QUÉ NOS QUEDA
A medida que avanza la investigación en el caso Schoklender sobre defraudación, lavado de dinero y asociación ilícita va cayendo sobre parte de la ciudadanía una tristeza y un desconcierto análogo, pero de signo contrario, a lo que trajo consigo el fallecimiento de Néstor Kirchner hace menos de un año. Una mezcla de indignación y desasosiego se apodera de las almas. Aunque las Madres son intocables, ya han sido tocadas. Hace un par de días, el periodista Eduardo Aliverti escribía en su columna de Página12 una nota desgarradora en la que se dirigía en segunda persona a Jorge Lanata para preguntarle qué le había pasado, qué hacía con “ellos”, mendigando privilegios en el espacio de los enemigos. Pero aunque debe haber algunos irresponsables egocéntricos como el propio Lanata, que festejan la debacle moral que se avecina, y nos anuncian que el mundo siempre fue y será una porquería, se nota en el ambiente una atmósfera de luto. La “muerte” simbólica de las Madres, si ocurriera, sería una