GANAMOS
Alguien puede pensar que lo que sigue a continuación es puro voluntarismo, puro idealismo utópico. Puede ser. Pero dejó para otra ocasión los argumentos para rebatir una objeción de este tipo. Lo que quiero, en cambio, es explicar qué es lo que hay en esta derrota argentina que merece ser capitalizado. Digo “capitalizar”, pero por supuesto, no es eso. Es otra cosa. Pero ya se me entenderá a medida que avance. Hace unos días, un amigo argentino me envió una nota de Mariano Grondona en la que hablaba del fútbol, del nacionalismo, de las olimpíadas griegas, de Aristóteles y de Churchill, para acabar con una de sus admoniciones habituales. En el último párrafo nos decía: no se atrevan a adueñarse de los goles para hacerse dueños de nuestro destino. El asunto planteado por Grondona es algo que se viene repitiendo con insistencia en las últimas semanas por casi todos los comentaristas de los diarios Clarín y La Nación: ¡Cuidado! El gobierno K quiere capitalizar el triunfo de la selección par