, y para ello es hora de que las fuerzas políticas dentro de la actual coalición o frente electoral que se oponen a la entrega deshonrosa a la que nos condujo Alberto Fernández de la mano del ministro Guzmán, imaginen un nuevo marco de lucha. Ese marco de lucha no puede ya construirse con la «socialdemocracia» peronista, radical o «independiente». Lo que necesitamos es una radicalización del espectro político hacia la izquierda, que empuje al centro de manera decidida hacia el polo opuesto al que lo ha llevado la extrema derecha mal llamada «libertaria» en la que se encuentran cómodamente los halcones (y también las palomas) de JxC y el Partido radical. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Eso que llamamos durante muchos años kirchnerismo necesita hoy a la izquierda, y la izquierda necesita al kirchnerismo para formar una nueva alianza que permita enfrentar el peligro que hoy nos acecha como ningún otro peligro ha acechado al país a lo largo de su historia: el hambre. Alberto Fernández ha decidido priorizar a los acreedores internacionales por sobre el pueblo argentino, postergando para un futuro incierto, no ya el plus-bienestar de la población, sino su propia supervivencia, y los poderes concentrados están respondiendo a la generosa rendición incondicional del Estado frente al FMI y los endeudadores y fugadores asociados al ilícito del endeudamiento, con la arrogancia que muestran los poderosos ante los cobardes: pateándolos en el suelo. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Cristina Fernández es responsable por su elección de Alberto Fernández [3]. El pueblo argentino, el pueblo peronista, el pueblo kirchnerista, debe honrar a Cristina por los meritorios esfuerzos que ha hecho por la patria durante todos estos años, pero es hora de pasar página. El kirchnerismo se ha encontrado con su límite. El pueblo pide que imaginemos otra Argentina posible. El pueblo ya está perdido, de modo que no tiene ya nada que perder. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">_______________</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><span lang="ES"><span>[1] </span></span><span style="color: #010101;">Voces contra el acuerdo con el FMI. “Fernández cometió una doble traición”, afirmó Toussaint. </span>Entrevista a Éric Toussaint por Gustavo Giménez: <a href="https://www.cadtm.org/Voces-contra-el-acuerdo-con-el-FMI-Fernandez-cometio-una-doble-traicion-afirmo">https://www.cadtm.org/Voces-contra-el-acuerdo-con-el-FMI-Fernandez-cometio-una-doble-traicion-afirmo</a></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">[2] <yt-formatted-string class="style-scope ytd-video-primary-info-renderer" force-default-style="" style="color: var(--ytd-video-primary-info-renderer-title-color,var(--yt-spec-text-primary)); font-variant: var(--ytd-video-primary-info-renderer-title-font-variant,inherit); word-break: break-word;">«Cristina fue instigadora: el día en que Alberto Fernández lapidó el Pacto con Irán».Youtube: 10 de Julio de 2019. </yt-formatted-string><span color="var(--ytd-video-primary-info-renderer-title-color,var(--yt-spec-text-primary))" style="font-variant: var(--ytd-video-primary-info-renderer-title-font-variant,inherit);"><a href="https://www.youtube.com/watch?v=U_V_27Q_v9U">https://www.youtube.com/watch?v=U_V_27Q_v9U</a></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">[3] <span color="var(--ytd-video-primary-info-renderer-title-color,var(--yt-spec-text-primary))" style="font-variant: var(--ytd-video-primary-info-renderer-title-font-variant,inherit);">«Así le contó Cristina a Alberto Fernández que era su candidato a presidente». Youtube: 19 de mayo de 2020. <a href="https://www.youtube.com/watch?v=lDyiaq6qsWU">https://www.youtube.com/watch?v=lDyiaq6qsWU</a></span></span></p>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-5572544718564961932022-03-16T12:30:00.014+01:002022-03-16T14:21:01.640+01:00TEORIA Y PRAXIS<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><b>Sobre intelectuales y expertos</b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Como investigador estoy obligado a responder ciertas preguntas previas a mi actividad investigadora: ¿para qué investigo? ¿Por qué quiero saber ciertas cosas? ¿Por qué me empeño en encontrar respuestas a ciertas preguntas? ¿Por qué quiero resolver ciertos problemas?</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Obviamente, cuando digo que estas preguntas son «previas» a la actividad investigadora que desempeño, no quiero decir que primero tengo que resolver estas preguntas (o incluso formularlas), antes de poder llevar a la práctica la investigación. Generalmente ocurre justamente lo contrario. Descubro el por qué y el para qué en el proceso mismo de la práctica investigadora. O, para decirlo de otro modo, soy capaz de articular plenamente lo que me motiva, el genuino objeto que anima mi voluntad de saber, a medida que avanzo en mi tarea. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Actualmente estoy embarcado en un proyecto de investigación en el cual me guían los siguientes intereses: </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">1) ¿Qué relación existe entre nuestra «mente», y todo lo relacionado con nuestra subjetividad y nuestra construcción identitaria a nivel individual y colectivo en la modernidad, y la cultura política de nuestras mal llamadas «sociedades democráticas modernas»? Me interesa entender hasta qué punto nuestras autocomprensiones, que incluyen no solo nuestra manera de concebir quiénes somos, sino también el modo en el cual encajamos en el mundo social y en la naturaleza, determinan nuestras concepciones y prácticas de la política, en el sentido clásico del término. Es decir, no solo como un dispositivo de administración estatal, sino nuestra comprensión de eso que en otro tiempo llamábamos de manera no problemática «el bien común». <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">2) El segundo interés gira en torno al modo en el cual encajan nuestras maneras de entender la ética y la política en el seno del sistema de relaciones sociales y políticas que llamamos «capitalismo». Aquí lo que llama mi atención es la separación, que uno podría juzgar como «radical» en nuestra época, entre las esferas de la ética, la política y la economía. Lo cual resulta doblemente sorpresivo, porque si uno piensa en términos clásicos, por ejemplo, echando una mirada retrospectiva, por ejemplo, a la obra de Aristóteles, uno descubre que la ética, la política y la economía formaban parte de una totalidad engranada, mientras que, en nuestra época, como ilustran, por ejemplo, las obras de John Rawls o Jürgen Habermas, esta vinculación se ha interrumpido. Hay una ruptura entre las tres esferas: ética (privada), política (pública) y economía (trasfondo último de nuestro orden social), que aparece como irremediable y «natural», debido al carácter sistémico en el que se aprehenden las respectivas esferas. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">3) En tercer lugar, me pregunto: ¿cómo pensar y qué hacer con las «víctimas» que produce nuestro sistema de relaciones sociales y ecológicas capitalistas?, y junto a ello, ¿cómo pensar y qué hacer con nuestros ideales de bondad y justicia que hipotéticamente informan nuestro orden moral, cuando evidentemente se encuentran en flagrante contradicción con nuestra praxis societal, especialmente con nuestros comportamientos en la esfera de la economía. En este marco emerge la «vida» como fuente última de todo valor y, por ende, fundamento de toda praxis y criterio de legitimidad a partir del cual debemos juzgar nuestra actual dispensación. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Volvamos, entonces, al comienzo. ¿Por qué y para qué buscar respuestas a estas cuestiones que considero cruciales para entender nuestra situación presente y trazar una posible alternativa frente a nuestra encrucijada actual? </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">El sistema de investigación académica tiene limitaciones constitutivas que están íntimamente vinculadas con la tierra donde echa sus raíces. El dispositivo evaluativo basado exclusivamente en criterios cuantitativos y los regímenes competitivos que impone son solo el aspecto visible de su degradación. Menos visible es el hecho de que el sistema de educación institucional se ha convertido en un dispositivo dedicado exclusivamente a garantizar los procesos de acumulación capitalista, y por ello es inmune a cualquier ética, política o «económica» crítica del sistema vigente. </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Las exigencias del mercado laboral universitario, en el cual las prácticas de explotación y desposesión alcanzan cotas que rondan el absurdo de una meritocracia formal y el ridículo de la competencia cuantitativa que emula el sistema financiero y produce crisis análogas a las del capital ficticio, promueve entre los investigadores «actitudes pervertidas» que hacen imposible el pensamiento crítico, o lo convierte en simulacro o «puesta en escena», emulando en nuestras tareas la cultura de la propaganda que hoy denominamos «posverdad».</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por ese motivo, resulta imprescindible aclarar lo que motiva a la investigación, dejando atrás con un gesto de desprecio el pueril y deprimente esfuerzo por hacernos una «carrera» como investigadores. </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En mi caso, lo que me mueven son las siguientes consideraciones: </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">1. Como ya he dejado entrever, creo firmemente, después de haber analizado la cuestión con esmero y durante un largo período de tiempo, que nuestro régimen actual de relaciones sociales y ecológicas, no solo es in-sostenible (en el sentido que plantea el medioambientalismo), es decir, que nos conduce inevitablemente al colapso civilizacional, sino que está fundado en la superproducción de sufrimiento innecesario (insatisfacción, o satisfacción compensatoria estéril) que hurta a los seres humanos del extraordinario potencial transformador que caracteriza a nuestra especie, al tiempo que condena al resto de las especies que habitan el planeta a una existencia miserable o su extinción. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">2. En esta misma línea, considero que los niveles de injusticia, opresión, explotación y desposesión que vivimos en la actualidad superan con creces cualquier otra experiencia histórica previa cuando la observamos sin las anteojeras que imponen los avances científicos y tecnológicos que maquillan la violencia, la desigualdad y la miseria y la destrucción medioambiental que afecta principalmente a las grandes mayorías subalternas de la humanidad y al resto de las especies que habitan el planeta en nuestra «sociedad del espectáculo».<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">3. Finalmente, estoy convencido de que nuestro destino no está sellado de una vez para siempre, o que estamos predeterminados a la extinción. Creo firmemente que podemos hacerlo mejor, podemos ser mejores. Para ello necesitamos educarnos ética, política y ecológicamente: lo cual implica estar decididos a poner en cuestión los dispositivos burdos y sutiles que disciplinan nuestro espíritu en la microfísica de nuestras relaciones sociales y ecológicas, con el fin de derrotar al sistema de explotación y desposesión en el que estamos cautivos. Como investigadores, la Universidad, la organización académica, el sistema de evaluación y competencia deben ser nuestros primeros objetivos a batir. La única tarea decente en el momento que vivimos es utilizar todos nuestros recursos disponibles, materiales e intelectuales, para dar respuesta a la evidencia de injusticia y maldad intrínseca que expresa el sistema en el cuerpo de todas sus víctimas.</span><span face="Calibri, sans-serif"><o:p></o:p></span></span></p>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-52229048354704205232022-03-10T14:53:00.001+01:002022-03-10T14:53:04.835+01:00LA GUERRA Y EL CAMINO DE LA VERDAD<p><br /></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">1<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">¿Cómo pensar la verdad en relación con esta guerra? Lo primero es el dato duro: las vidas truncadas, las muertes, los refugiados, el miedo, las hostilidades, eso que llamamos “la realidad objetiva” en su dimensión “superficial”, aparente, inmediata. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Luego, tenemos la “realidad subjetiva”, aquello que pensamos que está pasando al observar la realidad en su dimensión superficial, aquello que, interpretamos, está oculto bajo la inmediatez de los hechos desnudos. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Ahora bien, ¿qué vinculación existe entre la realidad objetiva y la realidad subjetiva? En nuestra época en la que el arte del marketing, de la propaganda, de la posverdad, como le llaman algunos, ese vínculo parece roto. Por ese motivo, hay una urgencia por pensar una vez más la verdad, para poder decir la realidad y actuar en ella. Esa es la genuina vocación del filósofo. Como nos enseñó Marx, no se trata de interpretar el mundo, sino de transformarlo. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">2<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">En este artículo quiero explorar brevemente cuatro dimensiones de la realidad, a partir de las cuales es posible formular cuatro aproximaciones a la verdad que, conjuntamente, nos ofrecen un camino o itinerario para su realización plena. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Comencemos con la dimensión “superficial” de la realidad a la que hemos hecho referencia en la introducción. El término “superficial” no debe confundirnos. Aquí la superficialidad se dice respecto a lo que es inmediatamente accesible a través de nuestros sentidos y nuestra consciencia, aquello que se presenta de manera rotunda frente a nosotros y llamamos, en general, los “hechos objetivos”. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por lo tanto, no hablamos de superficialidad despectivamente. Aquí “superficial” no es sinónimo de “frívolo”. Lo superficial es lo concreto-inmediato, lo que innegablemente es el punto de partida y de llegada de cualquier reflexión seria acerca de lo real de suyo. Aquí, la guerra es, antes que cualquier otra cosa, “ese monstruo grande” y despiadado que se come las vidas humanas, destruyéndolo todo a su paso. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Sin embargo, lo inmediato-concreto exige explicaciones si pretendemos una genuina comprensión. Necesitamos saber, por ejemplo, cómo hemos llegado hasta aquí, cómo hemos pasado de eso que llamamos “la paz”, a eso otro que llamamos la abominable “guerra”. No es fácil decidirlo. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">¿Cuándo se inició el conflicto? ¿Acaso cuando las tropas rusas cruzaron la frontera de Ucrania? Pero, entonces, ¿qué había antes de la invasión? ¿Acaso la paz? No parece serio plantearlo de ese modo si uno echa un vistazo a la historia reciente. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por otro lado, ¿quiénes son los que combaten en el campo de batalla? Los rusos, por supuesto, también los ucranianos. Sin embargo, ¿qué papel juegan otras potencias u organizaciones? Por ejemplo, los Estados Unidos, la Unión Europea, la OTAN, China, India, Irán, y el resto de los Estados del mundo, quienes, a través de sus gobiernos, no han podido ni pueden permanecer ajenos frente al peligro que nos acecha a todos. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Pero, además, esos nombres se dicen o establecen sobre diversidades muchas veces antagónicas. Se dice y se espera, por ejemplo, que la oposición rusa se enfrente al gobierno de Putin, e incluso que fuerce su derrocamiento. En Estados Unidos, las palabras de Trump ponen en entredicho al gobierno demócrata de Biden, y se multiplican las voces disidentes aunque la inmensa mayoría apoyaría una nueva empresa guerrerista. No hay una Unión Europea, sino muchas, y en pugna entre ellas. Alemania y Polonia tienen intereses contrapuestos, lo mismo Francia con los miembros de la Europa del Este. Lo mismo ocurre con todas y cada una de las configuraciones restantes que llamamos Estados. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">De este modo, cuando los analistas políticos e internacionales serios se enfocan en la guerra, “descuartizan” nuestra percepción inmediata del conflicto. En este nivel, si no estamos haciendo propaganda, los “buenos” y los “malos” se distribuyen de manera desigual en el escenario político. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Detrás del campo de batalla en el que personas de carne y hueso padecen las miserias de la guerra, hay una complejidad de particularidades e intereses en pugna que convierte el problema en intratable y explica el desenlace de las hostilidades. Es justamente la imposibilidad de resolver las contradicciones entre las muchas partes lo que conducen finalmente a una resolución violenta. A esta dimensión de la realidad es a la que hace referencia un tipo de verdad que llamaré “relativa”. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">A la tercera dimensión la denominaré “profunda”. Aquí la clave no la encontramos en el análisis discriminativo de lo que <i>con-forma</i> esa masa aparentemente caótica que es la guerra cuando la aprendemos superficialmente. Como hemos visto, hay bloques en pugna, que a su vez se articulan o engranan de manera compleja y contradictoria. En los primeros días, por ejemplo, todo era odas a la unidad de los “libres” contra la nueva expresión del “imperio del mal”. Pasados diez días, las contradicciones y las pugnas de intereses entre las potencias aliadas se han vuelto transparente. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">En lo que nos enfocamos en esta tercera dimensión, en cambio, es en la energía o poder (<i>Kraft</i>) que moviliza el proceso causal que se cristaliza en la guerra. Es decir, el trasfondo, generalmente tácito, innominado en el relato oficial, que explica en última instancia todos estos movimientos que conducen a la erupción de las hostilidades. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Obviamente, detrás está la vida misma, la voluntad de vida, convertida patológicamente, en voluntad de dominio. Sin embargo, en nuestra época, esta voluntad de dominio se manifiesta en su forma más extrema y hegemónica en la voluntad de explotación y dominio por parte del capital, que instaura el sistema de relaciones sociales y ecológicas dentro del cual vivimos nuestra existencia concreta e inmediata: el capitalismo. Permítanme que cite el texto de David Foster Wallace para ilustrar mi punto: <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Están dos peces nadando uno junto al otro cuando se topan con un pez más viejo nadando en sentido contrario, quien los saluda y dice, “Buen día muchachos ¿Cómo está el agua?” Los peces siguen nadando hasta que después de un tiempo uno voltea hacia el otro y pregunta “¿Qué demonios es el agua?”<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">El capitalismo es el agua en la que vivimos. Es un sistema de clases, que se articula también a través de discriminaciones raciales, sexuales, étnicas, nacionales y religiosas, basado en la explotación de las inmensas mayorías de la población planetaria, y a la desposesión y apropiación sistemática de los bienes comunes de la humanidad por parte de una minoría, que además es indiferente a los efectos perversos que la extracción indiscriminada de recursos naturales y la libre disposición de los desperdicios que produce su actividad productiva, supone para el bienestar colectivo de la humanidad y el resto de seres que habitan el planeta. El resultado del sistema capitalista está a la vista de todos. Sus emblemas son la guerra, la pobreza y la destrucción medioambiental. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> 3<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Hace unos días, en la ciudad de Buenos Aires, en uno de sus barrios acomodados, Palermo, seis jóvenes violaron a una joven de 20 años en un automóvil, a plena luz del día. La ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, se refirió a los acusados de la violación grupal del siguiente modo en un twitter:<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Es tu hermano, tu vecino, tu papá, tu hijo, tu amigo, tu compañero de trabajo. No es una bestia, no es un animal, no es una manada ni sus instintos son irrefrenables. Ninguno de los hechos que nos horrorizan son aislados. Todos y cada uno responden a la misma matriz cultural. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Y horas más tarde, en una entrevista televisiva, señaló: <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">No se trata de hechos aislados, ni de hechos que estén vinculados a personas, varones, con algún problema en particular […] Crecimos y nos socializamos sobre las bases de una masculinidad que nos enseña que los varones tienen derecho a decidir, solos o en grupo, sobre los cuerpos de las mujeres y LGBTI+ como quien dispone de una propiedad o de una cosa. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">La presidenta del principal partido político de la oposición, pidió de inmediato la renuncia de la ministra acusándola de justificar el crimen. De acuerdo a Patricia Bullrich, establecer un vínculo entre el trasfondo cultural machista y la violación grupal implica necesariamente socavar nuestro orden moral basado en la autonomía individual, en el que cada persona responde libremente, en vez de predeterminada por la cultura. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">La conclusión es transparente. No hay conexión o vínculo entre la violación de los jóvenes y nuestra cultura machista. De modo que la única alternativa explicativa que nos queda es la “monstruosidad”, en el sentido de anomalía y excepcionalidad. El crimen no debe poner en cuestión nuestro rumbo actual, nuestro orden vigente. La perspectiva conservadora, en este sentido, previene ante cualquier transformación sistémica. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">4<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Volvamos a la guerra en Ucrania. En el nivel subjetivo, superficial, la guerra se reduce a sus consecuencias inmediatas: el dolor, la muerte, la destrucción, y su perpetrador: Vladimir Putin, que el establishment político y mediático occidental tilda como “monstruo”. Eso explica la difusión hasta el hartazgo de retratos biográficos y psicológicos del líder ruso, como explicación última de las hostilidades. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">En el nivel objetivo, relativo, la guerra se explica en un contexto geopolítico complejo que la precede, una guerra comercial, tecnológica, financiera, cultural y territorial que involucra a un imperio en decadencia, los Estados Unidos, una potencia en alza, China, y otra repetidamente humillada, y que además se siente acorralada, Rusia, y una Unión Europea prisionera de sus vacilaciones pasadas, una burocracia institucional inoperante internacionalmente, y una dependencia cruzada respecto a Estados Unidos (dependencia militar) y Rusia (energética y comercial). Ucrania es el escenario donde se libra una batalla de esta guerra global. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Obviamente, en este nivel de análisis, la guerra no puede entenderse como el resultado caprichoso del carácter de un líder político como Putin. Aquí lo que está en juego son lógicas estructurales del orden geopolítico global actual, en el que las potencias se topan con límites que se dirimen finalmente de manera violenta, produciendo toda clase de consecuencias en el orden vigente, de manera análoga a que la crisis financiera es el resultado de contradicciones inherentes que acaban, al llegar al climax de su evolución, a instancias de destrucción masiva que empujan a la miseria a pueblos enteros para reconfigurar nuevos órdenes de acumulación. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Como han señalado diversos analistas, el modelo que estamos dejando atrás es el anunciado por George Bush en 1991 – el orden mundial unipolar en el cual Estados Unidos tenía un lugar hegemónico indiscutido. Primero Donald Trump, y ahora Vladimir Putin son los anunciadores del nuevo orden mundial multipolar en el cual las potencias en alza reclaman reconocimiento e intentan fijar sus zonas de influencia. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">En este caso, ya no podemos seguir hablando de la guerra como una anomalía. No existe, como diría </span><span lang="ES">Ž</span><span lang="ES">i</span><span lang="ES">žek, un grado 0 de violencia, la paz, que es de pronto interrumpido por la acción extraordinaria de un agente, el cual nos traslada a un escenario bélico. Solo en el paisaje que nos ofrece la perspectiva subjetiva el tránsito entre la paz y la guerra se percibe en términos absolutos, como una ruptura radical. Desde la perspectiva objetiva, existe una continuidad palpable, en un proceso cuyos hitos son visibles y documentados. En el caso que estamos analizando, la cronología de los hechos muestra que el comienzo de las hostilidades, no solo estaba largamente anunciado, sino que en mucho precedió al momento de la invasión, como prueban los sucesos de 2014 y la guerra civil dentro del país entre la Ucrania prooccidental y las regiones separatistas rusas. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">Ahora bien, estas explicaciones, por muy detalladas y comprensivas que puedan ser, exigen, como decíamos, que se aclare un elemento clave del entramado: la fuerza, potencia o energía que moviliza las pugnas geopolíticas hasta alcanzar la cristalización superficial que contemplamos en forma de guerra. Más allá del nacionalismo ruso o el imperialismo estadounidense, como decíamos, el trasfondo es la lógica inherente del capitalismo global que se manifiesta en sus límites cristalizando guerras, crisis socioeconómicas y política y destruyendo el medioambiente. </span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">5<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">En este último apartado quiero referirme al problema de la verdad, y responder a dos posibles objeciones. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Lo primero es notar que la dimensión subjetiva es aquella en la que nuestra racionalidad se encuentra en su nivel más bajo y, por ello, la más proclive a la manipulación emocional por parte de la propaganda. Es un lugar en el que las verdades están comprometidas, por eso mismo, debido a la parcialidad a la que nos inclinan nuestros afectos y pasiones. <br /><br />Eso no significa, como ya hemos dicho, que el nivel subjetivo deba descartarse. No estoy proponiendo que extirpemos nuestros sentimientos morales de la ecuación. Lo que estoy diciendo es que esos sentimientos morales (como la indignación, por ejemplo), deben realizar un viaje dialéctico cuyo objetivo es el acoplamiento de las emociones con la razón. En el nivel puramente subjetivo, o bien las emociones están completamente desvinculadas de la razón, o la racionalidad está al servicio de la justificación de la experiencia emocional espontánea que se produce ante las circunstancias que vivimos. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Este viaje dialéctico comienza, efectivamente, con la “verdad subjetiva-superficial”, que nos conduce espontáneamente al rechazo moral visceral frente a la guerra, nuestra simpatía natural hacia las víctimas, y la aprehensión espontánea del agente dañino primario como “malo” o “monstruoso”. Sin embargo, no se detiene allí. El siguiente paso es analizar la trama causal que hace posible el crimen o el acto violento. En este marco, descubre que el “monstruo”, lejos de tal cosa (una anomalía) es el efecto cristalizado de ciertos procesos causales, de ciertos actos que tuvieron lugar en el pasado, que voluntaria o involuntariamente precipitaron el efecto presente. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">En este punto pueden plantearse dos objeciones análogas a las articuladas por la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, a la ministra de la Mujer, géneros y diversidad de la Argentina.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">La primera objeción apunta a que una explicación de este tipo puede conducir a una exculpación del criminal. La respuesta es negativa. De lo que se trata es de ampliar el sentido de responsabilidad a otros agentes partícipes, que directa o indirectamente, voluntaria o involuntariamente, son cómplices del crimen. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">La segunda objeción es más difícil de responder. ¿Acaso todos somos culpables? La respuesta es, sin embargo, un rotundo “no”, porque existen las víctimas, que expresan en su piel la injusticia de ciertas relaciones y entramados causales específicos. En el caso concreto que estamos analizando, además de Rusia, los Estados Unidos, la Unión Europea, y el propio gobierno de Ucrania, son responsables, en diferentes medidas, de la tragedia humanitaria que se está produciendo. Ninguno de estos agentes es un espectador inocente, pese a la fingida indignación que expresan y ajetreo humanitario desplegado. Basta recordar la huida y abandono de civiles de la OTAN en Afganistán hace unos meses para saber que la preocupación central, más allá del desafío geopolítico que plantea la invasión, y las devastadoras consecuencias socioeconómicas que traerá consigo, lo que se intenta con estos gestos es proteger la legitimidad del poder burocrático-político ante la crisis. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">El viaje, sin embargo, no ha terminado. El siguiente paso es reconocer el trasfondo último, la energía o potencia, que explica estas apariencias y configuraciones cristalizadas de los niveles 1 y 2. Como ya indicamos de pasada, esta energía, que en nuestra época se cristaliza en las formas institucionales y en las formas de vida que impone el capitalismo, puede entenderse universalmente en relación con nuestra condición finita, y por ende, con nuestra lucha por la supervivencia y el poder, que se traduce en explotación, apropiación, guerras y conquistas que hemos vivido a lo largo de nuestra historia, y cuyas raíces pueden seguramente rastrearse en nuestra biología. Todas las tradiciones religiosas mundiales, todas las filosofías y éticas humanistas del mundo han formulado articulaciones dirigidas a disciplinar a los individuos para poner coto a los efectos perniciosos de esta voluntad de vida, convertida patológicamente en voluntad de poder. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Los budistas, por ejemplo, hablan de una confusión básica, que nos hace aprehendernos a nosotros mismos como entidades autosuficientes, dotadas de una existencia inherente, separada del resto del cosmos. Esto es, nos dicen los budistas, lo que subyace a nuestro afán de apropiación y dominio: la cosificación, la fetichización de las personas y las cosas, y nuestras emociones negativas. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">O, como dicen los teístas, el origen del dolor, de la guerra, de la injusticia, debemos buscarlo en nuestro olvido de nuestro vínculo filial con Dios, nuestro padre, nuestro origen común, nuestra fraternidad como criaturas, con toda la creación humana y no humana. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Ahora bien, esta tendencia universal a la confusión primordial o al olvido de nuestro origen común nos lleva a percibir nuestra suerte individual desacoplada de la suerte del resto de las criaturas. Sin embargo, el modo en el cual se articula históricamente esta tendencia es peculiar en cada época. En nuestra época, esa tendencia adopta la forma del capitalismo neoliberal, en camino de convertirse, según algunos pensadores, en una suerte de neofeudalismo corporativo digital, militarizado y financiarizado.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Lo que distingue al capitalismo de otros órdenes y sistemas de relaciones sociales y ecológicas previas es el hecho de que la ignorancia básica, el olvido, es el fundamento del sistema, y las prácticas de competencia, apropiación y desposesión sistemáticas, las claves de su funcionamiento. Las vidas humanas y no humanas están al servicio del capital, convertido en una suerte de genio maligno que ha transformado nuestras existencias en imágenes ilusorias en las pantallas de nuestros ordenadores, o datos numéricos en sus documentos de Excel. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Con esta visión como trasfondo, damos el último paso en nuestro camino hacia la verdad, en la que ésta coincide, por fin, con la realidad. Regresamos al nivel 1, a la experiencia superficial de la guerra, de los refugiados, de la muerte. Los sentimientos morales siguen ahí, pero ahora sabemos que una solución exige mucho más que una condena emotivista, emblemas, emoticones o banderas en nuestras cuentas de Instagram. Necesitamos una revolución, una transformación radical, un nuevo comienzo, otro mundo posible. </span><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm;"><span lang="ES"> </span></p>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-24411924491944546902022-03-06T15:05:00.017+01:002022-03-07T06:15:27.815+01:00ESE MONSTRUO GRANDE<p style="text-align: right;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: large;"> </span><span style="text-align: right;"><span style="font-size: medium;">Es fácil entender que los que sufren las consecuencias (de la guerra) consideren que es de una complacencia inaceptable indagar por qué ocurrió y si se podría haber evitado. Comprensible, pero equivocado. Si queremos responder a la tragedia de modo que ayude a las víctimas y evite las catástrofes aún peores que se avecinan, es prudente y necesario aprender todo lo que podamos sobre lo que salió mal y cómo se podría haber corregido el rumbo. Los gestos heroicos pueden ser gratificantes. No son útiles.</span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: right;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: medium;">NOAM CHOMSKY<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: right;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: medium;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">La invasión de Ucrania y la guerra en curso nos enfrenta a toda clase de aporías. Es difícil pensar constructivamente lo que está ocurriendo mientras contemplamos en nuestros televisores la destrucción en el terreno y las profecías ominosas que expresan nuestros analistas sobre nuestro futuro global.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">La alternativa cómoda en estos momentos es la condena unánime y sin cortapisas del crimen cometido por el gobierno ruso contra el derecho internacional, olvidando enteramente el trasfondo que nos ha traído a las actuales circunstancias. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">De modo que, en esta nota, me abstendré de sumarme al coro de los llamados «medios occidentales». En primer lugar, porque considero una forma de autodesprecio moral sumarme a este tipo de respuestas de manual a las que nos conminan de manera reiterada las redes sociales y la comunicación de «emoticones y banderas». <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Más que nunca, necesitamos inteligencia. Como dice Noam Chomsky, y ha sido probado una y otra vez en la historia, «los gestos heroicos pueden ser gratificantes», pero no son útiles. Aquí la palabra clave es <i>gestos. </i>En una sociedad emotivista como en la que vivimos, la política se reduce a <i>gestos</i>, y cuando se acaban los gestos, a falta de política, lo que queda es la guerra, la violencia, la arbitrariedad del poder. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Mi razonamiento en este caso es el siguiente: «No es aceptable que después de tantas guerras atroces, de tantos bombardeos inteligentes, de tantas víctimas colaterales, de la manufacturación de tantos países fallidos por obra y gracia de nuestra pretendida «libertad y democracia», de haber tragado tantos retratos caricaturescos de dictadores perversos, terroristas insanos, rebeldes psicóticos, de tantos millones de desplazados, de tantos campos de refugiados, de tantas crisis migratorias; sigamos «borreguilmente», como se dice en España, asintiendo a las explicaciones superficiales que nos ofrece el establishment corporativo y burocrático que nos gobierna abierta o secretamente. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">¿De verdad esta guerra, y cualquier otra guerra previa, va de locos, perversos, retrógrados y cosas por el estilo? ¿De verdad tengo que creer que el problema son personajes como Putin, Sadam Hussein, Gadaffi, Netanhyahu, Milosevic, Bush o Trump? ¿Pueden los vulgares retratos biográficos de estos personajes explicar, por ejemplo, la existencia de los arsenales nucleares en el mundo, de los cuantiosos porcentajes presupuestarios dedicados al armamento y la vigilancia de las ciudadanías en pos de “nuestra seguridad”? ¿De verdad tengo que asentir una vez más al relato de los buenos occidentales (racistas, chauvinistas, colonialistas, imperialistas y genocidas en todas sus campañas militares de conquista o intervención en los últimos quinientos años, que hoy, como ayer se presentan como defensores de la cristiandad, la civilización, la libertad o la democracia en el mundo, para justificar sus atropellos)? ¿De verdad tengo que asentir a la vulgata de los malvados, oscuros, obscenos y narcisistas gobernantes del bloque contrario, que contestan de manera brutal, dictatorial, genocida también, a las pretensiones imperialistas de los poderosos líderes del Atlántico Norte al servicio del entramado corporativo al que sirven? ¿De verdad en Rusia tenemos oligarcas y en Occidente tenemos buenos capitalistas? ¿De verdad tengo que vanagloriarme de nuestras democracias liberales contraponiéndolas al despotismo oriental, como ha sido usanza de la vieja Europa desde sus orígenes?<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por todo ello, considero una forma de autodesprecio moral ser obligado a aceptar lecciones morales de sociedades que encarnan la violencia, que acumulan armas de destrucción masiva, que atentan contra las democracias en el mundo que amenazan su hegemonía, o imponen gobiernos títeres contra sus poblaciones para defender sus intereses, que son responsables primarios de la desigualdad por medio de la explotación y la desposesión en el mundo, que acumulan la mayor tasa de contaminación medioambiental y destrucción ecológica que sufrimos todos. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">En segundo lugar, porque, pese a que existe un responsable principal de las muertes y la penuria que viven hoy, principalmente, los ucranianos, pero que se extenderá a todo lo largo y ancho del globo debido a las consecuencias que traerá consigo la guerra y la respuesta de la coalición occidental ante la ofensiva rusa, cuando uno presta atención a las publicaciones previas a que se desatara finalmente la crisis violentamente, ni los Estados Unidos, ni la Unión Europea, ni mucho menos el presidente Zelenski resultan menos culpables de lo acontecido. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Los líderes de la OTAN deberían ser sentados en el banquillo de los acusados junto con Vladimir Putin. Su indignación actual y su atropellada e inconducente respuesta ante la invasión y la guerra es una prueba de su responsabilidad en el desenlace que estamos viviendo. La hiperactividad en el frente mediático para dar visibilidad al esfuerzo denodado por demostrar la firmeza de la coalición ante la agresión es más un síntoma de culpabilidad encubierta que un efectivo tratamiento para contener la violencia y evitar males mayores. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">A menos que la OTAN esté dispuesta a involucrarse directamente en el conflicto militarmente, lo cual supondría un enfrentamiento bélico que amenaza convertirse en la primera guerra nuclear (recordemos que el crimen de Hiroshima y Nagasaki se perpetró contra un Estado y un pueblo, el japonés, que no tenía medios de respuesta, ni era una amenaza en dichos términos a los Estados Unidos), la única solución es una negociación diplomática. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Una negociación diplomática exitosa en este caso no se logrará imponiendo la lógica de vencedores y vencidos en términos absolutos. El problema es que dicha negociación diplomática mostrará claramente que la Unión Europea, los Estados Unidos y el propio presidente Zelenski, a quien hoy se aclama en las redes sociales como un héroe, son cómplices de las hostilidades y corresponsables de los crímenes de guerra que se están perpetrando. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Obviamente, esto no supone un menosprecio de la resistencia popular ucraniana, pero resignifica nuestra interpretación de la historia reciente. Ucrania corre el riesgo serio de convertirse en un «Estado fallido», en buena medida, porque su líder político decidió, pese al peligro que suponía en el actual escenario geopolítico mundial adoptar dicha decisión, abandonar su rol de neutralidad en una época de guerra abierta, aunque no declarada, entre «Occidente», Rusia y China.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Cuanto más se retrase un entendimiento diplomático entre las partes, mayores serán los sufrimientos de la población en el terreno, y mayores serán las consecuencias socioeconómicas globales del conflicto. La pregunta, entonces, es ¿por qué motivo la Unión Europea mantiene una retórica beligerante en la que afirma por activa o por pasiva que dicho entendimiento diplomático está bloqueado, y se inclina, en cambio, exclusivamente por una respuesta militarista (armar a la resistencia ucraniana) y sanciones económicas?<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Tal vez, los aliados de la OTAN y el propio Zelenski quieran esconder su complicidad en la debacle de la guerra, porque al final, la única solución posible, a menos que Rusia sea vencida militarmente, o que el régimen de Putin sea derrocado por la oposición interna, solo puede ser, en última instancia, algo semejante a lo que Rusia exigía antes del comienzo de las hostilidades: que la OTAN se mantenga a distancia y deje de jugar con fuego en sus fronteras, como viene ocurriendo en los últimos años de manera sistemática, y como está ocurriendo en Asia, en la medianera marítima que Australia, Gran Bretaña y Estados Unidos dicen defender frente a China. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Si eso ocurriera, si finalmente Ucrania decidiera aceptar un estatuto de neutralidad en el escenario geopolítico europeo, y Rusia obtuviera una garantía aceptable de seguridad para su integridad territorial por parte de la Unión Europea y la OTAN, entonces, la invasión y la guerra de Ucrania serían el mayor desatino que uno puede imaginarse, y el sufrimiento de la población ucraniana verdaderamente inútil. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">¿Puede permitirse Europa y los Estados Unidos un entendimiento semejante para que se ponga fin a las hostilidades? ¿O, en realidad, no es solo Putin quien se encuentra ineludiblemente cautivo de sus decisiones, y el bloque europeo ha firmado un acuerdo con el diablo al atar su destino a la inevitable «decadencia del imperio americano»?</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Permítanme agregar, para evitar malentendidos, que todo esto no quita, como el propio Chomsky ha señalado, que la invasión de Ucrania sea un crimen injustificado que será recordado en los anales de historia de manera análoga a la invasión de Irak por los Estados Unidos en su momento. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span lang="ES"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/JqRiD6Phm2U" width="320" youtube-src-id="JqRiD6Phm2U"></iframe></span></div><span lang="ES"><br /><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span><p></p>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-1956294254340898752022-03-03T22:33:00.009+01:002022-03-03T23:12:25.302+01:00EL DESIERTO<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><b><span lang="ES"><br /></span></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><b><span lang="ES">Introducción</span></b></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Comencemos, una vez más, desandando el camino que hemos hecho hasta el momento. Para ello, permítanme comentar, parafraseándola, una cita del filósofo político estadounidense Michael Walzer que, a mi modo de ver, sintetiza el espíritu de lo que estamos haciendo.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">El contexto es una reflexión sobre la significación del éxodo del pueblo judío. Walzer resume su estructura narrativa del siguiente modo. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">(1) El punto de partida es “Egipto”, que simboliza la esclavitud del pueblo judío. (2) En el horizonte, tenemos la libertad, en la figura de la “tierra prometida”: Israel. (3) Entre el estado de esclavitud e Israel (la tierra prometida), lo que tenemos es un camino. No hay alternativa. Si queremos llegar a Israel, hay que cruzar el desierto, y para ello hay que caminar, hay que “unirse (a otros) y caminar”. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Egipto<o:p></o:p></span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">“Egipto” es en el budismo <i>dukkha</i>, la verdad de nuestra condición ordinaria: el sufrimiento omnipresente que caracteriza nuestras vidas. La primera noble verdad.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">En la segunda noble verdad nos preguntamos: ¿Por qué <i>dukkha</i>? ¿Qué hay detrás del sufrimiento? ¿De dónde viene? <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">En la metáfora de Egipto, el cautiverio del pueblo judío está vinculado a dos cosas. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por un lado, al poder de nuestros opresores. Un poder enorme, apabullante. Por el otro lado, a nuestra propia ignorancia, nuestros aferramientos, nuestras fobias, nuestros temores. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Los budistas dirían que los opresores son la manifestación de nuestro karma, el resultado “cristalizado” de nuestra historia pasada. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Hoy, por ejemplo, nos encontramos ante la guerra, la pobreza y la exclusión, y la destrucción medioambiental. Este es nuestro karma. Es decir: es el resultado de la historia de esta comunidad de la que formamos parte, que incluye a la humanidad, y a todos los seres vivientes que habitan la Tierra. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por otro lado, nos encontramos con nuestra ignorancia, nuestras emociones negativas, nuestro temor. Por ello, necesitamos, además de claridad respecto a nuestra situación históricamente determinada, de nuestra situación de cautiverio, <i>concientización</i>, como diría Paulo Freire.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Concientización<o:p></o:p></span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Concientización significa <i>descubrir</i> quiénes somos verdaderamente, y a partir de esa comprensión profunda de nuestro ser, imaginar y construir un futuro posible, una tierra prometida para la comunidad de la que formamos parte. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Concientización implica, primero, reconocer nuestra condición finita, dependiente, vulnerable. Pero, también, concientización respecto al potencial de libertad que anida en el corazón de esta existencia finita y condicionada. Esta es la tercera noble verdad: la verdad de la cesación de <i>dukkha</i>. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por lo tanto, esa concientización debe serlo (1) de nuestra condición relativa, y (2) de nuestra naturaleza última. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Ahora bien, no podemos enfocarnos exclusivamente en nuestra naturaleza última, metafísica. Sencillamente, porque nuestra naturaleza última solo se manifiesta en nuestra condición relativa. El <i>Sutra del corazón </i>lo expresa con completa sencillez: la forma es vacuidad y la vacuidad es forma. De modo que la verdad del sufrimiento en las cuatro nobles verdades es tan verdadera como la verdad de la cesación del sufrimiento. La verdad relativa es tan verdadera como la última verdad de lo que somos. Solo en la historia, diría el cristianismo, se manifiesta la libertad. Paradójicamente, solo en la humanidad de Jesús se expresa de manera perfecta el amor del Padre. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Una manera de pensar este punto es centrarnos en lo que está en juego en la verdad relativa. Si nos enfocamos exclusivamente en nuestra condición privilegiada, podemos ignorar un aspecto importante de nuestra búsqueda espiritual: que nuestro privilegio actual está fundado siempre, ineludiblemente, en la injusticia del orden institucional que habitamos. No podemos pensar nuestras circunstancias relativas sin pensar en las circunstancias relativas de quienes hoy encarnan identidades despreciadas.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Ser negro, ser mujer, ser indio, ser homosexual, ser pobre, etc., exige una labor previa de autoaceptación y de lucha por la igualdad. Esta lucha por la autoaceptación que afecta a grandes masas de seres humanos en la Tierra actualmente, solo se logra reconfigurando la identidad relativa que emerge de nuestras relaciones sociales y ecológicas del orden presente.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Más allá del budismo “socialmente comprometido”<o:p></o:p></span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Lo interesante del asunto, sin embargo, es que la lucha por la igualdad no solo afecta al negro, a la mujer, al indio, al homosexual, sino que pone en cuestión y obliga a reconfigurar todas las identidades dentro de ese orden: el blanco se ve atacado en sus privilegios cuando el negro reclama igualdad; al hombre le pasa algo semejante cuando la mujer exige que no se la explote, discrimine o excluya, y se la trate de igual a igual; y lo mismo pasa con el criollo, cuando el indio se hace presente y alza su voz. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Este tipo de luchas reconfiguran a la sociedad en su conjunto, porque en el momento en el que “los que no cuentan” empiezan a hablar, y su voz empieza a ser oída, la totalidad de la comunidad sufre una metamorfosis, deja de ser un tipo de comunidad, para convertirse en otra. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">El budismo está sufriendo esta metamorfosis. Sin embargo, hay una ética crítica budista, un budismo mucho más radical que el mero “budismo socialmente comprometido”, liberal, que actúa en el seno del orden vigente con cierta autocomplacencia. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Este budismo radical es fiel a las enseñanzas del Buda, y por eso pone en entredicho al budismo institucional, denunciando que éste ha creado sus propias víctimas, de manera voluntaria o involuntaria, pero siempre debido a su concepción acrítica de la historia. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">El budismo radical pone el dedo en esas exclusiones institucionales. Es un budismo crítico, como existe un cristianismo, un judaísmo, un islamismo, un liberalismo, un marxismo crítico. En todos estos casos, la crítica pone el acento en quienes se quedan afuera, quienes no están invitados al banquete de la comunidad de los elegidos, las víctimas. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">La libertad en la historia<o:p></o:p></span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Ahora bien, la insustancialidad (el carácter meramente histórico y socialmente constituido) de todas las identidades relativas, es la señal que permite al budismo declarar la vacuidad inherente de toda identidad. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Todas las identidades son circunstanciales, emergen de manera interdependiente (históricamente y en el seno de un orden de sentido determinado), y por ello están vacías en última instancia de una esencia que las defina de una vez para siempre. Es decir: las identidades existen, y se organizan en nuestro orden social en jerarquías que ponen de manifiesto violencias, desigualdades, injusticias. Nuestra primera tarea es poner en entredicho la fetichización de dichas identidades, y los ordenes jerárquicos de explotación y desprecio moral que encarnan. El budismo no puede aceptar como natural un orden moral que legitime el desprecio o la subordinación y explotación social. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">La otra noción importante es la del karma (acción), que nosotros relacionamos con la historia. Nuestra historia personal, nuestra historia comunitaria, la historia de nuestra especie entre otras especies. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Somos hijos de nuestra historia, indudablemente. Pero no estamos condenados necesaria, trágicamente, a repetir la misma historia. Cuando vivimos conscientemente el presente, y tomamos consciencia que estamos cautivos de un relato destructivo y somos capaces de imaginar una meta alternativa, nuestra tierra prometida, nos echamos a caminar por el desierto en busca de un nuevo mundo. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">La guerra<o:p></o:p></span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Una de las cosas terribles que estamos presenciando en estos días es que la historia parece haberse apropiado de la voluntad de la humanidad. La historia, decíamos, es equivalente al karma en el budismo. El karma está relacionado con la noción de acción, y ésta con las ideas de voluntad e intencionalidad, que a su vez están estrechamente vinculadas con la noción de libertad. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Ahora bien, la noción de karma parece tener dos caras. Por un lado, se refiere a las acciones mismas que realizan los agentes. Por otro lado, se refiere al hecho de que esas acciones, una vez actuadas, echan a rodar en el mundo con independencia de sus agentes. Eso que echamos a rodar en el mundo se independiza de los agentes, adquiere vida propia, se cristaliza en la historia.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Pensemos, por ejemplo, en lo que está ocurriendo en Ucrania. Hace 8 años, en el 2014, los expertos en relaciones internacionales estadounidenses y europeos alertaban que las políticas de expansión de la OTAN que estaba propiciando Estados Unidos desencadenarían una guerra, cuyas consecuencias eran imposibles de prever. A lo largo de estos años, esa política siguió promoviéndose.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Hasta hace unos días, los actores involucrados en el conflicto aún tenían en sus manos la posibilidad de llegar a algún tipo de acuerdo para evitar el conflicto. Pero el acuerdo no se produjo, y estalló la guerra en el corazón de Europa. Como ocurrió con la pandemia, la guerra que estamos presenciando es una catástrofe largamente anunciada. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Todos sabíamos que tarde o temprano se desataría una pandemia. Lo sabíamos porque todos los epidemiólogos del mundo alertaban sobre ello. Podríamos haber hecho muchas cosas para evitar la pandemia, o minimizar sus efectos, pero no lo hicimos. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Ahora bien, una vez que la acción individual y colectiva se <i>cristaliza</i> en la historia, deja de estar en manos de los sujetos cambiar el rumbo de las cosas, porque ya no se trata de algo que ocurre en la esfera de nuestra consciencia o nuestra subjetividad, sino que se convierte en una realidad en el mundo, una objetividad en el mundo que nos enfrenta. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Algo parecido ha pasado con la guerra. Una vez todos los puentes fueron dinamitados en la negociación entre Rusia y Occidente, se inició el conflicto militar. En ese momento, la guerra se convierte en agente, y nosotros nos convertimos en meras marionetas. La guerra se convierte en el sujeto de la historia, y nosotros, todos nosotros, en sus víctimas. El karma se manifiesta plenamente. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Uno de mis maestros budistas solía decir que, en lo que concierne a esta vida, nuestro karma ya se ha manifestado. En cierto sentido, esta vida ya está perdida, no hay manera de cambiar el efecto de los actos que ya se han actualizado. Hay cosas que ya no podemos cambiar, porque son los efectos o consecuencias de lo que hemos hecho en el pasado. Una vez la historia realiza su potencial, ya no hay vuelta atrás. Sin embargo, podemos cambiar el futuro, actuando sobre el presente, creando las causas adecuadas, y neutralizando las acciones dañinas ya realizadas, pero aún no realizadas, que se convertirán en sufrimiento del mañana. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Obviamente, cuando actuamos de ese modo, como nos enseñó Walter Benjamin, la historia es resignificada y las víctimas redimidas. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">El becerro de oro<o:p></o:p></span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> En la metáfora del éxodo, Egipto, como decíamos, es la esclavitud, Israel es la tierra prometida, y el desierto es el camino que debemos transitar para alcanzar la liberación. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Ahora bien, liberarse de la esclavitud no se reduce a escapar de Egipto, eludir el karma que hemos fabricado, huir de nuestros captores. Hay que liberarse también de una cierta noción que tenemos de nosotros mismos. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Al echarse al desierto, el esclavo deja la esclavitud en su mente y en su corazón. En el camino el esclavo realiza su libertad. Obviamente, el individuo o el pueblo puede volver a su condición esclava en el camino si fetichiza la promesa, si convierte a Dios en un becerro de oro, si se olvida que la libertad es siempre un camino y no un lugar concreto en algún lugar de la tierra donde construir un muro e inventar a nuestros enemigos. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">El camino cumple, entre otras cosas, ese propósito. Al transitarlo, nos despojamos de las falsas comprensiones que tenemos de nosotros mismos. Dejamos de ser esclavos. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">La tierra prometida y la natividad<o:p></o:p></span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">¿Qué es entonces la tierra prometida? No es una ilusión banal, fruto de la imaginación caprichosa. La tierra prometida es la expresión de nuestra condición originaria. Para el budismo, la tierra prometida es nuestra condición inherente de libertad, la pureza fundamental que subyace a la ignorancia cotidiana en la que estamos cautivos y de la que tenemos que despertar.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">No importan las circunstancias en las cuales en el presente estemos prisioneros. Lo que caracteriza a los seres humanos, especialmente, es que nuestro presente está siempre abierto a futuros alternativos. La historia nos interpela, dándonos ocasión a no repetir en el presente aquello que produjo nuestro sufrimiento actual en el futuro.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Como señalaba Keiji Nishitani, el famoso sacerdote Zen y filósofo, discípulo en Alemania de Martin Heidegger, no somos, como pretendía el maestro de Friburgo, exclusivamente seres-para-la-muerte, somos también, y más fundamentalmente, siempre una promesa que se manifiesta en el hecho de nacer. Nishitani citaba a la discípula de Heidegger, Hannah Arendt, en este sentido, quien contraponía al ser-para-la-muerte de su maestro, la natividad. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">La esperanza y la libertad<o:p></o:p></span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Creo que este punto es muy importante para entender la tercera noble verdad. Somos seres que nacen. Como seres que nacen, que traen siempre una novedad al mundo, la esperanza es constitutiva de la experiencia humana, incluso en tiempos oscuros como los que vivimos. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Obviamente, esa nueva vida puede ser una repetición de la vida que le precedió, puede ser una experiencia basada en la ignorancia dentro del ciclo de los renacimientos y las muertes sin sentido, pero también puede ser la ocasión de una novedad radical, puede ser el despertar a una vida radicalmente nueva. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Ahora bien, debemos ser cuidadosos cuando hablamos de libertad. En estos tiempos en los que la palabra libertad, como otras palabras solemnes tan manoseadas, como son el amor y la verdad, se utiliza para reclamar caprichosamente lo que nos place a cualquier costo, vale la penar recordar a la filósofa francesa Simone Weil. Para ella, la libertad se expresaba más profundamente, más fundamentalmente en nuestras obligaciones, en nuestros deberes, que en nuestros derechos. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">La genuina libertad, en este sentido, se expresa al asumir la responsabilidad de nuestros actos, cuando nos comprometemos a través de ellos frente a los otros. En ese sentido, nos decía Weil, nuestros deberes, nuestras obligaciones frente a los otros, son más fundamentales que nuestros derechos, y argumentaba que el principal derecho de un ser humano es poder ser de utilidad a otros seres, poder servirles. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Se trata del derecho a ser responsable, del derecho a sentirse obligado frente a uno mismo en su vida, a seguir viviendo, promover la vida, realizarla; el derecho a ser responsable de otros, para que sus vidas sigan reproduciéndose, desarrollándose y realizándose, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. </span></p>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-73369867126385849722022-02-28T19:34:00.009+01:002022-03-01T22:40:28.609+01:00POSVERDAD O CRISIS DE LEGITIMIDAD<p style="text-align: left;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-align: justify;"><b><br /></b></span></span></p><p style="text-align: left;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-align: justify;"><b>Introducción</b></span></span></p><p style="text-align: left;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-align: justify;">El objetivo de esta serie de conversaciones es explorar la cuestión de la «posverdad».</span><span style="text-align: justify;"> </span></span></p><p style="text-align: left;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES" style="text-align: justify;">Comencemos señalando brevemente a qué se refiere este fenómeno. </span><span style="text-align: justify;">En general, el término hace referencia a una cierta prioridad que se otorga en el espacio público a las emociones y a las creencias personales, en detrimento o por encima de los hechos. </span></span></p><p style="text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Esto está relacionado, a su vez, con un fenómeno político relevante para nuestra discusión: una suerte de angustia generalizada por parte de la ciudadanía respecto a las verdades que pretende establecer la autoridad burocrática y el poder corporativo en nuestra época. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><b>Posmodernismo y posverdad</b></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Los análisis del fenómeno de la posverdad, en general, adoptan dos estrategias. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: -18pt;">Por un lado, desde el punto de vista filosófico, lo que se intenta es rastrear los orígenes del fenómeno en la historia de la filosofía, con el fin de identificar en las doctrinas explícitas, los trasfondos de sentido, los imaginarios sociales, las formas institucionales y las prácticas</span><span style="text-indent: -18pt;"> </span><i style="text-indent: -18pt;">cristalizadas</i><span style="text-indent: -18pt;"> </span><span style="text-indent: -18pt;">en las teorías. Obviamente, no se pretende que las teorías sean la fuente del fenómeno, sino que en ellas son explicitados los órdenes morales de las sociedades modernas y contemporáneas, y por ello resultan informativas.</span><span style="text-indent: -18pt;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Hay quienes identifican en la revolución epistemológica moderna, en el giro subjetivista que la caracteriza, el origen remoto que ha conducido a la actual devaluación de la verdad. Otros, en cambio, apuntan que es en la revolución trascendental kantiana, enfocada en la «correlación» insuperable sujeto-objeto, donde encontraremos la explicación de nuestro actual derrotero. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En cualquier caso, el idealismo, el nihilismo, el relativismo cultural y el posmodernismo, conducen en este relato a la muerte de la verdad, cuya contracara es la exacerbación de la cultura emotivista actual, en la cual las verdades ya no se buscan en los hechos. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En este relato, la figura de Nietzsche es clave. El posmodernismo, el enemigo a batir. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b><span style="font-family: times; font-size: large;">Aceleración y alienación</span></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: -18pt;">Por otro lado, desde un punto de vista sociológico, se analiza el problema de la posverdad prestando atención a los procesos de alienación y aceleración a los que conduce el capitalismo actual, especialmente en relación a las profundas y vertiginosas transformaciones tecnológicas que han modificado de manera disruptiva los fundamentos espacio-temporales de nuestra experiencia de vida.</span><span style="text-indent: -18pt;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Para quienes eligen esta deriva analítica, las nuevas tecnologías conducen a la pérdida progresiva de referencias sustantivas y estables, lo cual conlleva, para el sujeto, modificaciones en todas las dimensiones de su experiencia:</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: -18pt;">En la dimensión connativa, los individuos parecen desorientados en el fragmentado espacio moral que habitan. En parte, debido al empobrecimiento o disolución de los horizontes articulados a partir de valores sustantivos. Esto da lugar, por un lado, a una orientación exclusivamente instrumentalista de la acción, o al retorno de toda clase de tribalismos.</span><span style="text-indent: -18pt;"> </span><span style="text-indent: -18pt;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: -18pt;">En la dimensión atencional, los individuos parecen estar cautivos en las lógicas extenuantes que impone la precariedad existencial, la exacerbación del consumo, especialmente, en el mercado digital, y el incansable acoso propagandístico. Todo ello en el contexto de una economía de mercado en el que los agentes se autoperciben a imagen y semejanza de la empresa capitalista, obligados a remodelar de manera continua sus</span><span style="text-indent: -18pt;"> </span><i style="text-indent: -18pt;">profiles</i><span style="text-indent: -18pt;"> </span><span style="text-indent: -18pt;">para resultar competitivos, y someterse mansamente a las exigencias continuas de evaluación que imponen los sistemas de competencia. Todo ello en el marco de una extendida precariedad, explotación abierta de los estratos burocráticos y corporativos gerenciales, y una incertidumbre generalizada.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: -18pt;">En la dimensión cognitiva, los individuos parecen cautivos entre (1) la indecisión que impone la indeterminación para el discernimiento de lo que es aparente y de lo que es real de suyo (poniendo en entredicho la racionalidad misma del mercado, tal como pretende la teoría de la elección racional); y (2) una suerte de decisionismo o voluntarismo cognitivo, que se acomoda mejor a la experiencia monológica de las redes sociales y el consumo digital, que a la «acción comunicativa» que, teóricamente, fundamenta la democracia liberal.</span><span style="text-indent: -18pt;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="text-indent: -18pt;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Finalmente, en la dimensión afectiva, los individuos oscilan entre la insensibilidad y la hipersensibilidad. Estos fenómenos se encuentran estrechamente asociados al modo en el cual los acontecimientos son tratados por el aparato mediático, o discutidos en el espacio público. En ocasiones, ponen de manifiesto una irracionalidad innegable por parte de la ciudadanía, que, (1) o bien se ve exacerbada por sus emociones al enfrentarse a disyuntivas manufacturadas o incluso imaginarias, o (2) responde de manera apática ante amenazas reales. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="text-indent: -18pt;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="text-indent: -18pt;"><span style="font-family: times; font-size: large;">El chantaje liberal</span></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Aunque estos análisis críticos son muy interesantes y, en muchos sentidos, acertados en su diagnóstico, nuestra estrategia ante la cuestión es diferente. Lo primero que haremos es poner en entredicho el término mismo «posverdad». Su utilización parece oscurecer, más que iluminar, el problema que enfrentamos. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Diríamos que se trata de un dispositivo «conservador» del régimen de relaciones sociales y ecológicas vigente – régimen que hoy es contestado por sus víctimas a todo lo largo y ancho del planeta, en ocasiones expresándose de manera desagradable, como cuando adopta la retórica y las formas de la extrema derecha o el anarquismo radical, sin que ello disminuya un ápice el justificado malestar que anima estas expresiones. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En este sentido, un poco parafraseando a Foucault en su famoso debate con Habermas, nos negamos al chantaje del establishment que nos obliga a elegir entre la hegemonía actual y las respuestas retrógradas que aparentemente se le oponen. Entre otras cosas, porque estamos convencidos de que esas respuestas retrógradas forman parte del mismo dispositivo conservador, en tanto y en cuanto sirven para desactivar el potencial de transformación real, el cual supone inexorablemente una amenaza para las élites privilegiadas y los estratos burocráticos y corporativos a su servicio en el orden vigente.</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Es decir, el discurso de la posverdad se ha convertido en una estrategia del establishment cultural de las democracias liberales para contener la justificada crítica al fracaso del proyecto político, socioeconómico y ecológico hegemónico, el cual, en las últimas cinco décadas, en su versión más extrema, «neoliberal», ha conducido a la humanidad, una vez más, al abismo de una guerra mundial, la obscena y lacerante desigualdad y exclusión de miles de millones de personas, y manifestaciones innegables de un deterioro medioambiental que amenaza la supervivencia de la raza humana en el planeta. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b><span style="font-family: times; font-size: large;">Democracia y posverdad</span></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por ese motivo, nuestra propuesta es superar la narrativa conservadora actual que apunta a la posverdad como una amenaza para nuestras democracias, y enfocarnos en el problema real: nuestras democracias nunca han sido lo que pretenden ser. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por otro lado, dejar atrás la idea de que la posverdad pone en entredicho la verdad, como si nuestras prácticas de manipulación colectiva nunca hubieran existido, y hubiéramos estado viviendo en un paraíso de transparencia hasta la llegada de este terrible y novedoso fenómeno. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Lo cierto es que nuestras sociedades democráticas occidentales se caracterizan, no solo por sus sofisticados sistemas de representación política a través de procedimientos electorales de dudoso funcionamiento, sino también, como contracara, por ser el más sofisticado y efectivo conjunto de dispositivos de manipulación para conducir a las poblaciones a que actúen contra sus propios intereses. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Esto ha sido así desde el origen mismo de la institución de nuestros sistemas democráticos modernos, cuando los fundadores de nuestros regímenes de gobierno estaban más interesados en blindar los privilegios de los ricos y los poderosos, que de garantizar que la voz del pueblo se convirtiera verdaderamente en un factor de cambio a su favor, y no el eco mimético de los intereses de clase que hoy representa. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por ello, resulta imprescindible superar la narrativa conservadora que apunta a la posverdad como la amenaza actual a la salud de nuestras democracias, y enfocarnos en el problema real, que no es otro, como decíamos más arriba, que las democracias mismas, y los engaños en los que estas se fundan. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En este sentido tenemos que entender la estrategia habitual de los partidos políticos de imponer cordones sanitarios a las expresiones de extrema derecha y el anarquismo radical, dejando intacto el fondo de la cuestión. Con ello solo se consigue una exacerbación de los problemas, debido, justamente, a que los enfrentamos con una falsa solución que los oculta. La extrema derecha, como el anarquismo radical, no son otra cosa que síntomas que el liberalismo progresista neoliberal manufactura en su huida hacia adelante para perpetuar su hegemonía. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por otro lado, la palabra «posverdad» es sospechosa en otra dimensión. La utilización del prefijo «pos», que se asocia a términos análogos utilizados en el pasado, como «posmarxismo», «posmodernismo» o «poscapitalismo», no hace más que embarrar el debate imponiendo una categoría presuntuosa y pedante que, como ya he dicho, oculta más de lo que revela. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">El otro presupuesto cuestionable detrás del término «posverdad» está relacionado con sus implicaciones. Se dice, por ejemplo, que el fenómeno pone en entredicho la viabilidad de la democracia y la sana convivencia, exacerbando las diferencias y los antagonismos, y dinamitando las bases de los posibles consensos que exige la democracia. De modo que, la posverdad se asocia a formas totalitaristas, mientras la democracia representa en este imaginario, lo opuesto a la manipulación de los hechos con el fin de reflejar la verdad. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><b>Crisis de legitimidad</b></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En nuestro caso, partimos de un diagnóstico menos autocomplaciente. No creemos que hayamos estado en posesión de una verdad ético-política que la tecnología y la cultura ha venido a trastocar. Tampoco creemos que la actual dispensación sea fruto de un problema comunicacional, sino que echa sus raíces en un fenómeno más profundo que es la crisis de legitimidad del orden hegemónico vigente, que las transformaciones tecnológicas solo han enervado o exacerbado. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Tampoco afirmamos que las democracias liberales estén en crisis como consecuencia de fenómenos como la posverdad y otros análogos en el orden institucional, como son el <i>Lawfare</i> o la guerra judicial. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">La democracia liberal está en crisis porque no puede sostener su legitimidad frente a las contestaciones que ponen en entredicho su eficacia para resolver los problemas materiales de las poblaciones, y la mutiplicación <i>ad infinitum</i> de los excluidos que llaman a la puerta pidiendo ser escuchados y reconocidos sus derechos a la luz de los propios criterios que nuestras democracias dicen representar.</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Contra la historia liberal-conservadora en boga en las sociedades del Atlántico Norte, creemos que, si realmente queremos entender qué nos ha traído hasta aquí, a la profunda crisis civilizacional que afecta a la humanidad en su conjunto, debemos reconocer que el matrimonio entre las llamadas democracias liberales y el capitalismo es el principal sospechoso. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Las Guerras mundiales, la amenaza actual de un nuevo ciclo de destrucción bélica planetaria, la desigualdad, las hambrunas, la violencia sobre amplios sectores de la sociedad excluidos del reparto de los recursos, y la destrucción medioambiental, solo pueden explicarse en el marco de la competencia suicida que impone el capitalismo, y la manipulación sistemática de nuestras democracias. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-52711060833309002762022-02-24T13:35:00.013+01:002022-02-25T14:31:32.097+01:00LA MEDITACIÓN COMO DISCIPLINA HUMANISTA<p><span style="font-family: times; font-size: medium;"> [Esta entrada es el resumen del segundo encuentro del seminario «Apariencia y realidad. Sobre la vida, el sueño y la muerte», impartido el pasado jueves, 17 de febrero de 2022]</span></p><span style="font-family: times; font-size: large;"><style class="WebKit-mso-list-quirks-style">
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</style></span><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><b>1. El orden moral vigente y la ética crítica</b></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><b><br /></b></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large; text-indent: -18pt;">En la segunda sesión comenzamos haciendo un breve resumen de lo abarcado en la sesión anterior. Especialmente, volvimos sobre la noción de que existen dos perspectivas de la ética que nos propone la filosofía de la liberación, e insistimos en la idea de que esta distinción puede aplicarse de manera fructífera a una mejor comprensión de la ética budista. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large; text-indent: -18pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En breve, la propuesta crítica de la filosofía de la liberación puede ayudarnos a “liberarnos” de las perspectivas conservadoras, que tienden a crear o a defender injusticias sistémicas, produciendo víctimas voluntaria o involuntariamente debido al apego a las formulaciones dogmáticas de la tradición, y a las formas institucionales establecidas. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Recordemos que el budismo es, antes que cualquier otra cosa, una ética. Es decir, un sistema que nos enseña a actuar, que nos ayuda a distinguir aquello que debemos o haríamos bien en cultivar, y aquello otro que, por el contrario, debemos evitar, porque es dañino. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">La ética convencional es la ética del orden moral vigente. Ese orden moral consta de muchos elementos: imaginarios cosmológicos y sociales, instituciones y prácticas. En ese marco, las sociedades establecen sus reglas de pertenencia y exclusión. Hay individuos y grupos que merecen nuestro reconocimiento, y otros que, por el contrario, no forman parte del círculo de nuestra pertenencia, tienen estatutos inferiores, o simplemente, no cuentan. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por ejemplo, las personas de otras étnias, las mujeres, los homosexuales, etc., las personas de otras razas, los pueblos originarios o colonizados, etc., han sido consideradas históricamente como inferiores. Hoy, las sociedades contemporáneas parecen en proceso de reconocer a esas personas como iguales, aunque estamos muy lejos de haber logrado este tipo de reconocimiento, y para lograrlo se necesita mucho más que una política identitaria. Para empezar, se necesita un cambio radical en nuestro sistema de relaciones sociales y ecológicas, que impone un orden de explotación y desposesión que afecta necesariamente el trato igualitario de todos los seres, y pone en entredicho nuestro compromiso con la libertad.</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Una ética universalista como la del budismo, que aspira a la igual consideración de todos los seres, independientemente de sus apariencias concretas en el presente, entra en contradicción consigo misma cuando, en su orden institucional, históricamente establecido, no está a la altura de los ideales que profesa y mantiene en una condición subalterna a cierto grupo, o privilegia a otro por las razones que sean. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: times;">En ese marco es en el cual la ética crítica tiene lugar. Las éticas críticas, sin embargo, no son necesariamente éticas exteriores a la tradición que critican. Lo ideal es que sean las propias tradiciones las que encuentren en su seno los instrumentos para superar sus propias limitaciones. En ese sentido, la idea misma de “tradición” contiene elementos para su “transformación profunda” (en contraposición a las meras </span><span style="font-family: times;">“</span><span style="font-family: times;">reformas superficiales</span><span style="font-family: times;">”</span><span style="font-family: times;"> o modificaciones <i>ad hoc</i> que tienen el objetivo proteger el esquema básico orden vigente que se encuentra bajo cuestionamiento. La tradición está siempre en proceso de transformación, justamente, porque voluntaria o involuntariamente, debido a su condición finita ineludible, produce víctimas, produce exclusiones, se convierte en un vehículo de la injusticia. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">La ética crítica, por lo tanto, acepta las éticas convencionales como arquitectónica de la ética, pero presta atención a las víctimas que el orden institucional, las iglesias, producen. La ética crítica no renuncia al ideal de fomentar plenamente el desarrollo de individualidades genuinamente libres, en el marco de una comunidad alternativa, utópica, siempre en proceso de construcción. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><b>2. La perspectiva pedagógica </b></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="text-indent: -18pt;"><span style="font-family: times; font-size: large;">A continuación, nos referimos al budismo desde la perspectiva pedagógica. El budismo, como todas las tradiciones religiosas, nos ofrece un programa gradual de formación con objetivos específicos: modelar cierto tipo de personalidades, cierto tipo de seres humanos. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="text-indent: -18pt;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En el modelo de Lama Tsong Khapa, por ejemplo, se habla de tres tipos de personas en función de los intereses que los animan y las capacidades que poseen. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Lo primero es educar a las personas para que actúen de manera decente, en consonancia con la moral vigente de la propia cultura. En este caso, una cultura budista basada en dos principios: la no violencia (entendida como una ética de la restricción, una ética enfocada en no dañar o minimizar los daños), y la interdependencia (el reconocimiento de que no somos seres separados, autónomos, sino seres profundamente vinculados los unos a los otros en un entramado de densas relaciones causales). </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Sin embargo, como ya hemos indicado en la sesión anterior, la moral vigente de cualquier cultura, tiene limitaciones inherentes. Si queremos ser fieles a los principios de no violencia e interdependencia, tarde o temprano nos encontraremos con circunstancias en las que experimentaremos contradicciones entre nuestros principios y la lógica de nuestro sistema cultural. Esas contradicciones se ponen de manifiesto como una traición a los principios o ideales morales. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por ejemplo, es evidente que, pese a nuestro compromiso con los derechos humanos, las sociedades europeas no están a la altura de los mismos cuando los principios de respeto a la dignidad de las personas entran en conflicto con las prerrogativas del mercado o las necesidades geopolíticas de la región. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Lo mismo ocurre con la democracia. Pese a lo profundamente arraigados que están los principios democráticos en nuestros imaginarios sociales, cuando estos principios se convierten en un obstáculo para el crecimiento económico, la política entra en una suerte de estado de excepción y se supedita a las prerrogativas del mercado. Por otro lado, es evidente que la desigualdad convierte a los principios democráticos en una suerte de simulacro.</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">De igual modo, pese a nuestros compromisos explícitos con una economía y un modo de vida genuinamente sustentables en términos ecológicos, cuando estos principios ponen en entredicho el crecimiento económico, son abandonados de manera abierta. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Frente a estas circunstancias, resulta claro que necesitamos cultivar una perspectiva crítica, capaz de dilucidar estas contradicciones y trabajar en vista a su superación. Para ello, necesitamos cultivar una genuina libertad intelectual y moral, que nos permita asumir nuestras contradicciones con el fin de resolver las paradojas que supone nuestra existencia finita, y evitar el conformismo conservador que acaba convirtiéndose en cinismo cuando la evidencia de la injusticia resulta palpable e incuestionable, pero nosotros preferimos invisibilizarla para evitar el costo que supondría un genuino cambio de vida. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En la presentación budista, esta perspectiva crítica frente al propio orden vigente corresponde a la que cultiva quien desea liberarse enteramente de la existencia cíclica. Es decir, de quien comprende que, dentro del sistema vigente, la exclusiva práctica de la decencia no alcanza si queremos evitar el sufrimiento. No basta con la mera decencia conservadora del orden moral vigente. Hay que ir más allá y poner en cuestión dicho orden, identificando los dispositivos que conducen inevitablemente al daño, a la injusticia. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">¿Cuáles son esos dispositivos? Los que están basados en una comprensión distorsionada de nuestra propia existencia individual y colectiva, y los que están detrás de una lógica de apropiación y confrontación. Los budistas hablan, en este caso, de la ignorancia primordial y las emociones negativas del aferramiento y la aversión, que son la base de nuestra experiencia social, en tanto son los motores de la construcción identitaria, la apropiación exclusiva de los recursos para el beneficio privativo de dichas identidades, y la identificación de nuestros enemigos, tanto individual como colectivamente. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">El Mahayana, finalmente, nos propone, no solo una revuelta individual frente al orden vigente de daño e injusticia constitutivo de la sociedad presente, sino el esfuerzo colectivo por crear una comunidad alternativa, donde esas contradicciones puedan superarse, y los individuos, como decíamos, puedan vivir genuinamente su libertad en comunidad. Aquí el énfasis no consiste en convertirnos en una suerte de superhéroes, como parece seguirse de la afirmación de convertirnos en un Buda, en contraposición a la mera búsqueda de la libertad individual del Arhat. Aquí lo importante es que la budeidad es un cuerpo colectivo, una comunidad de amor y justicia. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En síntesis: (1) el punto de partida es la fidelidad a la moral vigente, abierta (2) a la crítica frente a las contradicciones, exclusiones e injusticias voluntarias e involuntarias dentro del mismo sistema moral, con el compromiso de (3) participar en la construcción de una comunidad donde el bien y la justicia sean genuinamente posibles.</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><b>3. ¿Ciencia y espiritualidad? Una crítica humanista</b></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><b><br /></b></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="text-indent: -18pt;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Lo siguiente fue distinguir entre dos maneras de entender la educación (en general) y la educación budista (en particular), con el fin de identificar nuestra opción educativa. Es decir, justificar el modo en el cual presentamos las enseñanzas. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="text-indent: -18pt;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">La primera aproximación es instrumental. La paulatina desaparición de las humanidades en el sistema educativo vigente es una prueba de esta deriva instrumentalista. También lo son los sistemas de evaluación cuantitativo en todos los estratos del complejo educacional, que afecta tanto a los educandos, como a los educadores y los investigadores. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Esta deriva instrumentalista se refleja también en la enseñanza de las “espiritualidades” y en el entrenamiento de las “disciplinas contemplativas”. En estos casos, la enseñanza adopta dos tipos de formatos, (1) el de la autoayuda (especialmente en la formación del mindfulness y otras formas análogas de entrenamiento atencional o psicoafectivo); o (2) una deriva científico-tecnocrática, basada en una suerte de eficientismo, asociado a las nuevas ciencias cognitivas y las neurociencias y su aplicación en el mundo corporativo y burocrático. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Se habla, por ejemplo, en términos de entrenamiento connativo, atencional, cognitivo y afectivo, como si los sujetos entrenados fueran poco más que máquinas biológicas que deben disciplinarse para alinearse a las circunstancias de manera cuasi determinista. Se niega incluso la idea de libertad, curiosamente, en beneficio de una perspectiva sistémica que pone en entredicho la dignidad humana. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Desde nuestra perspectiva, esta aproximación científico-tecnocrática a las prácticas contemplativas es finalmente perniciosa, porque profundiza la autocomprensión instrumentalista que los individuos cultivan respecto de sí mismos, la sociedad y la naturaleza en la que habitan, reafirmando formas de ignorancia y de praxis que están en la raíz de los problemas que queremos superar. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por ese motivo, en contraposición a este modelo, nos inclinamos por una aproximación hermenéutica, basada, justamente, en la consideración de la dignidad inherente de todos los individuos. Por ello, nuestro énfasis es en la dimensión biográfica e histórica que es inherente a la experiencia particular de cada uno de nosotros. La meditación debe ser una práctica humanista, y no un artilugio o dispositivo técnico-científico para modelar individuos que funcionen diestramente dentro del orden moral vigente, sino que sean capaz de ponerlo en cuestión cuando sus contradicciones resultan en injusticias inapelables y sufrimientos evitables.</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><b>4. La meditación como fidelidad a la palabra dada</b></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><b><br /></b></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><b><br /></b></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="text-indent: -18pt;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Finalmente, hicimos una presentación de la práctica de shamatha, calma apacible o la disciplina meditativa diseñada para cultivar un estado sereno de atención inteligente de la experiencia, capaz de enfocarse de manera unidireccional a los objetos que elige atender libre de las distracciones y obstáculos, evitando el lenguaje instrumentalista habitual, en los que los cuerpos y las mentes se conciben como meros recursos, y la atención se convierte en una práctica de disciplinamiento meramente instrumental. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="text-indent: -18pt;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Para ello nos volvimos a la metáfora del bautismo en el cristianismo, con el fin de establecer analogías con la figura del maestro y la práctica de fidelidad a sus enseñanzas que es el punto de partida y fundamento de la práctica meditativa. Sobre la base de la metáfora y las enseñanzas budistas de fidelidad a las enseñanzas a las que nos introduce el maestro, resignificamos la práctica meditativa de shamatha.</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">El sacramento del bautismo hace referencia a la experiencia cristiana del nacido dos veces. En este caso, en el bautismo el creyente experimenta un nuevo nacimiento, que supone una nueva filialidad, el ingreso a un nuevo paradigma educativo, un nuevo orden moral. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En el caso del budismo, dejamos el orden establecido por el padre biológico (el orden moral excluyente de la pertenencia y la identidad familiar, étnica, religiosa o nacional), a favor del orden al que nos introduce nuestro padre espiritual (un orden universalista basado en el amor y en la justicia sin exclusiones). </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Esto significa, básicamente, renunciar a un orden moral individualista o particularista, basado en una pertenencia estrecha a un grupo social determinado, a una nación, a una etnia, incluso a un orden religioso determinado, para imaginarse parte de un orden universal en el cual son invitados todos los seres, independientemente de sus características identitarias particulares. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por otro lado, implica renunciar a una perspectiva meramente instrumental, meritocrática, competitiva en nuestra relación con los otros, para adoptar una perspectiva basada en el compromiso con los principios de no dañar e interdependencia, una ética de la liberación, y una ética de la responsabilidad universal. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Al fin de cuentas, la práctica de shamatha no es otra cosa que la fidelidad y el compromiso renovado de mantener siempre presente ese nuevo nacimiento, confirmado momento a momento en la vocación de realizar las promesas que ese nuevo nacimiento trae consigo. Para ello, es preciso abandonar las distracciones y obstáculos, con el fin de enfocar nuestras energías y recursos en ese proyecto extraordinario que conduce a la realización de una identidad genuinamente libre y una comunidad genuinamente basada en el amor y en la justicia. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En breve, releímos las enseñanzas dedicadas al cultivo de la atención o la serenidad intentando evitar la tendencia instrumentalista y cientificista. La mente humana no debe ser tratada ni como un microscopio ni como un telescopio. Sino que debe considerarse siempre como constitutivamente ética. La meditación, por lo tanto, en ningún momento debe ser separada por mor de lograr mayor eficiencia de la consideración moral que le es inherente. Después de todo, la meditación es una acción, y el meditador es siempre un agente moral, incluso en las instancias en las que experimenta un estado aparentemente neutral. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">La primera tarea del meditador consiste en elegir y ser fiel a lo largo del proceso meditativo al objeto que entrega su atención. La elección de dicho objeto tiene una enorme relevancia moral para el practicante. Después de todo, somos nosotros quienes decidimos a qué atender y a qué no atender, tanto en la práctica formal, como en nuestra vida cotidiana. Sea que esa elección sea tácita o involuntaria, como ocurre con la atención a la que nos conducen nuestros hábitos emocionales, o explícita y voluntariamente elegidos por nosotros, en todos los casos, se trata de objetos cuya elección es éticamente ponderable. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En la práctica de shamatha, una vez elegido el objeto, por ejemplo, la respiración, una imagen simbólica, como puede ser la imagen de un buda, o cualquier otro objeto virtuoso que nos presenta las enseñanzas, nuestra tarea es remover obstáculos que oscurezcan nuestra inteligencia y sensibilidad, o distracciones que nos separen del objeto con el cual nos hemos comprometido. </span></p><p class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoListParagraphCxSpLast"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-88742772961759898142022-02-14T14:35:00.012+01:002022-02-24T14:05:19.426+01:00BUDISMO Y FILOSOFÍA DE LA LIBERACIÓN<p><span style="font-family: times; font-size: medium;">[Esta entrada es el resumen del primer encuentro del seminario «Apariencia y realidad. Sobre la vida, el sueño y la muerte», impartido el pasado jueves, 10 de febrero de 2022]</span></p><p><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">1. Introducción<o:p></o:p></span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">Comenzamos explicando brevemente el programa “Dimensiones de la experiencia”, del que este módulo forma parte. “Dimensiones” tiene el objetivo de introducir a los estudiantes a la práctica meditativa budista. Sin embargo, a diferencia de otros cursos, la perspectiva que se adopta es crítica. Es decir, no se ofrecen simplemente técnicas de meditación para implementarlas en nuestra vida diaria, sino que se reflexiona sobre ellas. Desde nuestra perspectiva, la meditación puede ser contraproducente e incluso dañina. Más aún, creemos que cierta interpretación de la filosofía budista, en connivencia con el posmodernismo, ha sido una aliada involuntaria del neoliberalismo y todo el mal que este sistema de relaciones sociales y ecológicas ha causado y está causando en el mundo. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES"> </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">El segundo paso fue presentar el programa específico del módulo. Hicimos un recorrido a vuelo de pájaro sobre el programa, explicando los títulos. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><b><span lang="ES">2. ¿Por qué estudiar, “rezar” o meditar?</span></b><b><o:p></o:p></b></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">A continuación, iniciamos una breve reflexión en torno a la motivación. Tradicionalmente, las enseñanzas se organizan en función de las motivaciones de los practicantes. En el género llamado de “los estadios del camino a la Iluminación”, por ejemplo, se habla de personas con diferentes capacidades. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">Las capacidades se juzgan en función de la visión, los intereses y los compromisos que los practicantes son capaces de adoptar. Se dice que una persona que solo reflexiona y medita para lograr la felicidad en esta vida no es un practicante religioso. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">El primer nivel de motivación es el de aquel que quiere mejorar su condición en el samsara o ciclo de existencia cíclica y se compromete con una ética de la restricción, es decir, un comportamiento y el cultivo de hábitos para poner freno al mal, al daño. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">El segundo nivel es el de la persona que comprende que no puede mejorarse la condición en el samsara indefinidamente, y decide que la única opción para superar la amenaza del sufrimiento es la liberación, y por ello se compromete con las prácticas de la meditación con el objetivo de poner fin a la ignorancia y las emociones negativas que hacen que nos revolvamos en la existencia cíclica, prisioneros de nuestro aferramiento al placer, nuestra aversión al dolor, y nuestra ignorancia o indiferencia básica. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">Finalmente, el practicante comprende que la liberación personal es insuficiente. Otros seres, vinculados a nosotros a través de los ciclos de nacimiento y muerte desde el tiempo inmemorial, están también atrapados en el sufrimiento. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">3. Dimensiones de la ética<o:p></o:p></span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">Obviamente, una explicación de estas características exige que creamos en el renacimiento. Si este no es el caso, la pregunta es cómo elaborar una distinción apropiada de diversos tipos de motivación. Existen diferentes maneras de hacerlo. Hemos explorado algunas de estas argumentaciones en el pasado. En este caso me centraré en algunas sugerencias de la filosofía de la liberación, especialmente, de su ética. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES"> </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">La filosofía de la liberación habla de dos dimensiones de la ética. La ética convencional, que corresponde a una totalidad social determinada, y la ética crítica. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">La ética convencional, siendo un producto contingente, es siempre limitada, en cuyo caso produce, voluntaria o involuntariamente, condiciones para el mal. Por ejemplo, una ética convencional comunitaria, pese a promover una visión inspirada por el amor y la justicia entre sus miembros, produce víctimas intracomunitarias y extracomunitarias. Ciertos grupos, como en el pasado las mujeres o las personas de color, o los usuarios de lenguas, costumbres o creencias minoritarias reciben un trato desigual o incluso sufren el desprecio de quienes se conforman a la mayoría. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">En este punto emerge la ética crítica, que no se articula desde el interior del orden moral vigente, sino que lo hace desde la exterioridad de la totalidad de ese orden moral, desde sus víctimas. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES"> </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">La ética budista, pese a su universalismo abstracto, históricamente, en las sociedades que se ha encarnado, ha producido sus propias víctimas. Esto prueba que el budismo tiene que desarrollar su propia ética crítica. Por ejemplo, el lugar de las mujeres, o el de las minorías étnicas, ha sido tradicionalmente subordinado. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES"> </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">Ahora bien, el budismo posee instrumentos dentro de la propia tradición para generar su propia ética crítica. Por ejemplo, cuando se habla de diversos niveles de motivación, se puede decir analógicamente, que el primer nivel corresponde a la ética de la totalidad del orden moral vigente en un momento determinado, una ética convencional. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES"> </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">Cuando esa ética convencional se muestra limitada y contradictoria, cuando el principio de no dañar no puede sostenerse porque el orden comunitario para su propia sostenibilidad y expansión exige el sacrificio de las víctimas, se abre el espacio para la ética crítica, la ética de la liberación. El orden moral convencional es imperfecto e involuntariamente produce víctimas, de modo que se inicia la crítica del orden moral vigente desde la exterioridad, que es vacuidad, vacío, desde la perspectiva de la totalidad social que sustenta esa moral.</span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES"> </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">La ética crítica tiene dos dimensiones. Una dimensión negativa, que es una crítica deconstructiva del orden vigente, que se manifiesta de manera variopinta en el <i>samsara</i>. Y una dimensión positiva, en la cual se intenta una reconstrucción de la comunidad de un modo en el cual las víctimas puedan ser incluidas y el daño reparado, con el fin último de la realización de todos. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">Obviamente, este proceso crítico se extenderá indefinidamente hasta alcanzar hipotéticamente la iluminación universal, una instancia de omnisciencia que nos permitiera identificar todas las víctimas, todos los afectados de nuestras acciones individuales y colectivas, hoy ocultas debido a nuestra ignorancia. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES"> </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">Efectivamente, hoy reconocemos, por ejemplo, que es inaceptable la discriminación de otros seres humanos debido a su condición racial, étnica, cultural, de género, nacional o religiosa, para poner algunos ejemplos. Eso no significa, por supuesto, que hayamos resuelto los problemas de discriminación sobre la base de la identidad. Pero, además, vivimos en sociedades donde la desigualdad es lacerante, donde la obscenidad consiste en la violenta e inmoral acumulación de riqueza en las manos de unos pocos, a costa de la miseria de la inmensa mayoría. Pero, además, existen otros seres vivientes no humanos que padecen las injusticias que produce una comunidad basada en el reconocimiento casi exclusivo de derechos de los seres humanos, en exclusión de los derechos de otros seres sentientes. Pero, además, hay derechos de quienes existen en el presente, que vulneran los derechos de quienes aún no han nacido o el futuro de las generaciones venideras. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES"> </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">Todas estas miserias perpetradas para nuestra propia felicidad en el marco del orden moral que hemos construido colectivamente demuestran que nuestro orden moral es involuntariamente injusto. De modo que decidimos adoptar la perspectiva exterior del sistema, la perspectiva que nos muestra la víctima, el excluido, el que no cuenta entre los que cuentan. La práctica de la liberación personal que se articula a través del yoga de la vacuidad es un instrumento dialéctico-práctico que pone en cuestión el fetiche del orden moral comunitario convencional. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">En otras palabras: el hecho de ser personas decentes en el seno de una comunidad privilegiada, no nos libra del mal, de la injusticia que involuntariamente resulta de nuestro privilegio. Noam Chomsky puso un ejemplo muy ilustrativo sobre el tema. Una señorita blanca de buena familia y con un buen corazón en el sur esclavista durante el siglo XIX, pese a su buena voluntad y su empeño por enseñar a leer y a escribir a las crías de los esclavos negros de su padre hacendado, aunque crea un karma positivo con su decencia, no puede evitar, a menos que se convierta en un factor de cambio real de la situación de radical oprobio que viven sus congéneres denigrados, en ser corresponsable de un sistema injusto como el que impuso la esclavitud. El yoga de la vacuidad nos ayuda a liberarnos de la identificación con un mundo convencional determinado. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES"> </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Pero eso no es suficiente. No podemos vivir en la nada, en la experiencia mística que nos ofrece la vacuidad por siempre jamás. Tarde o temprano somos convocados a crear una comunidad alternativa, más inclusiva, más universal, menos injusta, más bondadosa, más compasiva. Esta es la expresión de la bodhichita en el mundo. Los bodhisattvas son aquellos dispuestos a poner en cuestión el orden convencional vigente para crear un orden mejor, sabiendo, siempre, que todo orden finalmente encontrará sus límites, creará sus víctimas y deberá negarse a sí mismo para superar las injusticias involuntarias que produce. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><b><span lang="ES">4. Un nuevo punto de partida</span></b><b><o:p></o:p></b></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">Hoy el budismo institucional está en una profunda crisis. Sin embargo, eso no debería asustarnos. Las crisis producen cambios, transformaciones, revoluciones. Esas revoluciones, sin embargo, no deben entenderse necesariamente como rupturas radicales. Pueden, por el contrario, entenderse como rupturas profundas, dolorosas, pero en continuidad con el espíritu de la tradición. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES"> </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">El budismo, tal como lo conocemos, nos inspira, pero también es fuente de injusticias patentes que ya no pueden negarse. Racista, en ocasiones xenófoba y chauvinista, misoginia, y hoy más que nunca, en su versión anglo-estadounisense y europea, un budismo postrado ante la tecno-ciencia y el capital en desmedro de los pueblos periféricos.</span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES"> </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">De este modo, el primer nivel de la práctica meditativa tiene el objetivo de modelar personas decentes capaces de actuar éticamente dentro del orden moral de sus propias comunidades. En el segundo nivel de la práctica, alcanzamos una suerte de madurez intelectual y emocional, lo cual supone liberarnos de los compromisos de pertenencia, lo cual nos permite identificar las limitaciones de nuestra ética convencional. Solo asumiendo la perspectiva exterior al orden vigente podemos ser libres. Pero esa exterioridad no es la nada, sino la perspectiva de las víctimas, de los que no cuentan entre los que cuentan, que ponen en entredicho nuestro orden de sentido, mostrando en última instancia su vacuidad, su relatividad, sus limitaciones, y las injusticias que voluntariamente o involuntariamente produce para sostenerse y expandirse. Por lo tanto, el primer tema es la libertad, y con ello, qué significa ser un individuo. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES"> </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">La segunda práctica está relacionada con la comunidad. ¿Qué tipo de comunidad debemos construir para reparar las injusticias que nuestra comunidad actual perpetra? ¿Qué tipo de comunidad tenemos que construir para incluir a aquellos que sistemáticamente excluimos, robándoles con ello la preciosa oportunidad que supone la vida, la posibilidad de reproducirla y desarrollarla?<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><b><span lang="ES">5. Las cuatro nobles verdades y el cultivo del espíritu de la iluminación</span></b><b><o:p></o:p></b></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">En este contexto, introdujimos las cuatro nobles verdades. Las introdujimos presentándolas como un instrumento heurístico revolucionario y no un dispositivo conservador. Las cuatro nobles verdades son una invitación al cambio social, a la transformación global, y no simplemente un instrumento para facilitar el conformismo, combinado con un esteticismo posmoderno o un moralismo puritano que anima al sacrificio en pos de la “pureza del cuerpo y el alma” (otro slogan de nuestra era poshistórica). </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES"> </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">Luego presentamos la práctica del tonglen como quintaesencia de la bodhichitta o espíritu de la iluminación. En el curso anterior, después de presentar los cuatro inconmensurables: bondad, cuidado, celebración, ecuanimidad y justicia, exploramos el método de siete pasos para generar la bodhichitta. En esa ocasión dijimos que la base de la práctica consistía en reconocer el vínculo inherente con todos los seres sentientes. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">En el caso cristiano, por ejemplo, esa vinculación, enfocada en otros seres humanos, se da en el marco de una visión en el cual todos somos hijos e hijas de Dios. De modo que lo que nos une es la fraternidad. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">En cambio, en la tradición budista la visión es maternal. Todas hemos sido madres de todos los demás, y hemos estado en el seno de todos ellos. Es decir, lo que nos une es la maternidad universal. La gran <i>matrix</i>. </span>Sobre esa base se explica lo que adeudamos a los otros, y nos comprometemos a pagar dicha deuda. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Esto exige por nuestra parte una transformación radical que haga posible el pago de la deuda, porque en nuestra condición actual la deuda es impagable. Para pagar tenemos que convertirnos en Budas, es decir, hacernos con un tesoro tan valioso e inextinguible que pueda beneficiar a todos los seres para llevarlos a ellos mismos a la liberación y la iluminación. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES"> </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">En esta primera sesión, lo que hicimos fue explorar el segundo método para desarrollar la bodhichitta. En este caso, se trata de intercambiarnos a nosotros con los otros. Para ello tenemos que reconocer que nuestro propio orden moral es egocéntrico y egoísta. El mundo es para nosotros habitualmente solo una fuente recursos materiales y humanos para explotar en nuestro exclusivo provecho. Ese egoísmo y ese egocentrismo es la causa de todo mal. Mientras que el altruismo y el alter-centrismo es la causa de todo bien. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES"> </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">Una vez más, la totalidad del orden moral de privilegio individual y colectivo que encarnamos debe ser derrocada. Para ello, qué mejor que abrir las puertas de la ciudad para que entren los otros y disfruten de la fiesta. Aquellos que han sido excluidos de la cena son invitados a participar. Es la famosa historia de Jesús multiplicando los panes y los peces, o convirtiendo las vasijas de vino en inagotables. La bodhichitta es el anhelo de crear una comunidad sin exclusiones, basada en la bondad y la justicia. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES"> </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="ES">Por supuesto, habrá quien dirá que un pensamiento de este tipo es utópico, irrealista. Lo cierto es que siempre podemos trabajar para edificar una comunidad más justa e inclusiva, más bondadosa y cuidadosa. Quienes no son capaces de soñar con una comunidad de este tipo, lejos están de la bodhichitta, y por más sofisticadas que sean sus visualizaciones y expertos sean en mover sus energías, son el hazmerreír de un verdadero practicante tántrico.</span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-82122944681895298092022-01-31T14:02:00.015+01:002022-02-01T12:57:10.636+01:00STANDING AT THE EDGE. A Response in Six Steps and a Proposal <p><span style="color: #0b5394; font-family: times;"><span style="text-align: justify;">[The following text is my response and proposal to the event "Standing at the Age" organised by Mind & Life Europe, and broadcast on 26 January 2022. </span><span style="text-align: justify;"><span>The Youtube link to the event:</span> <a href="https://www.youtube.com/watch?v=qOxcy5St-lg">https://www.youtube.com/watch?v=qOxcy5St-lg</a></span><span style="text-align: justify;"><a href="The following text is my response and proposal to the event "Standing at the Age" organised by Mind & Life Europe, and broadcast on 26 January 2022. The Youtube link to the event: https://www.youtube.com/watch?v=qOxcy5St-lg" rel="nofollow"> </a>]</span></span></p><p><span style="color: #0b5394; font-family: times;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="color: #0b5394; font-family: times;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/qOxcy5St-lg" width="320" youtube-src-id="qOxcy5St-lg"></iframe></span></div><span style="color: #0b5394; font-family: times;"><br /></span><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /><div style="text-align: justify;">(1) I have listened very carefully to the interventions of the panellists. I found many valuable elements for reflection. However, I believe that there is an underlying problem that must be explicitly taken on board. It is not possible to talk about standing at the edge without taking into consideration that this edge is a civilisational construction. Is the expression of a very particular «totality with its exteriority», a historically instituted regime of social and ecological relations that dominates not only institutional forms and social practices, but also, in a subterranean way, our own consciousness, our imaginations.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"One world is dying and another has not yet been born". This phrase by Antonio Gramsci expresses the bardo's experience at the political level. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">(2) However, the world that is dying, like the life of each of us at the moment of our own deaths, is not just any world, but a concrete world, with its history, its character, its promises. Bardos are not empty experiences, but on the contrary experiences charged with our own unbridled history. Therefore, being open does not mean contemplating the desert of the real standing on the edge and looking at the abyss. The Heart Sutra says: </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">«Form is emptiness. Emptiness is form». </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">(3) Of course, we must maintain humility and avoid at all costs the kind of domineering and instrumentalist attitudes that has been so much talked about since the very beginning of modernity. Who could disagree? But this does not mean keeping a passive attitude. Dialogue with reality always demands a response on our part. The bodhisattva path is not merely contemplative. The bodhisattva is called to act, to restrain evil, and to promote goodness.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">(4) The truth is that history will repeat itself if we do nothing about it. Buddhists talk about cyclic existence. Marxists about the recurrent cycles of crisis of a system characterized by inherent contradictions. So, we know what the future will be if we do nothing about the present. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">(5) Therefore, we are faced with a situation in which reality cries out to be recognised on its own terms. This reality is characterised by the imposition of a regime of social and ecological relations based on value and valorisation, which feeds on life, which uses life as the means of this valorisation. The fetishization of such social and ecological relations is the most notorious expression of ignorance in our time. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">(6) Therefore, we have to name "capitalism" by name, to reclaim life from the market, in order to avoid an abstract, gnostic spirituality that undermines a genuine understanding of the problems we are facing. This basically means encouraging us to link contemplative exploration with political reflection, not as a gesture of goodwill, but as a genuine assumption that our contemplative practice is always political and thus either a path to collective liberation or an encouragement for the world to remain what it is: a scene of violence, inequality and environmental destruction.</div></span><div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></div><span style="font-family: times; font-size: large;"><div style="text-align: justify;">(7) We need to go back to the basics: the basics are survival and the ethical dimension involved in the mere survival as the foundation for any possible spiritual path of liberation. What do I mean by "survival"? I mean that the first ethical demand, as the philosophy of Liberation points out, is the production and reproduction of life. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">This is in perfect agreement with the initial intuition of Francisco Varela, who, to some extent, was able to draw deep analogies between the functioning of the cell and the ethics of liberation and enlightenment. Here is where, for me, enactivism, traditional contemplative practices and liberation philosophy could share a path of mutual understanding and dialogue, uniting the political North with the political South, the spiritual practices of the global South with the spiritual practices of the global North. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">But the place where the global North and the global South must meet is politics, understood as the dimension of will. For it is the wills for survival of the global North and the global South that are in dispute. It is not a theoretical problem, nor a practical-instrumental problem. It is a problem of political will. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">We could put it in the words of Wendy Brown. The question is who deserves to live and who deserves to die? This is the challenge posed to us by the global right these days. A challenge we cannot shirk with impunity. </div></span><br /> <style class="WebKit-mso-list-quirks-style">
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</style></div>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-76437490382501641372022-01-25T21:51:00.016+01:002022-01-26T11:51:42.276+01:00RACIONALIDADES EN PUGNA. ARGENTINA FRENTE A LA DEUDA <p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En estos días, el gobierno de la República Argentina se debate frente a una encrucijada que merece una consideración sosegada pese a la urgencia del momento. </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Como es bien sabido, el gobierno del Ingeniero Mauricio Macri endeudó al país de manera irresponsable para el pueblo argentino, y aceptó condiciones de pago imposibles de honrar por parte del Estado frente al Fondo Monetario Internacional. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por otro lado, es de público conocimiento que el préstamo concedido al país y el uso que se hizo de dicho préstamo contravino los estatutos del propio Fondo Monetario Internacional, y se realizó sin el expreso consentimiento del Congreso Nacional, convirtiendo a toda la operación en ilegal internacionalmente, y anticonstitucional a nivel local. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Los propios funcionarios del FMI, y del gobierno de los Estados Unidos que presionaron por razones geopolíticas por la aprobación de dicho préstamo, hicieron declaraciones que confirman el carácter espurio del endeudamiento, y el propio Mauricio Macri ha declarado públicamente a medios internacionales que el objetivo central de la operación fue blindar su candidatura a la reelección ante el peligro que suponía, para los inversionistas extranjeros, el retorno del kirchnerismo. Todo esto es de público conocimiento, y por ello no abundaré en detalles informativos que pueden encontrarse con facilidad en los medios oficiales y en las redes sociales. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Lo que quisiera hacer es reflexionar sobre las racionalidades en pugna que justifican las posiciones de los actores políticos frente a esta cuestión. Y quiero hacerlo prestando atención a un debate análogo que aún anima la esfera pública en estos días y que ha marcado la agenda mediática en los últimos dos años de pandemia. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Me refiero al debate en torno a la prioridad última de la economía frente a la vida, o la necesidad alternativa de priorizar una ética humanista frente a las prerrogativas del mercado. En este caso concreto, lo que me interesa subrayar es el modo en el cual se argumenta a favor de un cumplimiento irrestricto de las obligaciones frente al mercado financiero y los organismos multilaterales como el FMI, incluso si ese cumplimiento, aun habiendo sido a todas luces irregular en origen, pone en entredicho, nada más y nada menos, que la vida misma del pueblo argentino en las próximas décadas. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Sabemos perfectamente que la lógica inherente del capitalismo, tal como quedó demostrado en la crisis de 2007-2008, solo atiende a las necesidades del mercado. Eso explica el aparentemente irracional salvataje de las instituciones financieras que produjeron la crisis por parte de los «Estados democráticos», en detrimento de la vida de los millones de ciudadanos que eran su responsabilidad directa, a quienes abandonaron a su suerte. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Los argumentos en aquel entonces fueron básicamente los siguientes: la razón por la cual debemos salvar a los bancos y otras entidades financieras del descalabro, y no a las familias, es que el sistema vigente debe preservarse a cualquier costo. De modo que cientos de miles de millones fueron destinados al salvataje de las grandes fortunas, en detrimento de la salud, la educación, y el bienestar de las poblaciones, cuidándose muy bien el poder político y judicial de no molestar a los responsables fácticos de la debacle, que no sufrieron ni siquiera un susto que los despeinara. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Diez años más tarde, cuando el mundo se enfrentó a la pandemia del COVID-19, volvimos a encontrarnos con una encrucijada análoga. En aquel momento, lo que estaba en juego era, por un lado, la vida y la salud de la población, y en contraposición, la economía. La respuesta del poder político y económico ha sido clara. La promesa de Davos de un «reinició de la humanidad» ante la catástrofe (como solemnemente declararon) no se refería a la implementación de nuevos criterios a favor de la vida, sino una vuelta de tuerca al proceso de acumulación a través de una violenta ofensiva cuyo objetivo último no consistió en otra cosa que acelerar el proceso de extracción de plusvalor y acumulación de capital ficticio en detrimento de la población mundial. El comportamiento de los laboratorios es un ejemplo del carácter desalmado del capital global. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Ahora bien, sería un error por nuestra parte indignarnos ante semejante comportamiento. El león es carnívoro y solo percibe a su presa como alimento cuando está hambriento. En buena medida, lo que Marx nos enseñó es que un régimen de relaciones sociales capitalista responde de manera ineludible a una lógica que es indiferente a la moral de sus agentes. No se trata de buenos y malos capitalistas. Se trata de capitalistas sin más, y sus víctimas. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">El capitalismo es un orden de relaciones sociales basado exclusivamente en la ganancia y la acumulación. El sistema no opera con criterios que responden a las exigencias de la vida, sino que opera con la lógica de la apropiación por desposesión y explotación. En este contexto, un «buen» capitalista sería como un león vegetariano. Por más amabilidad o cortesía que demuestre en su trato personal, en su rol como capitalista, no tiene otra alternativa que actuar despiadadamente o desaparecer, devorado por otros capitalistas que en la lucha fratricida de clase en las que está sumido, no dudarán un instante en someterlo. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por ese motivo, resulta grotesca, no solo la pretensión de un «capitalismo con rostro humano», como en algún momento se publicitó como alternativa al capitalismo salvaje que impuso el neoliberalismo a partir de 1970, sino la idea, mucho más peregrina, de que el capitalismo puede domarse. La realidad de las economías centrales son una prueba de la incoherencia de una pretensión semejante. La pobreza endémica de la principal economía mundial, la estadounidense, y el deterioro creciente de las condiciones de vida en las sociedades europeas debido a la imposibilidad que supone pretender sostener una política democrática virtuosa en el marco de una competencia despiadada, da por tierra con cualquier pretensión en este sentido. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Necesitamos, de una vez por todas, entender que la economía política que encarna el capitalismo tiene por objetivo exclusivo la ganancia y la acumulación. La producción, por ejemplo, no está al servicio del bienestar de la ciudadanía, tampoco está vinculada al sostenimiento de un sistema de vida democrático al servicio de los derechos humanos entendidos integralmente. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Si bien es cierto que, desde una perspectiva histórica, puede argumentarse que existe una coincidencia entre el capitalismo y cierto aumento del bienestar relativo para la humanidad, la vinculación entre capitalismo y bienestar no es vinculante, sino meramente circunstancial. El capitalismo no es sinónimo de avance tecnológico. Tampoco es sinónimo de avance científico. El capitalismo no está relacionado necesariamente con la democracia y los derechos humanos. Mucho menos con la libertad, definitivamente se da de bruces con la igualdad, y es indiferente a la fraternidad. Al mismo tiempo, es posible e imperativo imaginar otros regímenes de relaciones sociales más inteligentes y armoniosos, cuyo fin primario e irrenunciable no sea otro que el cumplimiento del mandato político y moral de producir, reproducir y realizar la vida misma en el marco del respeto a su diversidad. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">El capitalismo ha logrado ampliar nuestra capacidad de consumo, pero no ha permitido que los pueblos decidan democráticamente en qué invertir sus esfuerzos colectivos. Muy por el contrario, la imposición de una guerra permanente, la naturalización de una desigualdad lacerante, y la indiferencia ante la destrucción ecológica, son una prueba irrefutable de que el capital tiene la última palabra. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">El sistema capitalista tiene un solo criterio de justificación, la ganancia y la acumulación del capital. Cualquier otro objetivo es circunstancial y no vinculante. Si las vacunas producen ganancias, éstas serán producidas. Si no lo son, las sociedades capitalistas no tienen manera de hacer que las mismas se produzcan, porque el capital elige sus objetivos exclusivamente a través del criterioso sopesar de la ganancia y la acumulación en el marco de la competencia en el mercado. De igual modo, la paz, el cuidado y la sostenibilidad ecológica, no dependen de la voluntad del poder, sino de la posibilidad de que una apuesta a dichos fines resulte beneficiosa en términos cuantitativos para el capital en su proceso de valorización. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">El gobierno de Alberto Fernández sostuvo, frente a la crisis de deuda que se avecinaba, que había encontrado la llave para sacarnos de la trampa que nos impuso Macri hipotecando nuestro futuro, cediendo nuestra soberanía a los fondos especulativos. Nos quiso convencer de que el capitalismo se había vuelto mágicamente humano. Como Mauricio Macri, quien pretendió convencernos de que su trato personal con Christine Lagarde era una muestra de la confianza y buena voluntad vegetariana del Fondo con la Argentina, Alberto Fernández tuvo también su celestina. Como Macri, el actual presidente y su ministro, Martín Guzmán, nos presentaron a Kristalina Gueorguieva como el nuevo rostro del Fondo «bueno», cuyo principal objetivo, sin embargo, nunca ha sido otro que proteger la hegemonía financiera de los Estados Unidos en el mundo a cualquier costo. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Argentina debe leer sus futuros alternativos en ese contexto. Mucho se ha hablado del modo en el cual el capital global ejercita su poder de dominio a través de la deuda. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">La Argentina sobre la cual Mauricio Macri y sus acólitos ejercieron su voluntad de dominio era una presa apetecida por el poder corporativo global y las élites locales, cuya hambre de acumulación y poder había sido restringido hasta cierto punto por los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. La relativa salud financiera del país, por otro lado, lo convertía en un blanco privilegiado del poder financiero internacional. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Macri no llegó al poder mágicamente. Más allá de los fracasos y claroscuros de los llamados «gobiernos progresistas» que lo precedieron, se puso en marcha una aceitada y violenta operación internacional que, a través de los tribunales locales y los medios de comunicación cuyo horizonte transnacional se ha vuelto evidente, cooptaron el imaginario de una buena parte de la ciudadanía, que fue convencida de que sus intereses de clase coincidían con los intereses de las clases oligárquicas locales, y los intereses corporativos a los que estos últimos están históricamente vinculados. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Como señaló en su día la vicepresidenta Gabriela Michetti, el modelo que Macri tenía en mente para la Argentina era análogo al rol de la India en el mercado global. Es decir, un modelo agroexportador y de servicios, capaz de suministrar a las economías centrales trabajadores con relativa cualificación a salarios bajos, en el marco de una pobreza extrema generalizada. La situación de la Argentina posmacrista ilustra hasta qué punto el proyecto macrista, tal como lo definió Michetti, fue todo un éxito en el cumplimiento de sus objetivos. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por todos estos motivos, Argentina debe suspender provisionalmente el pago de la deuda con el fin de avanzar decididamente en el proceso de investigación acerca de su legalidad en ambas instancias, nacional e internacional, afianzando de ese modo su soberanía. Especialmente, teniendo en cuenta la actitud recalcitrante que está mostrando el Fondo Monetario Internacional, como era de esperar, y la complicidad abierta de la oposición en la Argentina que parece operar en tándem con los funcionarios del organismo en contra de los intereses del pueblo argentino. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">De este modo, se enfrenta en el escenario público dos tipos de racionalidades irreconciliables, dos voluntades inconmensurables. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por un lado, la racionalidad instrumental y la voluntad de dominio del Fondo Monetario Internacional, representante institucional de las élites globales en su proyecto irracional de acumulación a través de la explotación y la desposesión ilimitada de la naturaleza y los seres humanos. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span lang="ES"><span style="font-family: times;">Por </span></span><span style="font-family: times;">el otro lado, la racionalidad y la voluntad de un pueblo que se juega, </span><span style="font-family: times;">en última instancia, su propia supervivencia y dignidad, la posibilidad de su reproducción y el desarrollo de su vida en libertad. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><br /></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">
</span></span></p><p style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 11px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px;"><br /></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><br /></p>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-59958048368446149622022-01-20T15:31:00.008+01:002022-01-20T15:49:45.692+01:00EL PAÍS DE LAS COSAS «ROMPIDAS»<p style="text-align: justify;"><br /></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Las noticias que llegan de la Argentina son preocupantes en muchos sentidos. Las evidencias de que las máximas autoridades del gobierno de Mauricio Macri, incluido el propio expresidente y la gobernadora de la provincia más poblada del país, María Eugenia Vidal, condujeron de primera mano la persecución judicial y policial contra opositores políticos, sindicalistas, periodistas, e incluso recopilaron información ilegalmente y armaron causas preventivas contra miembros de su propio partido y aliados circunstanciales, constituye la más grave vulneración del estado de derecho en la Argentina desde el regreso a la democracia en 1983. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">La historia de Mauricio Macri avala que se considere al expresidente un delincuente reincidente en lo que respecta a este tipo de crímenes. Recordemos que Macri llegó a la jefatura del Estado procesado por una escandalosa causa de espionaje ilegal dirigida, por un lado, contra su oposición política de aquel entonces, competidores empresariales, víctimas y familiares del atentado terrorista más grave que jamás sufrió el país en toda su historia, e incluso sus propios familiares. El hecho de que el PRO y la UCR, los dos pilares de la antigua alianza Cambiemos, hoy Juntos por el Cambio, no hayan iniciado una purga en el interior de la misma, lejos de constituir una estrategia electoral errónea de cara a la cita electoral de 2023 en la que están sumidos los principales aspirantes a la presidencia, se ha convertido en un signo de la decadencia ética que hoy caracteriza a ambos espacios. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Sin embargo, sería un error creer que solo nos estamos refiriendo a un problema de «corrupción» tal como ésta se concibe habitualmente: la mera utilización indebida o ilícita de las funciones en provecho de sus gestores. Obviamente, esto también. El endeudamiento masivo a favor de inversionistas privilegiados en desmedro del país en su conjunto y el capitalismo de amiguetes que practicó la administración ponen en evidencia que el macrismo, pese a la honorabilidad que pretendió encarnar, fue sobretodo un dispositivo de desposesión al servicio de los círculos privilegiados que lo constituyeron, aliados con el capital global para lograr una porción del robo sistemático perpetrado contra los argentinos. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Obviamente, resultará difícil probar en los tribunales, debido al denso entramado de ocultamientos que caracteriza a la actividad mafiosa de este tipo de engranaje corporativo, favorecido por la extensa impunidad que promueve la reglamentación financiera y la invisibilidad que concede el orden societario. Sin embargo, a nadie debería caberle duda, si alguna vez sospechó de los claroscuros aparentes de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, que la «administración» macrista, lejos de ser responsable de hechos puntuales de corrupción, fue un dispositivo sistemático de desposesión y explotación al servicio de las minorías. En todas sus jurisdicciones, tanto a nivel local, como a nivel nacional, sobre la administración macrista cae el más oscuro velo nocturno en término de transparencia. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Sin embargo, como decía, no es la corrupción en el sentido habitual lo que me interesa pensar en esta nota, sino la corrupción como deterioro sistemático de valores, de usos, de costumbres, la corrupción como diarrea, como descomposición moral. Este es el escándalo institucional que ya no puede ocultarse, pese al empeño y el poder mediático y judicial que detenta aún el macrismo a nivel corporativo y en las propias instituciones. Esto es lo que debería poner en alerta a la ciudadanía: la evidencia de que el macrismo, con la complicidad de la Unión Cívica Radical, ha socavado el estado de derecho, llevándonos a una situación inaudita en la que los fundamentos mismos de la sociedad se encuentran hoy hechos añicos. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Obviamente, los casos más escandalosos ocupan hoy los portales de los diarios y las pantallas de televisión, aun de aquellos que han actuado concertadamente durante los últimos años bajo el expreso mandato de ocultarlos – lo cual demuestra la gravedad de los hechos, dicho sea de paso. Pero lo verdaderamente peligroso es el modo en el cual la corrupción en los tribunales ordinarios y en las fuerzas de seguridad, por un lado, y en la prensa amarilla, rosa o negra, ha socavado las seguridades jurídicas mínimas que exige una sociedad para mantenerse cohesionada. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Mucho se hablaba en tiempos de las presidencias de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de la ausencia de seguridad jurídica en el país, lo cual, se decía, socavaba el tipo de confianza exigida por el empresariado y el capital inversionista. Con ese discurso garantista a favor del capital llegó el macrismo al poder en 2015, asegurando a su electorado que se abría una nueva época para la nación. Se anunció un cambio profundo que estaba llamado, según se dijo en su momento, a poner de pie nuevamente el país con la bandera de la transparencia y la división de poderes por delante. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">El resultado fue muy distinto a lo previsto. El macrismo, envalentonado por el odio recalcitrante e histórico que anida en la sociedad – que hoy amenaza con convertirse en otra expresión pura y dura de fascismo, como en otros lugares del mundo – y el poder cuasi-absoluto sobre la esfera pública una vez desmantelados los intentos por poner freno al poder monopólico de la información de los principales grupos de noticias del país, claramente alineados con el proyecto neoliberal promovido por el presidente Macri y sus acólitos, reprodujo el Proyecto de Reorganización Nacional promovido por la última dictadura militar, pero esta vez en clave posmoderna. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Mientras el dictador Videla perseguía y aniquilaba ciudadanos bajo la consigna del respeto a la dignidad de los derechos humanos en clave humanista cristiana, Macri y sus acólitos se lanzaron a una salvaje persecución de sus opositores políticos, líderes sociales y sindicalistas, jueces genuinamente independientes y periodistas rebeldes, armados con las armas que les facilitaba el monopolio mediático, y el control del poder judicial, ocultado bajo el manto de un discurso posmoderno a la medida de la sociedad digitalizada. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">En ese contexto, el macrismo espió, armó falsas causas judiciales, inició procesos sumarios en los medios de comunicación con el fin de lograr linchamientos mediáticos que apuraran las condenas penales de sus opositores, acudiendo a las amenazas, la extorsión e incluso al terror para lograr sumar cómplices atemorizados a su cruzada de violencia criminal contra la ciudadanía.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Hay quienes pueden pensar que el colapso institucional solo afecta a las esferas prominentes del poder, que la ciudadanía de a pie vive una realidad diferente, marcada exclusivamente por los agobios cotidianos de la crisis económica, social y sanitaria que la afecta. Una apreciación de este tipo está completamente desencaminada. El macrismo afectó, no solo los fundamentos institucionales de la sociedad, sino, y lo que es más preocupante, sus imaginarios. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Si es cierto, como señalan los analistas estadounidenses, que el paso de Trump por la presidencia de los Estados Unidos ha retrotraído al país a una situación prebélica que recuerda los prolegómenos de una guerra civil, no es descabellado, como ya han señalado algunos analistas en Argentina, que estemos a las puertas de un nuevo período histórico de confrontación que se dirimirá, no en el marco democrático de entendimiento institucional, sino a través de las armas, las que sean más apropiadas para la destrucción o aniquilación de nuestros respectivos enemigos en la época en la que vivimos. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Sea cual sea el resultado, estamos hablando en cualquier caso de malas noticias. Es el fracaso de la política, el fracaso de una sociedad por construir mecanismos no violentos para dirimir los conflictos y, sobre todo, la desafortunada consecuencia de obligar a cada uno de los involucrados al desasosiego que supone luchar por la mera supervivencia, es decir, de conducir a la patria a una nueva forma de anarquía, estado de naturaleza o guerra civil. </span><span face="Calibri, sans-serif"><o:p></o:p></span></span></p>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-46348462717760312162021-12-18T11:09:00.005+01:002021-12-18T12:44:43.395+01:00EL GRITO<p style="text-align: justify;"><b style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Introducción</span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Vivimos tiempos convulsos, violentos, marcados por el abuso, la frustración y el agotamiento de las fuerzas vitales de las poblaciones, sometidas a una tensión creciente y un aparato impiadoso de desorientación cognitiva. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En un escenario semejante, no es casual la radicalización política y el desmembramiento del tejido social. La aceleración y precariedad que imponen los regímenes de acumulación flexible socavan las certidumbres que exigen los individuos y las sociedades para lograr su realización. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En este escenario, “la verdad y la mentira” se vuelven, en palabras de Nietzsche, fenómenos “extra-morales”, armas de destrucción masiva, meros instrumentos del poder. Sin verdad sustantiva, no hay comunidad. Arrecia entonces la soledad, impuesta como dínamo de un sistema de relaciones sociales volcado exclusivamente a la valorización del valor, la ganancia del capital.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span style="font-family: times; font-size: large;">La rebelión de las masas<o:p></o:p></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Los amantes y los amigos no consumen, se comparten mutuamente. En el abrazo amoroso o fraterno, no hay tiempo para las distracciones que nos ofrece el mercado. La soledad promueve el consumo y la competencia. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Ante la soledad que impone el sistema, el pánico hace crecer el tribalismo, la lealtad delincuencial, la arbitrariedad partidaria. No hay verdad excepto la que impone la necesidad de la supervivencia o el triunfo. Esto no solo en la vida pública. Las redes sociales son solo una muestra del caos emocional que reina en nuestras vidas individuales y en nuestras relaciones interpersonales, reducidas a su mercantilización creciente. La cuantificación de la popularidad de los dispositivos de dichas redes es un signo del deterioro de las formas genuinas de amistad basadas en la virtud.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Después de décadas de discusión en torno a la redistribución, el reconocimiento y la universalidad de los derechos humanos, vuelve el chauvinismo y las exigencias violentas de quienes pretenden que se les reconozca privilegios distintivos basados en el dinero, la clase, el género, la raza, la etnia o la lengua. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Sin verdad y sin mentira, las masas rebeladas de las que hablaba Ortega y Gasset, se alistan para la batalla.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span style="font-family: times; font-size: large;">El sonido del silencio<o:p></o:p></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Cuando el recién nacido tiene hambre, llora. Cuando el niño se ve privado de un capricho, patalea. El grito pertenece al género del llanto infantil y la pataleta. Es un signo de debilidad frente a las emociones que arrecian en nuestros corazones, disgustados ante una realidad que retacea sus recursos en la medida de nuestras expectativas. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Hay diferentes gritos. Los gritos de espanto son muy diferentes a los gritos de bronca. Los gritos que produce el odio al prójimo, no son iguales a los gritos de indignación que produce la injusticia. Se trata de gritos diferentes. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Aunque desde cierto punto de vista, lo mismo es el escándalo que produce una pila de platos que se estrella en el suelo y el silencio que se produce entre dos notas musicales en una partitura, en tanto los dos son fenómenos que pertenecen a la esfera del sonido, existe una diferencia cualitativa entre ambos que no debe olvidarse. El escándalo es al silencio, lo que lo superficial es a lo profundo, la forma a la vacuidad, la expresión al libertad, o la nube al cielo transparente. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">La muerte es una forma de grito del alma. A veces es un suspiro, otras veces una suerte de aleteo, un estertor. El grito de la muerte, sin embargo, es, en realidad, “menos que nada”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Ese “menos” de la nada a la que nos enfrenta la muerte, es el silencio que hacen posible dos notas musicales en una partitura. El silencio de la muerte es un sonido entre los vivos que enloquece con su eco las almas más débiles. Es un grito silencioso, de espanto, como el que ilustra el cuadro de Edvard Münch. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span style="font-family: times; font-size: large;">Conclusión <o:p></o:p></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por eso hay que aprender a callar o a hablar el sonido del silencio, el sonido de la muerte, que nos acecha en el presente con su acumulación de pérdidas pasadas y amenazas futuras. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">El insulto, el llanto, la pataleta, el abuso, la mentira, la manipulación o el desprecio son expresiones de la debilidad de ese ser mutante que es el animal humano cuando vive de espaldas a su única certeza: su muerte, sus horas contadas. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span><span face="Calibri, sans-serif"><o:p></o:p></span></p>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-2983459015407303742021-10-23T21:17:00.017+02:002021-10-24T11:01:23.772+02:00¿EL FIN DE UNA ILUSIÓN?<div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;">Las fuerzas progresistas en Argentina se enfrentan a una derrota electoral que augura un descalabro institucional. La derecha conservadora y libertaria, pese a haber conducido al país a una debacle durante su reciente mandato, exige al gobierno de Alberto Fernández una rendición incondicional. Su control de la agenda mediática y judicial le permite mantener al ejecutivo jaqueado de manera continuada. </span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><br /></span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;">Como en otras latitudes, la pandemia y sus consecuencias han abroquelado la bronca ciudadana detrás de personajes que expresan el cansancio, la frustración y el odio que fue cocinándose en los corazones durante los meses de confinamiento y distanciamiento, en los que se ahondó la vulnerabilidad de las grandes mayorías y se dinamitaron los cimientos de las clases medias. </span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><br /></span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><b>I</b></span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><br /></span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;">En la Argentina de hoy, se multiplican los abusos y las violencias de todo tipo, en una suerte de guerra de todos contra todos que parece regresarnos a una suerte de estado de naturaleza hobbesiano, en el que se está produciendo una peligrosa metamorfosis. Los restos virtuosos del orden institucional hoy en crisis parecen no ser ya efectivos para contener incluso los más flagrantes abusos, y la violencia se torna lenguaje cotidiano a la hora de dirimir las disputas entre derechos y privilegios. </span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /><span style="text-indent: 36pt;">Ahora bien, ¿qué esconden esos abusos y esas violencias que caracterizan a la Argentina posmacrista y pospandémica? ¿Qué nos dice la impotencia presidencial, la tibieza de sus respuestas ante la prepotencia opositora y empresarial que exige privilegios que violan de manera obscena el principio de igualdad ante la ley? </span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><br /></span><span style="text-indent: 36pt;">Los abusos sistemáticos que ejercita el poder real sobre la norma y su forma cuando estas no encajan con sus necesidades e intereses, junto a la impotencia notoria del actual representante elegido por el pueblo, pone en evidencia un nuevo orden de legitimidad: el de la fuerza. Y por ello augura para el futuro, a menos que medie un milagro, una etapa inhumana. El poder inhumano es, simplemente, aquel que niega la humanidad a sus enemigos.</span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><br /></span><span style="text-indent: 36pt;">En este marco, lo arbitrario, lo legitimado como prerrogativa de un poder abusivo, queda fuera de todo marco de mediación o sustanciación judicial. </span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><br /></span><span style="text-indent: 36pt;">Pero, ¿cómo se legitima un poder al que se le concede la prerrogativa del abuso? El nacimiento en una familia noble, la pertenencia a una etnia o una raza sobre otra, el género dominante, todo esto explica históricamente la subordinación de ciertos seres humanos en relación con otros. </span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><br /></span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;">Los imaginarios actuales tienden a justificar dicha subordinación e incluso enaltecerla con argumentos cuasi-darwinianos. La derecha reclama un regreso al realismo duro de las desigualdades biológicas, naturales, que justifican los privilegios. La verdad del poder triunfa de manera rotunda sobre el poder de la verdad.</span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><br /></span><span style="text-indent: 36pt;">En las sociedades contemporáneas, la riqueza es el factor clave. Para el 1%, las reglas que rigen para el 99% restante son una entelequia. El capitalismo concede al rico una suerte de invulnerabilidad que se asemeja a la infalibilidad de un papa en cuestiones doctrinales. Es inequívoca, incuestionable. Cualquier sugerencia de que los ricos deben atenerse a la ley es perseguida como terrorista. La riqueza es un derecho, incluso si está fundada en la estafa, el fraude, la explotación, el robo. </span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><br /></span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><b>II</b></span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><br /></span><span style="text-indent: 36pt;">En cualquier caso, cuando se producen abusos, estos no hacen más que evidenciar la arbitrariedad constitutiva que caracteriza ciertas maneras de ejercitar el poder. El que arbitra sobre la realidad de manera partisana siempre acaba socavando la dignidad de aquellos sobre los cuales ejerce dicho poder. Ese es el límite insuperable de una política basada en la pugna de intereses sectoriales, sin un bien común que permita construir una hoja de ruta compartida, que exige coincidencias y renuncias de todas las partes. </span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><br /></span><span style="text-indent: 36pt;">Estos abusos evidencian a su vez los mecanismos de legitimación sobre los cuales el poder logra su gloria simbólica. Cuando el abusador encarna el poder, su origen, estatuto o condición lo eximen de toda responsabilidad. En algunos casos, el abuso mismo es desdeñado como tal. En los casos más extremos, la culpa es achacada a la víctima, o el abuso es abiertamente silenciado. </span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><br /></span><span style="text-indent: 36pt;">La razón es comprensible. El abuso nunca es accidental, sino que es constitutivo del orden partisano. Al hacerse visible, desnuda lo que es el caso: la injusticia soberana.</span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><br /></span><span style="text-indent: 36pt;">Soberano, nos decía Schmitt, es aquel que impone la excepcionalidad para proteger la norma del orden vigente. El orden vigente es el orden del capital. El capital, como decía Ellen Meiksins Wood, es enemigo de la democracia. </span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><br /></span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;">El giro global hacia la extrema derecha es la respuesta del capital a los anhelos de igualdad y justicia que la crisis multidimensional que afecta al orden vigente pudieran materializar. La exacerbación de las frustraciones y la rabia, la alienación que impone la lógica del mercado (la incertidumbre, la precariedad y los abismos de la desigualdad) desactivan el potencial «transformador» de las reivindicaciones populares.</span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><br /></span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><b>III</b></span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><br /></span><span style="text-indent: 36pt;">La impunidad que exige Mauricio Macri y sus acólitos en la Argentina no debería ni sorprendernos ni indignarnos. Muy por el contrario, esa impunidad clarifica el escenario donde se juega la partida y el lugar que ocupan los espacios políticos enfrentados históricamente en el país. </span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><br /></span><span style="text-indent: 36pt;">Las fuerzas populares están siempre cautivas dentro de un orden que les es constitutivamente adverso. En dicho marco, la ley y el orden impiden la irrupción democrática preservando la norma que garantiza el privilegio. Las fuerzas antipopulares encarnan y conducen el poder policial de administración de lo sensible con el fin de asegurar impunidad y privilegios. </span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><br /></span><span style="text-indent: 36pt;">La evidencia de esta desigualdad ante la ley que celebran los voceros mediáticos o silencian quienes se acomodan al orden republicano de la injusticia formalizada, desenmascara la naturaleza de las relaciones sociales vigentes.</span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><br /></span><span style="text-indent: 36pt;">Las víctimas de la arbitrariedad expresan con claridad meridiana hasta qué punto el proyecto democrático liberal-republicano se encuentra en crisis y por qué motivo la única alternativa viable es la radical puesta en cuestión del orden vigente en sus fundamentos. </span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><br /></span><span style="text-indent: 36pt;">A esta altura, el gobierno de Alberto Fernández sabe que no hay salida democrática al entuerto en el cual se encuentra. El golpe de mercado, el acoso mediático, y la acción concertada de la política local, en tándem con los intereses transnacionales que aquellos representan en el país, clausura toda posibilidad de diálogo. </span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><br /></span><span style="text-indent: 36pt;">Lo que se le exige al presidente Fernández es una rendición incondicional, sin cortapisas. </span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="text-indent: 36pt;"><br /></span><span style="text-indent: 36pt;">Por ese motivo, en estos días se baraja en el seno de la coalición gobernante, por un lado, el costo de articular una resistencia abierta, o asumir la derrota como una suerte de rendición. El gobierno de Alberto Fernández, en sus acciones y en sus declaraciones, parece haber optado por esa asunción de la derrota. Si es así, se encamina a implementar en los años que restan de su administración, el ajuste (con paliativos) que exige el capital.</span><span style="text-indent: 36pt;"> Pero eso está por verse. Pese a la evidencia de los gestos y la declaraciones, la esperanza es lo último que se pierde. <br /></span><span style="text-indent: 36pt;"> </span></span></div><style class="WebKit-mso-list-quirks-style">
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</style>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-25535615057846302642021-09-13T18:35:00.003+02:002021-09-13T18:35:29.069+02:00LOS LÍMITES DE LA POLÍTICA<p><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p><span style="font-family: times; font-size: large;"> <b><span lang="ES">Introducción</span></b></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Vale la pena pensar qué hay detrás del giro global a la derecha que se extiende a lo largo y ancho del planeta, en un momento en el cual parece urgente articular una respuesta mancomunada para enfrentar la crisis que afecta de manera transversal a la humanidad en su conjunto, aunque cebándose especialmente con las poblaciones más vulnerables. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">En este contexto, pese a las dificultades que implica, las fuerzas populares progresistas necesitan resucitar un proyecto genuinamente internacionalista, capaz de hacer frente a la globalización neoliberal y sus alternativas neoconservadoras (cuyo rol consiste en proteger el actual orden de privilegio por medio de una estrategia anti-política). Esto conlleva la formulación consensuada de una alternativa factible que nos permita avanzar hacia una transformación radical. Algunas de las razones generales han sido expuestas en algunas de mis notas anteriores. Aquí quiero referirme a los límites de la política. Más específicamente, quiero hacer algunos apuntes acerca de los límites de la democracia representativa en tiempos de neoliberalismo y tecno-feudalismo.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><b><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">El odio a la democracia<o:p></o:p></span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">La crisis de legitimidad de las instituciones democráticas, «el odio a la democracia», como diría Rancière, juega indudablemente un papel central en la actual dispensación. Este odio debe entenderse como la expresión consumada de la lucha de clases. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Ahora bien, para entender este odio a la democracia como expresión de la lucha de clases necesitamos sortear el obstáculo o trampa que nos ha dejado la epistemología posmoderna, al colonizar el trasfondo de comprensión de las ciencias humanas y sociales, para infiltrarse luego a la sociedad en su conjunto gracias a la promoción de un sentido común en el cual las espiritualidades gnósticas, en alianza con el cientificismo y el constructivismo, han acabado haciendo desaparecer las demarcaciones que imponen las relaciones sociales de explotación y desposesión, deslegitimando con ello a las formulaciones sustantivas que justifican una política radical. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">En este sentido, no es de extrañar la alianza secreta que emparenta a los neoliberales y a los neoconservadores. Esta alianza tiene larga data, y se puede rastrear echando un vistazo a la formulación ética de sus pioneros. Hayek o Friedman son ejemplos elocuentes de los vasos comunicantes entre los ideales del fundamentalismo del mercado y una sociedad disciplinada en los cánones del más estricto conservadurismo. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Mientras que los primeros (los neoliberales) se han servido de una epistemología reduccionista que ha hecho del mercado y del agente económico las claves explicativas de la realidad social y política – es decir: mientras que el neoliberalismo ha logrado hacer «desaparecer» a la sociedad (con sus pobres y excluidos) y a la política (con sus reivindicaciones de reconocimiento, distribución y genuino internacionalismo) en favor de relaciones sociales basadas exclusivamente en el interés económico, la competencia y el mérito individual como ethos; la estrategia neoconservadora ha servido para redibujar los esquemas sociales y políticos que visibilizan la explotación y la desposesión, como los estadistas imperiales redibujaron las cartografías de sus posesiones para despojar a los pueblos de sus identidades históricas, forjar nuevas alianzas interclasistas, incluso si esas alianzas conducían a la guerra y el exterminio mutuo, si ello servía para garantizar el orden de privilegios y su perpetuación en el tiempo.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><b><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> Efectos de la pandemia<o:p></o:p></span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><b><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">La pandemia no hizo más que exacerbar los síntomas de los problemas constitutivos del capitalismo global, cuyo funcionamiento desbocado a partir del fin de la guerra fría aceleró los procesos de acumulación, y con ello, la desigualdad y la violencia, debido a la rendición incondicional de toda resistencia sustantiva al proyecto de clase impuesto como «armisticio» con la caída del muro de Berlín, en el cual, como en tiempos del Tratado de Versalles, el ganador pretendía ganarlo todo, y los perdedores estaban llamados a perderlo todo o sucumbir ante el poder imperial. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">El resentimiento global que exacerbó el «nuevo imperialismo» dio lugar al terrorismo global, la «Guerra contra el terror» y un proceso de deterioro de los derechos sociales y ecológicos que la llamada crisis de las subprime hizo patente a las sociedades centrales, cuando las periferias extracomunitarias en Europa, se replicaron en su territorio, y la «invasión de migrantes y refugiados» se convirtió veladamente en el principal supuesto bélico al que debían hacer frente las sociedades ricas, debido al «efecto llamada» que produce el hambre, la miseria y la desigualdad lacerante.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">En este marco histórico, la pandemia no hizo más que visibilizar lo que ya estaba presente en la sociedad, pero conduciendo la situación a un nivel superior, entre otras cosas, debido al grado de paranoia y frustración que impuso la amenaza de un enemigo minúsculo e invisible que ningún muro, ni régimen de vigilancia estaba preparado a contener. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">El virus venía de este modo a suplantar al terrorista suicida que durante los últimos años había mantenido en vilo a las sociedades centrales, causando estragos en los territorios en conflicto en la periferia, y animando un conjunto de medidas de vigilancia y control social impensadas en la dispensación previa, cuando las celebraciones por la libertad hipotéticamente reconquistada con el triunfo del capitalismo estaban aún en su apogeo, y nuestros intelectuales articulaban odas a los nuevos héroes de la democracia digital que, según decían, estaban construyendo una aldea global en la que reinaría la paz y la prosperidad por siempre jamás. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">En esos mismos años, sin embargo, el nuevo imperialismo fue manufacturando con prisas al enemigo que le serviría de espejo para cuando las crisis de acumulación, primero localizadas, luego abiertamente globales, se manifestaran. El neoliberalismo allanó el camino deshaciendo las identidades colectivas sobre la base de las diferencias de clase, y el neoconservadurismo, a la estela de las reivindicaciones identitarias, inventó su nueva cruzada, manufacturada a la medida de las reivindicaciones del neoliberalismo progresista.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><b><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">«Comunismo o libertad»<o:p></o:p></span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Hoy los ricos y las clases medias acomodadas están atemorizadas ante el desorden y el caos que los circunda. Las certidumbres se han desvanecido. El orden institucional, aquí y allá, pende de un hilo. El descrédito de la democracia es generalizado. Los Estados están atados de pies y manos ante el todopoderoso accionar corporativo que impone límites de hierro a los gobiernos de turno, además de manufacturar alternativas recalcitrantes para bloquear las iniciativas populares. Frente a las necesidades extremas que sufren amplios sectores de la población, el empobrecimiento generalizado de los sectores medios precarizados, la falta de horizonte que viven las nuevas generaciones, la violencia generalizada que afecta el tejido social especialmente en su base, la respuesta de clase consiste en enroscarse de modo beligerante sobre sí misma al grito de «comunismo o libertad».<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Ahora bien, es importante entender qué significa aquí la palabra «comunismo». No se trata simplemente de denunciar a la «bruja» de turno, sino de lograr, una vez más, disciplinar a la sociedad en su conjunto a través del linchamiento mediático y los escarmientos judiciales. No son solo los espectros soviético, cubano, venezolano o nicaragüense a lo que se apunta. Estos son solo emblemas que expresan de manera sintética un odio que se extiende de manera indiscriminada – como los mismos pioneros de la filosofía política neoliberal expresaron en su momento – a todas las iniciativas volcadas a construir un proyecto comunitario sustantivo que reconozca «lo común» como esfera de lo in-apropiable para el capital y exija su protección y dignidad. Lo común es la vida misma, y lo que hace posible la vida en nuestra Tierra. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><b><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Subjetividad y política<o:p></o:p></span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><b><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Sin embargo, esta descripción estaría totalmente desencaminada si no sumamos un condimento al análisis etiológico de nuestra situación presente. El elemento clave es la frustración reinante, que afecta al corazón mismo de la subjetividad contemporánea en grado sustantivo. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">El sujeto contemporáneo se encuentra acosado de manera ininterrumpida por fantasías que conducen, aparentemente de una manera ineludible, a una rendición incondicional del mismo ante la insatisfacción inherente y la pulsión de muerte que resultan de nuestra existencia condicionada. Insatisfacción y odio, basados en una aprehensión fetichizada de nuestras circunstancias presentes, se traducen en respuestas viscerales que el capitalismo ha convertido en las energías fundamentales que mueven la rueda de la vida y de la muerte de la que se alimenta, imponiendo un ritmo cada vez más acelerado para lograr la realización del proceso de valoración que lo define. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Este proceso de alienación y aceleración impuesto por el capital desemboca cada vez y de manera más frecuente, en sus crisis sistémicas, debido a las contradicciones entre las ilimitadas «ansias» de acumulación y disfrute instantáneo, y los cuerpos naturales y sociales finitos que habitamos. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><b><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">La libertad <o:p></o:p></span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><b><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Entonces, hay que preguntarse que es esa «libertad» que se contrapone al «comunismo». Tal vez, solo ansia de ser y pulsión de muerte concomitante, competencia y mérito, desigualdad y aceptación indiferente ante el sufrimiento de aquellos que quedan en el camino o sirven para forjar nuestro proyecto individual a cualquier costo. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">«Comunismo», en cambio, es el reconocimiento y el nombre circunstancial que damos a nuestra individualidad condicionada, vulnerable, dependiente, y las respuestas colectivas que damos a esta condición común, basada en la convicción de la igual dignidad de todas y todos, que debemos extender a cada ser viviente y sufriente que habita nuestra Tierra. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">El odio a la democracia es la expresión de esta voluntad de poder que pretende ignorar el trasfondo que hace posible la misma libertad. Ese trasfondo, en términos sociales, políticos y medioambientales es aquello que no cuenta en el cálculo de clase: los grupos esclavizados, explotados, despreciados, las realidades subalternas aptas para la explotación y la desposesión, y la naturaleza misma, fuente de recursos baratos y basurero gratuito al servicio del consumo irracional y la acumulación sin límites. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">La pandemia, lejos de hacernos mejores, ha puesto de manifiesto nuestras tendencias más arraigadas, fruto de las diligentes y violentas pedagogías que nos han convertido en el tipo de sujetos que somos. El capitalismo, pese a las piruetas discursivas de sus defensores, es abiertamente el mayor enemigo de la democracia. Ha logrado imponer regímenes electorales que simulan a través de un republicanismo de masas (masas precarias y desinformadas) una democracia caracterizada por la impotencia, debido a la servidumbre del poder político frente al poder del mercado.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">En este marco, las buenas intenciones de los líderes populares encuentran su techo de cristal en el hiper-individualismo y la atomización social impuesta a la política democráctica, por el <i>ethos</i> anti-político neoliberal. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">En este océano de individualidades alienadas, desorientadas dentro de un régimen de relaciones sociales marcado por la precariedad, la frustración y el miedo, se acrecienta la dificultad por parte de la política partidaria a dar forma a un proyecto común que no esté planteado exclusivamente en términos individualistas y, por ende, replique el mandato anti-político. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">De este modo, la única libertad relevante es la libertad negativa: la libertad de cada uno a no ser coercitivamente obligado a hacer lo que no le place, o forzado a no hacer lo que le place. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Tal vez, el ejemplo más notorio de esta anti-política caprichosa y egoísta se puso de manifiesto en la manera en la cual, pasado el shock inicial, las oposiciones políticas, aquí y allá, y la sociedad civil enrabietada, respondieron con infantil negacionismo y la difusión histérica de teorías conspirativas, a la tragedia que supuso para millones de persona la pandemia del Covid-19. </span><span face="Calibri, sans-serif"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm;"><span lang="ES"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm;"><span lang="ES"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm;"><span lang="ES"> <o:p></o:p></span></p>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-41083158325480810082021-09-12T13:46:00.007+02:002021-09-12T17:15:12.197+02:00POSPANDEMIA <p><span style="font-family: times; font-size: large;"><b></b></span></p><span style="font-family: times; font-size: large;"><b><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div></b></span><p></p><p><span style="font-family: times; font-size: large;"><b><span lang="ES">Tiempos interesantes</span></b></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;">La crisis que afecta a la humanidad parece abarcarlo todo. Sin embargo, cabe preguntarse, de qué modo interpretar el presente. ¿Estamos ante el final de un ciclo histórico, el final del actual régimen de relaciones sociales capitalistas tal como lo conocemos, o más bien, como señalan otros, en la antesala de un colapso civilizacional, o incluso la extinción de nuestra especie? ¿Será la tecnología quien nos salve, o las circunstancias nos forzarán a un nuevo modo de vida, a establecer una nueva forma institucional para organizar nuestras relaciones sociales y nuestra relación con el resto de la naturaleza no humana, un nuevo contrato socioeconómico, político y ecológico que haga sostenible nuestra existencia en la Tierra? Si hablamos de cambio de paradigma, de un final de ciclo, lo que siga no necesariamente será mejor de lo que hemos tenido hasta el momento. Sin embargo, ¿podemos continuar por esta misma vía? El horror se asoma como alternativa, pero el miedo a errar no justifica nuestras precauciones conservadoras. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><b><span style="font-family: times; font-size: large;">Rocket Man</span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;">Hay quienes sueñan con una solución más drástica: la vida humana en otros lugares del cosmos, la colonización de las estrellas, una élite de millonarios y científicos capaces de preservar el legado de nuestra historia colectiva más allá de nuestro planeta. Aunque un proyecto de estas características es actualmente solo accesible a la imaginación a través de la ciencia ficción, la esperanza de una vida humana más allá de nuestro cuerpo terrestre parece ocupar hoy un lugar análogo al que en su día mantuvo esperanzada a la humanidad con una vida celestial. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;">Hace unas semanas, cuando Jeff Bezos, fundador de la empresa Amazon, regresó de su viaje de 11 minutos en su nave «Blue Origin» en la que ascendió 60 millas por encima de la Tierra, enfundado en su traje espacial, rematado con un sombrero de cowboy, agradeció ante las cámaras a los empleados de su empresa y a los clientes porque, según nos dijo, son ellos los que en última instancia han pagado por su aventura estelar, a la estela de las iniciativas de Richard Branson y Ellon Musk, los otros superricos embarcados en la carrera espacial. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;">El agradecimiento de Bezos ilustra nuestra situación actual. Un superrico declara abiertamente que es el esfuerzo de los trabajadores en su empresa lo que le ha permitido realizar la hazaña. Los trabajadores le responden con denuncias reiteradas de la explotación y desposesión a la que son sometidos, y al tipo de prácticas antisindicales a las que se los somete colectivamente para impedir la defensa legítima de sus intereses de clase. Como ha ocurrido siempre, los ricos defienden sus privilegios, a costa de los derechos de sus trabajadores, al tiempo que invierten el plus-valor que extraen a través de la explotación y la desposesión concertada, en sus emprendimientos caprichosos. El sueño de una solución tecnocrática ante las amenazas que nos acorralan, parece no ser sustentable, si entendemos como parte integral de la sustentabilidad, la defensa concertada de los derechos a la vida y a la promoción de la vida de todos los involucrados. Si, como el propio Bezos confiesa, son los trabajadores y clientes de Amazon los que han costeado su viaje de 11 minutos al espacio, ¿no deberían tener voz y voto en el modo en el cual se invierte la riqueza colectivamente acumulada? <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><b><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><b><span style="font-family: times; font-size: large;">Laboratorio «Pfizer»</span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;">Después del «clímax» de la pandemia, cuando millones de personas morían a lo largo y ancho del planeta, sin recurso a la esperanza de una vacunación que pusiera freno a la expansión del virus, estamos de regreso con nuestros problemas sistémicos, y con signos notorios de que estos problemas, lejos de haberse aligerado con el paso del tiempo, se han profundizado, en parte debido a la misma crisis sanitaria, en parte por las mismas condiciones que la crisis sanitaria impuso a la ciudadanía global, y en parte por el tipo de respuesta que los Estados y las corporaciones aparentemente están promoviendo para la llamada «recuperación» de la economía mundial – recuperación que supone, ni más ni menos, que una apuesta conservadora a mantener los límites del debate en el marco previo a la pandemia, cuando ya era evidente para muchos que el sistema estaba dando muestras de agotamiento, y las formas institucionales de la gobernanza global mostraban ya signos innegables de encontrarse a las puertas de una crisis de legitimidad, que hoy, en todos los rincones del planeta, se vive con angustiosa incertidumbre. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;">Obviamente, la pandemia no ha llegado a su fin. Especialmente, en los países más pobres, y como consecuencia directa de la especulación económica y geopolítica de los Estados centrales y la competencia despiadada de las corporaciones involucradas, abusivas en sus prerrogativas y exigencias a los Estados en plena crisis humanitaria, el virus campa a sus anchas, amenazándonos con nuevas cepas que podrían volver inútiles nuestras actuales tecnologías farmacéuticas, aparentemente sobrevaloradas, teniendo en cuenta la creciente evidencia de la limitada inmunidad que proveen a mediano plazo. Israel, recientemente, ha anunciado el cuarto ciclo de vacunación en el país en un solo año, ante la acelerada disminución de la inmunidad de su población, vacunada enteramente con el producto de la empresa Pfizer. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><b><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;">Kabul-Saigón<o:p></o:p></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;">En este marco, la fragilidad del equilibrio geopolítico internacional se ha hecho patente con la huida apresurada, caótica, de las fuerzas militares de ocupación en Afganistán. Las imágenes del aeropuerto de Kabul durante las semanas de la desbandada, junto a los testimonios de algunas de las víctimas, privilegiadas ante las cámaras por su estrecha relación con el contingente de ocupación, dejaron patente, para empezar, la debilidad de la Unión Europea para imponer condiciones razonables para la retirada de su personal en el terreno. Por el otro, la impotencia de las fuerzas de ocupación estadounidense para defender el último reducto bajo su control, el aeropuerto de Kabul, después de veinte años en el territorio. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;">Durante todas estas semanas, no hemos dejado de escuchar explicaciones insustanciales de los responsables políticos europeos, acompañados por recortes informativos sesgados de la prensa occidental, ahora preocupada exclusivamente por el futuro de los derechos humanos en el país, hoy bajo el poder de los talibanes, miopes ante el tamaño del fiasco que ha supuesto la cruzada iniciada por George W. Bush, y reafirmada por Barack Obama y Donald Trump, «para devolver la libertad al pueblo afgano».<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;">En el ínterin, consumimos ávidos la escenificación del salvataje de un puñado de ciudadanos afganos que sirvió a los contingentes extranjeros durante las dos décadas de ocupación del país. La escenificación sirvió, como en otras ocasiones, para devolver a Europa el orgullo de ser el último baluarte de los derechos humanos en el mundo, además de permitirle lavar sus culpas frente a la sangrienta e inútil ocupación del país que, bajo el paraguas de la OTAN, impuso un gobierno de color local, a través de un proceso electoral que hizo sonrojar, incluso, a sus más animados defensores, por el absurdo que suponía pretender implantar un régimen liberal en un país desbastado por las ansias vengativas del gobierno de George W. Bush, apoyado masivamente por su ciudadanía, traumatizada por los ataques del 11S. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;">El objetivo, obviamente, como en Iraq, no era otro que establecer un gobierno que validara jurídicamente la estrategia corporativa en la región. En este contexto, el despliegue militar dio sus frutos. La especulación financiera (ese aparato de destrucción masiva que se alimenta del endeudamiento masivo de Estados y poblaciones), y la guerra (cuya meta es la desposesión sistemática de aquellos recursos que se consideran indispensables para el «normal» funcionamiento de las economías centrales) son los principales negocios del capitalismo estadounidense y europeo actual. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"><b>«Endeudar y matar»</b></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;">El endeudamiento y la guerra no son solo instrumentos de apropiación de los recursos de las poblaciones periféricas. A través de las campañas militares, por ejemplo, las élites estadounidenses se encargan de vaciar las arcas del propio Estado norteamericano, además de promover, con amenazas endémicas y conflictos continuados, un mercado armamentístico en el que consumen la riqueza colectiva creada por sus respectivas ciudadanías, sus aliados, sus socios neocoloniales, e incluso sus propios enemigos declarados. En el caso de Estados Unidos, su modelo neoliberalizado de «defensa» y expansión imperial, en el cual el rol del Estado es cada vez más acotado, a favor de fuerzas mercenarias y apoyo logístico subcontratado, garantiza en la política local, un aceitado lobby de la industria militar para promover y perpetuar los conflictos en los términos que le sean más beneficiosos al capital.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;">De este modo, volvemos al presente (después del impasse que trajo consigo la pandemia, con sus oportunidades perdidas y sus peligros, ahora manifiestos), a una sociedad más recalcitrante, más dividida, más vigilada, más desprotegida y más explotada. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><b><span style="font-family: times; font-size: large;">El nuevo «orientalismo»</span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;">Mientras Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Europea comienzan a dar muestra de sus temores ante el avance aparentemente imparable de la agenda de expansión China (y rusa) que, además de ganar terreno en la esfera económica, se posiciona como una alternativa entre los países periféricos frente al decadente «imperio americano» y la «hipócrita Europa» - siempre aliada a los poderes neocoloniales locales para imponer sus prerrogativas en las regiones de su incumbencia. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;">Frente a esta inusitada simpatía, la estrategia consiste en resucitar los viejos motivos «orientalistas» de pasado, con el fin de contener la posibilidad de que se multipliquen los intentos de establecer una «tercera posición» en regiones como América Latina o África, que mejore las condiciones de negociación de los países históricamente explotados por las grandes potencias occidentales. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"><br /><b>La antipolítica y los condenados de la Tierra<o:p></o:p></b></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;">En este contexto, los condenados de la Tierra se enfrentan a olas de hambre y violencia extremas. El neoliberalismo, entendido como la forma institucionalizada de explotación y desposesión al servicio del capital en nuestra época, ha impuesto niveles inauditos de población sobrante, precarización sistemática y exclusión y expulsión de grandes masas de la población mundial. Lo ha hecho a través del ataque concertado al ideal del Estado social, con políticas fiscales regresivas, privatizaciones, endeudamiento masivo y violencias generalizadas que garantizan los niveles de incertidumbre e inseguridad que convierten en inviables los consensos populares y destruyen el potencial de respuesta democrática de las poblaciones. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;">Las nuevas tecnologías de la comunicación, la desinformación y la vigilancia han acabado de rematar la faena, dinamitando las bases de la acción política comunitaria, manufacturando subjetividades alienadas, sometidas a ritmos vertiginosos de aceleración que afectan el tejido social, imponiendo una lógica de supervivencia competitiva, que incluye a la violencia como mecanismo privilegiado en la búsqueda de la «resolución de los conflictos y las contradicciones intrasociales», como consecuencia de la ausencia de un proyecto común que permita superar el único mandato vigente en tiempos de colapso: el «sálvese quien pueda». <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;">En este escenario, las sociedades se polarizan, se multiplican los comportamientos racistas, misóginos u homofóbicos. La «anti-política» convierte el odio a las instituciones, la persecución del extranjero, la estigmatización del pobre y el diferente, en sus principales fuentes de caudal electoral. En esta tarea, con motivaciones diversas, se unen anarquistas, libertarios, la extrema derecha cuasi-fascista o abiertamente fascista, negacionistas de variados pelajes, todos ellos materializando candidaturas de oposición basadas exclusivamente en el rechazo visceral del establishment político, dejando con ello indemne al poder real en la sombra, que se mueve en las esferas celestiales de la gobernanza global, a años luz de los acontecimientos que afectan la política sublunar donde las masas desfogan sus frustraciones, sus rabias y gestos de impotencia. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><b><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;">El capitalismo contra la vida<o:p></o:p></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;">Como corolario de nuestra crisis socio-económica y política, se exacerba la crisis medioambiental. Durante un par de meses, los habitantes de las grandes urbes del planeta vieron transitar por sus avenidas y calles, a otros animales no humanos, hasta entonces invisibles debido al omnipresente y amenazante imperio humano. Las carreteras, las plazas y los parques fueron invadidos por toda clase de especímenes. Los cielos y los mares, durante el impasse que produjo la primera ola de la pandemia, se silenciaron del ajetreo aeroportuario. Las aves volvieron a surcar el firmamento libremente, mientras los seres humanos contemplaban azorados las calles vacías y soñaban en aquellos primeros días con un mundo nuevo, en el cual pudiéramos reencontrarnos con la naturaleza en un plano de mayor igualdad y cuidado, conscientes por fin de la posibilidad siempre latente de forjar una nueva vida que nos salve de la catástrofe inminente que se avecina. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Hace unas semanas, sin embargo, más de un año después de aquellos días de dolor y de euforia que supusieron la primera cuarentena, los expertos a los que las Naciones Unidas encargaron el informe sobre la situación medioambiental del planeta, han ofrecido sus resultados. La situación es aún peor de la que creíamos. Nos enfrentamos a un cataclismo sin precedentes, causado enteramente por nuestra falta de previsión democrática, en el marco de un sistema capitalista incapaz de tener en cuenta aquello que es condición de posibilidad de su propia lógica de acumulación: la naturaleza, y las clases sociales y grupos subalternos de los cuales se extrae el valor que el capitalismo valoriza, apropiándose de la vida y todo aquello que hace posible la vida en el planeta. </span><span face="Calibri, sans-serif"><o:p></o:p></span></span></p>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-52569077671966936012021-08-05T17:45:00.002+02:002021-08-05T17:46:04.126+02:00CAMPOS DE SENTIDO: Bien común o intereses de clase.<p><span style="font-family: times; font-size: large;">Hace casi siete años, fueron muchos los que auguraron la catástrofe política, social y económica a la que conduciría el gobierno de la entonces coalición Cambiemos. Había razones históricas y evidencias empíricas basadas en el gobierno del PRO en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, además del constatable alineamiento ideológico de dicha coalición, que la asociaba a una tendencia global de gobernanza que ha causado estragos en todas las dimensiones de la experiencia social e individual en el planeta, implementando un programa extremo de apropiación y desposesión.</span></p><p><span style="font-family: times; font-size: large;">Si echamos un vistazo a las opiniones críticas que se expusieron públicamente por entonces, alertando sobre la deriva que se avecinaba, no solo en el país, sino en el continente, es sorprendente la «precisión» de dichos augurios. En todo caso, lo que cabe subrayar es la cautela relativa de las predicciones si tenemos en cuenta que el resultado de los cuatro años de gobierno encabezados por Mauricio Macri fue mucho más catastrófico de lo imaginado.</span></p><p><span style="font-size: large;"><span style="font-family: times;">En cambio, si prestamos atención a las predicciones de los intelectuales y analistas que apoyaron la propuesta de Cambiemos, lo que descubrimos es un total desatino interpretativo. A nivel global, todos conocen la anécdota en la que la Reina Isabel, en ocasión de la crisis financiera del 2008, demanda a los expertos de la economía de su país que expliciten las razones de su incapacidad para predecir la debacle que se avecinaba. Cabe destacar que estos expertos del establishment, entrenados en las universidades más prestigiosas del mundo, y asociados a los think tanks más influyentes, ridiculizaban los estudios de sus pares heterodoxos que venían anunciando desde hacía tiempo que había un elefante en el baño. Efectivamente, la pregunta que uno debe hacerse si echa una mirada retrospectiva a lo que aconteció es cómo fue posible que estos expertos y sus ayudantes de cátedra o soportes en sus sofisticadas instituciones de investigación no hayan visto el elefante, permitiendo una catástrofe humana que dejó al mundo patas arriba, beneficiando a unos pocos y lanzando a las grandes mayorías del planeta a una situación de mayor precariedad en el mejor de los caso, y la exclusión pura y dura entre los más desfavorecidos.</span><span style="font-family: times;"> </span></span></p><p><span style="font-size: large;"><span style="font-family: times;">Algo semejante ocurrió en la Argentina. Las consecuencias de las políticas implementadas por el gobierno del Ingeniero Macri, no solo fueron catastróficas, sino que fueron extensamente denunciadas por su capacidad destructiva por los expertos e intelectuales críticos que, de manera transparente e informada señalaban que el resultado sería un nuevo ciclo de desposesión que ampliaría la desigualdad, y conduciría al país a la bancarrota. De modo que, siguiendo a la Reina Isabel uno debería preguntarse. ¿Cómo es posible que el mejor equipo de los últimos cincuenta años, junto con todos los expertos que abiertamente apoyaron las políticas de endeudamiento, fuga, y desguace del Estado, hayan errado su diagnóstico de manera tan rotunda?</span><span style="font-family: times;"> </span></span></p><p><span style="font-size: large;"><span style="font-family: times;">La razón es que no hubo equivocación alguna. Aunque inexpresables públicamente, los motivos y objetivos de la coalición Cambiemos de entonces, como de todas las fuerzas políticas actuales que se oponen por derecha a la coalición del Frente de Todos, tienen como objetivo exclusivo beneficiar a «los nuestros». El problema es que «los nuestros» en el imaginario de esta fuerza política ha sido, históricamente, solo una parcela de la totalidad de ese nosotros más extenso y pretendidamente omniincluyente que dice representar la actual fuerza gobernante, más allá de sus límites y contradicciones.</span><span style="font-family: times;"> </span></span></p><p><span style="font-size: large;"><span style="font-family: times;">Un gobierno del actual «Juntos» – sea este espacio conducido por Rodríguez Larreta, Vidal, Manes, Santilli o el mismísimo Macri (hoy denigrado o negado por sus antiguos seguidores) – solo puede conducir al país a más de lo mismo. Esto no es fruto de la falta de habilidad en la gestión, o errores de diagnóstico, sino, sencillamente, porque ocupan un campo de sentido radicalmente diferente al que ocupa el campo de la política popular, cuyo objetivo no puede ser otro más que el bien común. Para «Cambiemos», «Juntos por el Cambio», «Juntos», o como quiera llamársele, como para todos los engendros que le presidieron, la política no tiene como objetivo último el bien común, sino exclusivamente el beneficio de clase, que viene acompañada de la falaz promesa de que ese beneficio de clase redundará, mágicamente (después de haber creado las condiciones de acumulación que exigen explotación y desposesión de las mayorías) en la mejora de las condiciones de vida de todos a través de ese mecanismo fantasioso que ellos llaman de manera insolente «el derrame».</span><span style="font-family: times;"> </span></span></p>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-32655983199853775452021-07-29T14:09:00.010+02:002021-07-30T09:35:18.813+02:00CAMBIAR EL MUNDO<p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">I<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">La primera tarea de la política es entender extensa y profundamente la realidad. Esto no significa exclusivamente entenderla racionalmente – es decir, ser capaces de manufacturar una idea clara y distinta del mundo, una idea que sea fruto del análisis metódico, ocupado en rastrear el presente en el pasado, distinguir las partes que lo constituyen, y categorizar sus funciones, con el fin último de dominar, actuar sobre la realidad, instrumentalizarla. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Nuestra visión de la política es diferente. Exige más que la razón. Involucra también al cuerpo y al corazón. Por eso decimos que la realidad política no puede articularse a partir de un documento de Excel, ni las decisiones políticas pueden formularse a partir de mediciones estadísticas. Tampoco puede concebirse a la política como un «campo de juego» donde la propaganda ejerce su astucia y manipulación. Todas estas son expresiones policiales, administrativas, de eso que llamamos «política», pero no son la política misma. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">La política es siempre revolucionaria, radical, o no es política. Y esto es así porque la acción política siempre va más allá del orden impuesto por la razón «policial-administrativa», con el intento de hacer visible y expresar sus olvidos, sus ocultamientos, el trasfondo de exclusiones e injusticias subyace al orden social vigente. En este contexto, la política mayúscula no puede aprenderse en una escuela de gobierno, que aspira es producir cuadros burocrático-administrativos, en la actual dispensación encargados de defender el orden constituido frente a los desafíos de la política. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">II<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">La política se caracteriza fundamentalmente por su vocación transformadora. Esa transformación comienza en el agente político, en la consciencia individual. La mente, las actitudes, los comportamientos del agente político son los objetos primarios donde la política ejerce su transformación. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Ahora bien, cuando decimos que el punto de partida de la transformación individual es «entender la realidad», lo que estamos diciendo es que la transformación individual está al servicio de la transformación del mundo. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Ante el problema del sentido del mundo, la política no propone a los individuos las vías «estoicas» de aceptación del mundo, o las vías gnósticas de huida del mundo (o «sálvese quien pueda»); aunque no se oponga a dichas fórmulas o disciplinas privadas de autorrealización. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Para la política, como decíamos más arriba, la transformación personal está al servicio de la transformación del mundo. En este sentido, el agente político, el militante político, es un «agente religioso» en sentido sustantivo, superior a aquellos enfocados exclusivamente en la salvación personal, aun cuando el horizonte del agente político sea secular y sus anhelos secularizantes. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">De este modo, es cierto que el militante o agente político actúa en primer lugar en su psique y en su escenario emocional, modificando sus comportamientos individuales, pero la meta no consiste en forjar una identidad personal, sino encarnar a un agente universal. Todo esto explica la importancia de la «crítica de la religión», que no puede ser nunca antirreligiosa, porque es expresión de la más alta religiosidad, en tanto subsume en dicha crítica a todas las vías privadas de autorrealización al anhelo de transformación de la realidad del mundo. En breve, necesitamos cambiar individualmente para transformar la realidad, porque percibimos la injusticia del mundo en el que vivimos, la violencia, la opresión, la explotación, la miseria, la desigualdad, la indiferencia, la explotación destructiva de nuestro mundo común. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">En este marco, deberían tratarse como parte de un único corpus, entre otras, las enseñanzas de Buda, Jesús y Marx, porque, efectivamente, para cambiar el mundo debemos cambiarnos a nosotros mismos, pero solo podemos cambiarnos a nosotros mismos si cambiamos el mundo. Esta es la perspectiva dialéctica, que como una forma de <i>koan</i>, une de manera intrínseca nuestra suerte personal con la suerte de los otros, exigiendo nuestro compromiso con la libertad, la igualdad y la fraternidad. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">III <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Cada uno de nosotros está llamado a contribuir a cambiar el mundo, porque es un mundo cruel e injusto. Quienes buscan la plena realización de sus existencias individuales (eso que llamamos «el sentido de la vida»), tarde o temprano llegan a comprender que esa vida plena de sentido que tanto anhelan no puede realizarse dándole la espalda al problema del mundo y a la responsabilidad que dicho problema supone.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">No obstante, debido a la «lógica de la división del trabajo» y «la mecanización de la imagen del mundo», hemos acabado creyendo que no tenemos la responsabilidad de cambiar el mundo entero, sino que debemos enfocarnos exclusivamente en el pequeño patio o jardín que es nuestra propiedad, para cultivar una vida de intimidad con las pequeñas cosas que nos rodean. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Esta actitud es completamente errónea y nefasta. De la misma manera que no lograríamos tener la casa que habitamos limpia enfocándonos exclusivamente en mantener aseado el retrete, no crearemos una sociedad justa ocupándonos exclusivamente de nuestros asuntos e intereses, y olvidando por ello las condiciones de posibilidad que hacen nuestra vida posible: las clases subalternas, las minorías excluidas, la naturaleza no humana de donde extraemos nuestros recursos y nos deshacemos de nuestros desechos, otros animales no humanos. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Una sociedad injusta no permite que los individuos puedan expresar la justicia. Una sociedad injusta obliga al justo a actuar injustamente (convirtiéndolo en su cómplice). </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">IV</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span lang="ES"><span style="font-family: times;">Aquí es donde la distinción entre la política profunda y la política superficial cobra sentido. </span></span><span style="font-family: times;">La política profunda no cede ante la injusticia. Busca adecuar a la sociedad a la justicia, y no al revés, como hace la política superficial (a la que Rancière reduce a mera agencia policial, y nosotros asociamos a la «administración» o burocracia), cuya tarea consiste en educar u obligar coercitivamente a los individuos a pensar y actuar injustamente para perpetuar el orden vigente.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">De este modo, si lo que queremos es verdadera, genuinamente, vivir en la justicia y en el bien, estamos obligados a cambiar la realidad cruel e injusta que hemos construido. No hay alternativa. ¿Cómo podría ser de otro modo? El santo budista Shantideva, al dedicar sus esfuerzos pedagógicos, lo expresó del siguiente modo:<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">«Mientras dure el espacio y mientras dure el mundo, que viva disipando las miserias del mundo».<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Lo cual está en perfecto acuerdo con la Tesis 11 sobre Feuerbach en la que el joven Marx denunciaba a los filósofos por no haber hecho otra que interpretar de diversos modos el mundo, cuando en realidad, de lo que se trata, es de transformarlo. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Como señala Francisco en su carta encíclica <i>Fratelli Tutti</i> refiriéndose a la solidaridad, está expresa mucho más que algunos actos esporádicos de generosidad:<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">«Es pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos. También es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales. Es enfrentar los destructores efectos del Imperio del dinero […] La solidaridad, entendida en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia y eso es lo que hacen los movimientos populares».</span><span face="Calibri, sans-serif"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"> <o:p></o:p></span></p>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-86002361639343000432021-07-27T15:44:00.022+02:002021-07-29T10:11:46.074+02:00«COOPERACIÓN O EXTINCIÓN» <div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><span style="font-family: times; font-size: large;"> <div style="text-align: justify;">I</div></span><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Comencemos formulando dos preguntas fundamentales que debe responder hoy la política, local y globalmente.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">(1) ¿Por qué razón, pese a las coincidencias de las “fuerzas progresistas” en lo que respecta al diagnóstico y etiología – las causas últimas detrás de nuestra situación, como también respecto al tipo de transformaciones básicas que debemos llevar a cabo para superar los peligros que nos acechan, parecemos no poder llevar a la práctica dichas trasformaciones? </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">O, para decirlo de otro modo: ¿qué tipo de obstáculos impiden que salgamos del atolladero en el que estamos cautivos, que nos amenaza incluso con la posibilidad cierta de nuestra extinción como especie, y en el ínterin, con el caos, la guerra, la miseria y los crecientes efectos devastadores que produce el deterioro del medioambiente para nuestra existencia sobre la Tierra?</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">(2) ¿Qué «mitologías», qué imaginarios, qué horizontes de sentido, qué nuevas narrativas debemos cultivar que sirvan como combustible para movilizar a las fuerzas sociales para llevar a cabo esa transformación radical que exigen las circunstancias dramáticas que enfrentamos? </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">El segundo tema al que quiero referirme es a las curiosas y esperanzadoras coincidencias entre creyentes religiosos progresistas y cosmopolitas, y corrientes políticas y movimientos populares inspirados por la tradición socialista internacionalista, que ponen en evidencia una creciente crisis de legitimidad del actual sistema de relaciones sociales impuesto por el capital por medio de la violencia legitimada de los Estados al servicio del poder corporativo, y los medios de comunicación que realizan las tareas de propaganda en su guerra contra los pueblos y los individuos.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Los discursos del Papa Francisco, el Dalai Lama y Noam Chomsky pueden servirnos como ejemplos de tres de estas «tradiciones» de pensamiento, acción social y política. Como ejemplos, no pretenden ser exhaustivos, sino indicativos de una alternativa frente a la hegemonía cultural de la ontología liberal (frente a la ontología socialista), y su deriva neoliberal (paradójicamente totalitaria y eugenésica, en línea de continuidad con el racismo que definió la acumulación originaria del capital y su sistémica estrategia de desposesión). </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: times;">Las intervenciones públicas de estos tres referentes, en las que ofrecen los lineamientos </span><span style="font-family: times;">de sus perspectivas sobre la realidad actual, nos permiten identificar las coincidencias básicas entre ellos, al tiempo que nos informan de las diversas «mitologías» que movilizan a sus seguidores de manera distintiva. </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En los tres casos, los principios de la libertad, la igualdad y la fraternidad (solidaridad) son reafirmados como constituyentes: (1) la libertad como base de toda acción social y política conducente a la plena realización de la existencia humana; (2) la igualdad como camino de autoconocimiento y construcción colectiva; y (3) la fraternidad como promesa originaria o fundacional, y fin último de la acción política, subsumida, junto con los efímeros órdenes y leyes que impone la existencia de la Polis, al Amor (mayúsculo, incondicional, que no conoce de fronteras, razas, clases o géneros).</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">II</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Lo primero que llama la atención en estas intervenciones es la coincidencia en los diagnósticos de estas tres «cosmovisiones» en las que se reconocen millones de personas a lo largo y ancho del planeta. Para los tres referentes, la guerra, la desigualdad y la destrucción medioambiental son los males que enfrenta la humanidad en nuestras horas, haciendo peligrar incluso la existencia humana en la Tierra. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por ese motivo, Francisco, Dalai Lama y Chomsky coinciden en que nuestros mayores esfuerzos deben estar dirigidos a dar respuesta a estos desafíos, en contraposición a quienes defienden que la tarea a la que tenemos que abocarnos consiste en remover (a cualquier costo) los obstáculos que ponen en riesgo la continuidad del actual sistema de relaciones sociales y de explotación de la naturaleza. Para estos últimos, de lo que se trata es de volver a la «normalidad» impuesta por el sistema vigente. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Mientras que para los primeros nuestro actual sistema está, de hecho, finiquitado, y lo que estamos viviendo es una suerte de agonía, una época de colapso civilizacional. Para los segundos, en cambio, más allá del capitalismo no hay nada, «no hay alternativa», es el capitalismo o la muerte, y por ello mismo son incapaces de imaginar «otro mundo posible». </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">De más está decir que el anunciado colapso civilizacional no augura necesariamente buenas noticias. Los signos de deterioro de la democracia, el advenimiento de nuevas expresiones de racismo, y xenofobia, el resurgimiento del chauvinismo y una diversidad de fundamentalismo, algunos de ellos promovidos por los sectores reaccionarios de la sociedad al servicio de los intereses del capital, que aprovecha la desesperación y la frustración imperante en los sectores más vulnerables para cerrarle el paso a una alternativa progresista, todo esto puede acabar convirtiendo nuestro futuro en un escenario aún más oscuro del que hoy nos toca vivir. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Sin embargo, pese a los peligros, resulta imprescindible analizar nuestra situación actual, identificar las causas próximas y profundas de la misma, bosquejar las alternativas y emprender el camino hacia una salida de la crisis terminal en curso. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En este marco, las narrativas (religiosas o seculares) de los autores citados coinciden en las causas que explican nuestras circunstancias. </span><span style="font-family: times; font-size: x-large;">El trasfondo de confusión o ignorancia básica que aliena nuestro orden moral explica los comportamientos </span><i><span style="font-family: times; font-size: large;">cuasi-</span></i><span style="font-family: times; font-size: x-large;">suicidas que informan las políticas públicas al servicio de los instereses corporativos, inspirados en la lógica de matar o morir. El resultado es una creciente balcanización social y política, enroques culturales y geopolíticos, violencia intrasocial inspirada en reivindicaciones culturales, étnicas o raciales, o compromisos de clase (especialmente entre las élites y las clases medias co-optadas por el poder mediático), y la posibilidad cierta de una «guerra planetaria total» que, para algunos, como el propio Francisco o Noam Chomsky, ya está en marcha, aunque se despliega en fases. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">III</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">El Papa Francisco se refiere a la causa subyacente de nuestro desbarajuste actual, como a un olvido de nuestra condición de «criaturas fraternas». Somos criaturas, nos dice Francisco, porque somos hijas e hijos de Dios. Nuestra existencia, por tanto, es un don, fruto de un acto gratuito de amor que exige por nuestra parte una respuesta de gratitud. No somos hijas e hijos de nosotros mismos, sino fruto del amor. La respuesta que exige la verdad de nuestro origen se expresa de manera sustantiva cuando reconocemos y apostamos por la fraternidad en nuestra existencia individual, y construimos órdenes sociales y políticos inspirados en esta verdad fundamental. Es decir, cuando nos reconocemos unas y otros como constitutivamente hermanados por nuestro origen y nuestro destino, habitantes de un mundo entendido como «casa común». </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Ahora bien, como representante de la «Iglesia del pueblo», la Iglesia de los pobres, lo distintivo de la visión de Francisco frente a otras formas de conservadurismo cristiano (o incluso de moralismo cristiano neoliberal) es la denuncia que hace de la injusticia inherente del sistema vigente, basado en la acumulación inescrupulosa y la competencia desalmada. El hiperindividualismo, la razón instrumental, que se traduce en una cultura del descarte y la atomización social, que caracteriza a las sociedades actuales, se traducen a nivel planetario en un desorden global en el cual el militarismo (y, por ende la guerra) se convierte en la única manera efectiva de resolver nuestros conflictos, donde la extensión exponencial de la pobreza y la brecha creciente de la desigualdad es el precio que paga la humanidad para coronar la riqueza de sus minorías privilegiadas, junto al riesgo de una modificación radical de las variables medioambientales que termine convirtiendo en insostenible la vida humana en el planeta. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Su articulada respuesta, frente a esta desvinculación histórica de las élites en su afán de autopreservación y autoafirmación expansionista a cualquier costo, es que el sistema de acumulación capitalista profundiza y conduce hasta el paroxismo el olvido de la gratuidad y fraternidad constitutiva de nuestra existencia. Esto ha conducido en nuestra época, primero, a la apuesta «totalitaria» de la pretendida globalización neoliberal durante el período de decadencia de la hegemonía estadounidense que (siguiendo a Giovanni Arrighi) podemos situar entre mediados de la década de 1970 y la crisis de 2008-9 (período definido por la financiarización de la economía global y el posmodernismo cultural), pero que, a partir de entonces, parece estar mutando hacia un tecnofeudalismo corporativo. </span></div><div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></div></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">IV</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">De manera análoga, el Dalai Lama ha manifestado su preocupación por las amenazas que suponen para nuestro futuro la guerra, la desigualdad y la creciente destrucción medioambiental. No solo condena la violencia y la guerra en términos generales como expresiones de nuestra ignorancia y emociones destructivas, sino que las condena en términos particulares como expresiones históricas de una época marcada por el poder de la tecnociencia, la cual ha facilitado la fabricación de armas de destrucción masiva, especialmente el armamento nuclear, capaz de borrar de la faz de la Tierra todo signo de vida. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">De igual modo, ha condenado en reiteradas ocasiones la lógica inherente de acumulación y competencia febril del capitalismo, en líneas que él mismo ha definido como «neomarxistas», en consonancia con su perspectiva comunitarista, multicultural y globalmente dialógica. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Finalmente, como su par cristiano, el Dalai Lama ha puesto en entredicho la viabilidad ecológica del proyecto capitalista y su concepción de progreso en términos meramente materiales, apuntando a los límites inherentes de un sistema social basado en la explotación creciente de los seres humanos y el saqueo irracional de los recursos naturales. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En la base de la lógica que guía el proyecto de acumulación del capital, el Dalai Lama, como budista, identifica también a la ignorancia o confusión primordial, como causa primaria. Aquí el olvido o ignorancia se refiere a la distorsionada aprehensión de nosotros mismos como seres independientes y autónomos, que contradice nuestra efectiva condición de interdependencia y, por ende, de vulnerabilidad constitutiva. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Desde la perspectiva budista, lo que nos caracteriza no es la sustantividad de nuestras identidades, ni la legitimidad de nuestras apropiaciones. Somos, fundamentalmente, relaciones, que deben estar definidas por la gratitud en relación con otros seres vivientes, en tanto y en cuanto nuestra propia existencia individual depende directa o indirectamente de lo que ellos nos proveen voluntaria o involuntariamente. La realización plena de nuestra existencia individual solo puede lograrse a través de la promesa de un genuino sentido de responsabilidad universal, basado en la ecuanimidad y la justicia (que debería asumir también en su versión progresista una opción por los pobres, por los más vulnerables), la bondad, el cuidado, y la celebración de aquellas virtudes e iniciativas que se oponen a las tendencias egocéntricas y egoístas que caracterizan el actual modelo meritocrático de éxito económico y social.</span></div><span style="font-family: times; font-size: large;"><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">V</div></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Noam Chomsky es un crítico lúcido del «imperialismo» estadounidense y del capitalismo global. En sus obras ha echado luz sobre la injusticia inherente del sistema de acumulación, el militarismo despiadado que facilita la desposesión y explotación de los individuos y los pueblos, el rol emponzoñado del poder mediático, cuyo objetivo a través de la información sesgada, la descontextualización, o la simple desinformación que hoy se manifiesta en la forma de operaciones mediáticas o fake news, consiste en boicotear y obstruir cualquier tipo de cambio que ponga límites a los intereses de las élites, y garantizar los conflictos culturales, sociales y partidarios que impidan la unidad de las mayorías oprimidas y dominadas por dichas élites. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Como ha señalado recientemente, el mundo se enfrenta actualmente a un dilema de vida o muerte, que él traduce en términos de «cooperación o extinción». De nuevo, la amenaza de la guerra, con el consiguiente peligro de una conflagración nuclear, la creciente desigualdad, pobreza y exclusión, y la destrucción medioambiental, todo ello motivado por el afán insaciable de acumulación y la competencia que anima el actual orden capitalista, obliga a los movimientos sociales a adoptar una estrategia de cooperación basada en una interseccionalidad que privilegie la lucha anticapitalista y antiimperialista como marcador central, y sus implicaciones y condiciones de posibilidad en las esferas de la reproducción social (las discriminaciones en base al género o la raza), la política (el vaciamiento de la democracia) y la ecología (el uso indiscriminado de la naturaleza como fuente de recursos baratos y vertedero). </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Sobre la base de un imaginario secular, en el cual la historia de las luchas de los de abajo ocupa un lugar preponderante, al tiempo que anima una utopía de liberación y realización basada en la solidaridad, Chomsky identifica en la «propaganda política y cultural» (que tiene en los medios de comunicación, hoy intensificado su poder por la extensión creciente de los mecanismos de vigilancia digital) el principal obstáculo para unir a las fuerzas sociales y políticas, con el fin de crear la masa crítica necesaria para forzar un cambio de paradigma y una revolución institucional que nos permita una nueva forma de vida para el planeta. </span></div><span style="font-family: times; font-size: large;"><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">VI</div></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Nuestra primera tarea, a nivel local, es identificar entre las alternativas políticas que disputan nuestra voluntad en las democracias liberales, aquellas que estén dispuestas a comprometerse con este cambio global, al tiempo que lo articulan localmente, y están dispuestos a sostener dicha transformación en el contexto de la despiadada guerra sucia de quienes, con uñas y dientes, defienden el sistema de dominación imperante. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">Nuestra segunda tarea consiste en mantener, aun en la disidencia puntual, nuestra lealtad a las fuerzas de cambio que nos acompañan en la tarea de transformación, conscientes de la pluralidad de perspectivas e imaginarios que informan la acción, de modo de evitar que nuestras diferencias más superficiales sean utilizadas como caballos de Troya de nuestros contrincantes. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">En tercer lugar, pese a la crueldad e irracionalidad de nuestros contrincantes, la evidencia del egoísmo que informa sus prácticas políticas y la crueldad con la que tratan a sus enemigos, utilizando estrategias de estigmatización, persecución, exclusión e incluso la muerte, no debemos permitirnos «caer en la tentación del mal», definido aquí como el abandono o traición al horizonte último que nos impone el compromiso con una política basada en la justicia, el amor y la esperanza, un horizonte que, pese a ser una línea en los confines del mundo, lo contiene todo, indiscriminadamente, porque siempre se mueve por delante de nosotros, y seguirá moviéndose por siempre, para que nunca nadie se quede fuera del proyecto de fraternidad, de justicia, de solidaridad, de cooperación, que aspiramos a encarnar. </span></div><span style="font-family: times; font-size: large;"><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">VII</div></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">De este modo, a las dos preguntas formuladas al comienzo de este artículo, podemos responder del siguiente modo.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;">(1) El principal desafío que enfrentamos consiste en lograr construir una hegemonía cultural, una masa crítica, que se convierta en un movimiento político lo suficientemente poderoso como para forzar el cambio de paradigma que exige nuestra situación. Para ello es imperativo que logremos una coalición de los afines, que sea leal a los compromisos que exigen los peligros que nos acechan, y no se deje arrastrar por la apariencia de diferencias inconmensurables entre nosotros.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: times;">(2) Para ello debemos aprender a reconocer en las mitologías religiosas y seculares que informan los imaginarios y la acción política de nuestros aliados, más allá de las diferencias, los recursos que en sus narrativas nos ayudan a sostener y expandir nuestra causa común. </span><span style="font-family: times; text-align: left;"> </span></span></div><div><h2><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span><o:p></o:p></span></h2><style class="WebKit-mso-list-quirks-style">
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</style></div></div>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-47504441248208805562021-05-26T09:29:00.012+02:002021-05-31T20:04:41.295+02:00¿EL FIN DEL NEOLIBERALISMO? EL NUEVO REALISMO Y LA ÉTICA DE LA FRATERNIDAD<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhP0Hgtov05D2R2tinPq0Ey8BZXT9lT77FDQZyB9I-BntBCizjN34cGU3u1iHidv8PJ60P8W4qyvbCXGwU1rQTDuQvNTK3BekhJxJDccho0GcUZKa5eE4UEyKOv55EwahV3TsM3Nkc2MUY/s1200/Biden.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="675" data-original-width="1200" height="307" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhP0Hgtov05D2R2tinPq0Ey8BZXT9lT77FDQZyB9I-BntBCizjN34cGU3u1iHidv8PJ60P8W4qyvbCXGwU1rQTDuQvNTK3BekhJxJDccho0GcUZKa5eE4UEyKOv55EwahV3TsM3Nkc2MUY/w544-h307/Biden.jpg" title="Presidente Joe Biden" width="544" /></a></div><div style="text-align: center;">Joe Biden. Presidente de los Estados Unidos de América. </div><p><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><span style="font-family: times; font-size: large;"><b>Introducción</b><br /><br />El neoliberalismo, no como sistema económico, sino como expresión epocal del capitalismo, entendido este último como forma institucional y como forma de vida (N. FRASER), no está muerto y no morirá mientras el capitalismo continúe modelando nuestras relaciones sociales. <br /><br />Nuestro mundo social, como la Roma descrita por Freud, está conformado por diversas capas geológicas e históricas que son su trasfondo. Ni el esclavismo, ni el feudalismo, ni las formas tempranas y previas que definieron al capitalismo han desaparecido. Muy por el contrario, todos estos modelos de relaciones sociales, que encarnan diversos modos de explotación, dominio y desposesión, forman parte del tejido de nuestras relaciones sociales en el presente. Por lo tanto, ni de lejos defiendo que estemos en un tránsito hacia el fin del neoliberalismo, su ethos y su filosofía política. Sin embargo, la pandemia parece haber servido, entre otras cosas, para justificar un giro en la visión política a nivel global. <br /><br />El retorno, al menos retórico, a los imaginarios keynesianos y westfalianos resulta más o menos evidente a todos los analistas. Obviamente, este retorno es imposible en los términos imaginarios que algunos actores políticos pretenden. La historia, pese a mirarse en el espejo del pasado, como en el famoso cuadro de Paul Klee al que Walter Benjamin dedicó sus reflexiones filosóficas, la flecha del tiempo la empuja inexorablemente hacia el futuro. <br /><br />En nuestro caso concreto (es decir, para nuestra generación), el futuro inmediato está marcado por la posibilidad de una catástrofe que nos acerca peligrosamente hacia una «extinción». Como ha señalado recientemente Noam Chomsky: la destrucción medioambiental causada por la locura del capitalismo y su lógica de acumulación irracional (Harvey); y el peligro cada vez más cierto de una confrontación fratricida entre los bloques en pugna, con los peligros que ello conllevaría para la supervivencia de la vida en el planeta, teniendo en cuenta nuestra capacidad tecnológica de destrucción masiva, definen un escenario que inclina la balanza hacia el pesimismo. <br /><br />En este marco, quisiera ofrecer unas pocas palabras de reflexión sobre un tema que considero crucial ante los desafíos que enfrentamos. El problema gira en torno a nuestra posibilidad de articular alternativas frente a este escenario cierto de posible extinción. Para ello, quiero centrarme en esta entrada en la relación entre mente y política. Más específicamente, quiero centrarme en lo que hemos denominado «el problema de lo real» y, a través de ello, a la posibilidad de articular una ética (pos)posmetafísica. <br /><br /><b>¿Un nuevo realismo? </b><br /><br />Las razones que me llevan a plantear la cuestión de este modo son las siguientes. Si aceptamos la premisa de que el neoliberalismo como forma institucional obtuvo su legitimación cultural a través de las iteraciones posmodernistas e hiperindividualistas basadas en la afirmación de identidades porosas y un gnosticismo tecno-espiritualista, el giro (por el momento, fundamentalmente retórico, y tímidamente institucional, debido a la debacle a la que nos ha conducido la crisis sanitaria), necesita una legitimación cultural alternativa, que hoy encarna eso que se ha dado en llamar «un nuevo realismo». <br /><br />Sin embargo, aquí, al hablar de «nuevo realismo», no estoy refiriéndome (aunque no lo excluyo) al grupo de filósofos europeos y angloestadounidenses que se autodefinen con esta expresión. El nombre «nuevo realismo», en esta ocasión, se refiere a un universo más extenso y variado. <br /><br />Incorpora, para empezar, (1) a lo mejor de la tradición socialista y marxista; (2) al catolicismo de izquierdas, el que hace honor a sus fuentes primitivas optando por los pobres, el catolicismo que se resistió, y fue «perseguido» por ello, al furioso anticomunismo del Papa Woktila y a la moral de su más grande obispo, el Cardenal Ratzinger; (3) a las tradiciones religiosas no occidentales en sus versiones encarnadas y socialmente responsables, cuando se convierten en límites, en vez de cómplices, de la fragmentación social, el hiperindividualismo y la razón instrumental; (4) al conservadurismo comunitarista e indigenista, en sus más variadas versiones, cuando no han quedado cautivos del chauvinismo, o la lógica impuestas por las políticas de la diferencia y la identidad fetichizadas; (5) al feminismo que ha perseverado, pese a la debacle del comunismo y el olvido de Marx iniciado con la caída del muro, en el socialismo, en el que encontró su impulso ideológico inicial; (6) en todas las formas liberacionistas en los cinco continentes, comenzando con el liberacionismo latinoamericano, que se esmeran por articular teorías y praxis de transformación social revolucionarias; y (7) los ecologismos integrales, realistas, humanistas, que no se dejan embelesar con las imágenes manufacturadas por quienes pretenden convertir «nuestra casa común» en un paisaje narcisista a disposición de las minorías privilegiadas, y que utilizan la retórica de la preservación como arma de destrucción masiva para su apropiación. <br /><br /><b>Representación e hiperindividualismo </b><br /><br />Todas estas posiciones teóricas y prácticas comparten un sentido común que se da de bruces con la epistemología subyacente que alienta a quienes defienden el capitalismo en todas sus formas, y muy especialmente, a quienes promueven sus formas institucionalizadas neoliberalizadas, aún cuando estén disfrazadas convenientemente con los ornamentos del progresismo en cualquiera de sus vestimentas, chauvinistas o identitarias. <br /><br />Todas estas posiciones teóricas y prácticas se enfrentan culturalmente al posmodernismo, en tanto y en cuanto ponen en cuestión las conclusiones ético-políticas que se derivan de su epistemología subyacente, la cual puede definirse sucintamente a través de dos características: </span><div><ul style="text-align: left;"><li><span style="font-family: times; font-size: large;">Un representacionalismo omnímodo, que lo abarca todo sin residuo, es decir, la defensa a ultranza del axioma central del nietzscheanismo, que reduce la totalidad a mera representación, mentira al servicio de la voluntad de poder, desanclándonos de lo real de suyo, y con ello promoviendo un solipsismo y un individualismo radical, cuya contracara es la cultura de masas y el totalitarismo; </span></li><li><span style="font-family: times; font-size: large;">y una «flexibilización» de las identidades relativas, con el fin de cancelar el potencial de resistencia de los grupos subalternos. </span></li></ul><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><br />En este último caso, es interesante constatar que, al ritmo en el que se multiplicaban las reivindicaciones identitarias, se diluyeron durante la época posmoderna las identidades hegemónicas del período precedente, aquellas alrededor de las cuales se articularon las luchas sociales y políticas durante el período keynesiano-westfaliano, en contraposición al período de la globalización neoliberal. </span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div><span style="font-size: large;"><span style="font-family: times;">Me refiero (1) a los binomios que giran en torno a las identidades que definen, por un lado, a los capitalistas y a los trabajadores y, por el otro, a los trabajadores formales y aquellos que están excluidos del reparto (</span><span style="font-family: times;">pese a ser condición de posibilidad de la viabilidad del sistema de acumulación). </span></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;">Y, (2) aquellos otros que se articularon en torno a las nociones de emancipación y liberación de los pueblos, es decir, en torno a la exclusión y la desposesión, sobre la base de una «constatación realista» de la existencia de un centro con su periferia, y de diversas totalidades amurallada con sus exterioridades amenazantes. <br /><br />En ambos casos, la cultura posmoderna y neoliberal nos ha acostumbrado a confundir los roles del capital y el trabajo. Ahora el capital aparece como el trabajo, y el trabajo como capital, facilitando de este modo la explotación de los trabajadores a través de la autoexplotación. Este es el sentido último del emprendedurismo o la figura trabajador-capitalista (W. Brown). <br /><br />De igual manera, nos ha acostumbrado a pensar en un mundo plano (Th. Friedman). A partir de deslocalizaciones masivas y nuevas formas de explotación y esclavitud se ha achicado la distancia de aquellos «hipotéticamente incluidos» en el centro, con aquellos «definitivamente excluidos» en las periferias, facilitando con ello la emergencia de nuevos resentimientos y el avance de una respuesta neofascista entre las víctimas del sistema ante la crisis que vivimos. <br /><br /><b>La ética de la fraternidad</b><br /><br />Independientemente de la pluralidad de reivindicaciones de los diferentes grupos que enfrentan el sistema de privilegios y dominio que encarna el orden vigente, todos ellos defienden – a diferencia de los neoliberales posmodernistas y, posiblemente, los accidentales y oportunistas defensores de un «keynesianismo neoliberal», preparados para asaltar el Estado en su nueva estrategia de acumulación a la medida de las circunstancias (como ha ocurrido, en primer lugar, con las corporaciones farmacéuticas y tecnológicas, pero a la que pronto seguirán otros sectores de la economía cada vez más monopolizada) – una epistemología realista. <br /><br />Aquí el realismo tiene una variedad de nombres, pero un único apellido, lo cual da lugar a la posibilidad de articular una bandera común de fraternidad basada en la defensa de las víctimas de la opresión, del dominio, de la explotación en todas sus formas. Y digo que es realista, porque está basada en la constatación innegable de los cuerpos apropiados, violados, torturados, hambreados, abandonados, vejados, asesinados de a millones. Los cuerpos innegables de las víctimas, de las vidas desperdiciadas, que en las pateras encuentran su símbolo más impactante, pero que se multiplican, invisibles, entre los pobres de todas las naciones, entre los explotados de todos los colores, entre los excluidos, aquellos que habitan las periferias o, incluso, la exterioridad que ha impuesto nuestra totalidad social, «la exterioridad de los que no cuentan» (Rancière), de aquellos que son menos que nada, los no representados e «irrepresentables» en sí mismos. <br /><br /><b>El individualismo y la lógica de acumulación como patologías sociales</b><br /><br />Para llegar a la monstruosidad de la víctima debemos comenzar reconociendo la patología del actual orden social y sus causas. Los síntomas evidentes son, hoy, las miles de millones de víctimas que la padecen. Pero su expresión más acerada, es la posibilidad cierta de una extinción masiva que afecta a la vida misma en el planeta, debido a la destrucción medioambiental, el deterioro de las condiciones socioeconómicas para la vida de grandes porciones de la población, y la posibilidad de un enfrentamiento bélico que conduzca a un holocausto nuclear. </span><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;">La causa principal de esta patología es un tipo de distorsión epistemológica y metafísica, con consecuencias éticas y políticas perniciosas, basadas en un sistema de relaciones sociales que entroniza el egoísmo como motor fundamental de la innovación y el progreso societal, en contraposición a una genuina cooperación y cuidado mutuo. Esta ignorancia es la ontología individualista, que da lugar a una ética de la libertad sin cortapisas. <br /><br />Frente a esto no necesitamos acudir a «ideales igualitaristas», sino promover un realismo militante que nos permita superar la pesada herencia de estos imaginarios narcisistas y constatar nuestra radical interdependencia, hasta el punto de descubrir la enloquecida ensoñación que supone la pretensión de una individualidad subsistente como ladrillo primario de toda construcción social (Nāgārjuna).<br /><br />Un realismo de estas características encuentra en la víctima el signo de la nueva epistemología (E. Dussel), en el intocable en un sistema de castas, su expresión determinante (B. R. Ambedkar, A. Roy). <br /><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;">Una ética (pos)posmetafísica debe ser, primero y fundamentalmente fraterna. Esa fraternidad, como dice E. Del Percio, no puede reducirse a mera norma, sino que debe entenderse como una constatación de lo ineludible que somos. «No puede ser lo mandado, sino lo dado en nuestra existencia desde el origen». Pero no puede tampoco, como bien señala Del Percio, ser el mero fundamento de un buenísmo estéril. <br /><br />En la historia de Caín encuentra la fraternidad uno de sus «mitos» fundantes. Caín representa la caída en la confusión y el engaño. La condena de Dios representa la espada correctiva a la mayor aberración. </span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: large;">En la herencia cainita de la guerra perpetua, descubrimos la necesidad del «internacionalismo paulista», compañero de viaje de la fraternidad genuina. Una fraternidad que no admite el chauvinismo o la xenofobia, garantizando de este modo, que no será apropiada por las élites privilegiadas de cada comunidad para garantizar sus prerrogativas jurisdiccionales. <br /><br /> <br /><br /><br /> <br /></span><br /></div></div></div>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4927851662986472639.post-6101005415201395092021-05-19T23:01:00.014+02:002021-05-20T09:11:18.573+02:00EL ODIO<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgN1wlVD0-b5Esdo-WhAH7ekk5VqgFZcOMd2JHoWQG75o28y9dLWTBzCfybx3loT9vKK-RW7MG5G7j5-RfOhG1RdVD8xJIiP1wPCuhYKD_H2tesJ5i0itNl5tp-DnOg_U0ea82nw8SsFOQ/s640/jesus-hagia-sofia-1598x900.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="360" data-original-width="640" height="284" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgN1wlVD0-b5Esdo-WhAH7ekk5VqgFZcOMd2JHoWQG75o28y9dLWTBzCfybx3loT9vKK-RW7MG5G7j5-RfOhG1RdVD8xJIiP1wPCuhYKD_H2tesJ5i0itNl5tp-DnOg_U0ea82nw8SsFOQ/w506-h284/jesus-hagia-sofia-1598x900.jpg" width="506" /></a></div></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: times; text-align: left;"><br /></span></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: times; text-align: left;">Todos conocemos la historia de Caín y Abel. Crecimos con esta historia. Cuando éramos pequeños, nuestras catequistas nos la contaron una y mil veces. No podíamos eludir el asombro al escucharla. </span><span style="font-family: times; text-align: left;">¿Acaso es posible que algo así haya sucedido?</span><span style="font-family: times; text-align: left;"> </span></span></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: times;">Caín y Abel eran los hijos de Adán y Eva.</span><span style="font-family: times;"> Los primeros humanos nacidos fuera del paraíso. </span><span style="font-family: times;">Caín era un granjero. Abel un pastor. Aunque ambos hermanos dedicaban sus días a alabar a Dios y a hacerle sacrificios, Abel era el preferido de Dios.</span><span style="font-family: times;"> </span><span style="font-family: times;">De modo que, un día, lleno de celos y de odio, Caín mató a su hermano.</span><span style="font-family: times;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: times;">El texto del Génesis, pese a su concisión, es rico en detalles. En pocas palabras comprendemos lo que motiva el crímen: la envidia, los celos.</span><span style="font-family: times;"> </span><span style="font-family: times;">Yahvé sentía satisfacción por los sacrificios que Abel le hacia, pero no hizo lo mismo respecto a los esfuerzos de Caín. Esto enfureció a Caín, el granjero, hasta el punto de irritarse contra Dios.</span><span style="font-family: times;"> </span><span style="font-family: times;">Estaba tan abatido e irritado que, un día, viéndolo con el rostro desfigurado por el odio, Yahvé le preguntó: «¿Por qué estás tan irritado, y por qué se ha abatido tu rostro?»</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: times;">La furia de Caín era tan profunda que no podía esconderla a los ojos de Dios. Entonces, Yahvé le advirtió:</span><span style="font-family: times;"> </span><span style="font-family: times;">«Si no obras bien, a la puerta está el pecado acechando como fiera que te codicia, y a quien tienes que dominar».</span><span style="font-family: times;"> </span><span style="font-family: times;">Pero Caín era débil. Su ira lo dominaba completamente. Lo volvía loco. Era incapaz de dominarse a sí mismo. El pecado era su dueño, lo controlaba enteramente. </span></span><span style="font-size: large;"><span style="font-family: times;">De modo que otro día le dijo a su hermano:</span><span style="font-family: times;"> </span><span style="font-family: times;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: times;">«Vamos fuera. Y cuando estaban en el campo, se lanzó Caín contra su hermano Abel y lo mató».</span><span style="font-family: times;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span lang="ES"><span style="font-family: times;">La escena es estremecedora. El fragmento nos conmueve hasta los cimientos de nuestro ser. Ahí está el hermano envidioso, celoso, que, al no poder enfrentarse a Dios, al no poder reconocer su irritación por no haber sido reconocido como lo fue su hermano, incapaz de volverse contra Dios (Yahvé), se vuelve contra su hermano inocente para buscar venganza. </span></span><span style="font-family: times;">Entonces, Yahvé dijo a Caín: «¿Dónde está tu hermano Abel?»</span><span style="font-family: times;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span lang="ES"><span style="font-family: times;">Y al leer la línea, uno escucha en su propio corazón el eco de esa pregunta condenatoria que se repite una y mil veces: ¿Dónde esta tu hermano Abel? ¿Dónde está? </span></span><span style="font-family: times;">Caín contestó: «No sé». A lo cual Yavhé, dijo: «¿No sabes?» ¿No sabes lo que has hecho a tu hermano? ¿No lo sabes? </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: times;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: times;">Caín intenta engañar a Yavhé, quiere excusarse: «¿Soy yo (acaso) el guardián de mi hermano?» </span><span style="font-family: times;">Pero la excusa misma de Caín lo condena, porque, efectivamente, era su guardián y se ha convertido en su asesino.</span><span style="font-family: times;"> </span></span><span style="font-size: large;"><span style="font-family: times;">A esto, Yavhé replicó:</span><span style="font-family: times;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span lang="ES"><span style="font-family: times;">«Qué has hecho? Se oye la sangre de tu hermano clamar a mí desde el suelo». </span></span><span style="font-family: times;">La sangre del hermano muerto pide justicia.</span><span style="font-family: times;"> </span><span style="font-family: times;">«Pues bien (continúa diciendo Yahvé): maldito seas»</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">En la tradición budista, el origen de todos los sufrimientos que padecemos los seres vivientes tiene su origen en la ignorancia y las emociones perturbadoras. La ignorancia puede asociarse a esa pregunta que formula Caín para excusarse: «¿Soy yo (acaso) el guardián de mi hermano?» </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Por supuesto. Tú eres el guardián de tu hermano. Sin embargo, la codicia (tus celos, tu envidia) te ha nublado la razón, y has acabado odiándolo con todo tu ser hasta el punto de asesinarlo. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Sin embargo, el odio de Caín es solo indirectamente odio a su hermano. El verdadero destinatario de su odio es el propio Yavhé. Caín está ofendido porque no ha recibido de Dios el reconocimiento que esperaba. Arrogante, ofreció sus servicios a Dios de manera torcida, y ante la evidencia de ello, Dios lo ignoró y, al contrario, celebró y agradeció los servicios de su hermano Abel. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">El asesinato de Abel, entonces, es la expresión del pecado original, de la confusión mayúscula, primordial. Es la ruptura con Yavhé: la perdición por los siglos de los siglos del hombre que mató a su hermano para vengarse de Dios.</span></span></p>Juan Manuel Cincuneguihttp://www.blogger.com/profile/00733623156124758915noreply@blogger.com0