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LA FICCIÓN DE CARRIÓ Y LA LEY DEL KARMA

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En un programa televisivo de la cadena TN, la legisladora opositora Elisa Carrió fue entrevistada por el periodista Santos Biasati. A la pregunta del entrevistador acerca de la situación que transita el país, la política respondió refiriéndose a la Argentina como un “país kármico” y con escasos conocimientos pretendió apropiarse del sentido budista del término para explicar algunos de los problemas que aquejan a la patria. El cronista apuntó de manera apurada los términos de la intervención y propone en esta nota una interpretación alternativa.  De acuerdo con la Dra. Carrió, los budistas explican el karma como la ley de “causa y efecto”. Según esto, nos dice, es posible concluir que todos los males argentinos (verdaderos e imaginados) son el fruto de la corruptela del actual gobierno. Con aires de suficiencia nos informa que 1 + 1 es 2 y que ella ha venido a traernos la buena nueva. No hay porque inquietarse, nos comunica de manera socarrona. Tenemos entre nosotros a alguien

LOS INDIGNADOS DE BARRIO NORTE Y LAS CACEROLAS DE PANDO

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Hace unos días empezaron otra vez las marchas “contra la dictadura K” en los barrios más coquetos de Buenos Aires, intentando reeditar las jornadas campestres del 2008. No es casual que las cacerolas de estos días coincidan con los insólitos reclamos del sector agropecuario por la reevaluación fiscal de sus tierras en la provincia de Buenos Aires. De todos modos, la gota que colmó el vaso, según nos dicen, es la preocupación que produce en los acomodados manifestantes la incertidumbre de la política cambiaria oficial, junto con las consecuencias que la especulación trae aparejada en ciertos rubros de la economía. En las redes sociales hay llamamientos continuados a sumar presencia y cacerola en los próximos días. Sin embargo, harían bien quiénes se vean impelidos a participar en los actos, a prestar oídos a las voces que se empachan con rabia en estas convocatorias. No sea el caso, como en otras ocasiones, que nuestra impensada firma en un acontecimiento acabe propiciando por

YPF: VUELTA DE PÁGINA

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(1) Como era de esperar, la decisión de la Dra. Cristina Fernández de Kirchner de renacionalizar YPF trajo consigo de todo. Lo más importante, los debates y encendidos festejos que congregaron a la ciudadanía. Pero además, la posibilidad de constatar la argumentación que sostiene la perspectiva de nuestros contrincantes en la disputa por el sentido.  Tres asuntos llaman la atención del cronista y lo acicatean a volver a las lides. Lo primero, recordar la cuestión material, es decir, la experiencia que justifica con creces la intervención estatal en el asunto que nos incumbe. En segundo término, la cuestión formal, la tan mentada “seguridad jurídica” que (se dice) vuelve a ser vapuleada por el gobierno en ejercicio. Finalmente, la cuestión de la factibilidad. Es decir, por qué ahora y no antes, que es uno de los argumentos predilectos utilizado por los más recalcitrantes, pero también por quienes acompañaron en general la iniciativa, sumándose con recaudos, pero con firmeza

GRECIA: ¿"SYMTHOME" O ANOMALÍA?

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Dejemos la disputa en torno a la descripción de los hechos a los profesionales del asunto. Concentrémonos en lo que creemos es el aspecto determinante de los sucesos. Para ello, comencemos con una breve ilustración que puede clarificar nuestra perspectiva. Si llegamos a un pequeño pueblo en una mañana de luto en la cual sus habitantes acompañan a los familiares y amigos de un difunto al camposanto, la falsa impresión que la imagen transmite es que el difunto es una suerte de anomalía en el curso cotidiano de los hechos. Los propios protagonistas se enfrentan al cadáver de ese modo, reverenciándolo como a un rey. Sin embargo, una breve reflexión sobre el suceso pone de manifiesto la universalidad que oculta la falsa excepcionalidad. Todos y cada uno de los partícipes del acto funerario ocuparán en su momento el lugar privilegiado del muerto actual. La distorsión epistemológica oculta la verdad de nuestra finitud al convertir en extraordinario un suceso que forma parte constitutiva de n

LAS DOS VERDADES DEL CAPITALISMO

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En la entrada anterior planteamos la necesidad de rearticular el ideario izquierdista con el propósito de aventurar un desafío ideológico a la actual hegemonía capitalista que, con diversos matices, reina a sus anchas en el sistema-mundo. En este artículo vamos a llamar la atención sobre los descalabros argumentales a los que son propensos algunos actores, fundamentalmente, debido a una confusión categorial. Para ello podemos remitirnos a dos distinciones. Una de ellas (ambiguamente platónica pese a todo) es aquella que el heideggerianismo enalteció durante las última décadas en torno a la diferencia ontológica. La segunda, análoga, pero esta vez de raíz budista, enfrenta dos categorías de verdad: (1) la verdad última referida al estatuto absoluto de los entes en cuanto tales, en el que se deconstruye la aparente esencialidad de los entes, a través de un análisis genético, estructural y conceptual que conduce a una noción de radical relatividad, correlativa con la siguiente conclusión:

CAPITALISMO: Entre la resignación y la utopía.

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En esta entrada continúo explorando la cuestión de la exclusión. Esta vez desde una perspectiva analítica diferente. Comienzo con una experiencia muy personal. Las circunstancias: un regreso a la Capital Federal a través de la autopista Illia. La visión: la villa miseria conocida como “la 31”. Dos lecturas contrapuestas: para una de ellas, la que pretendo desplegar en las líneas que siguen a continuación, se necesita un vuelco de la conciencia, una suerte de conversión. De pronto, la Villa 31 deja de ser producto de las ineficiencias gubernamentales (erradas políticas públicas o corrupción) y se convierte en “signo” de la verdadera “constitución” del sistema: las villas del conurbano, como las favelas de Río o los slums de Mumbai son el capitalismo. Esta conversión categorial viene acompañada de una mutación epistemológica, análoga a la que ocurre con la enfermedad cuando la pensamos a la luz de nuestra finitud constitutiva. Visto de este modo, la enfermedad no es un accidente, sino

LA ALAMBRADA

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Hace unos meses, unos amigos nos invitaron a su casa donde ofrecían una fiesta con motivo de su aniversario. El lugar al que fuimos convidados está ubicado a cuarenta minutos de la capital, en un de los llamados “barrios privados” o “barrios cerrados” que han sido construidos en los últimos años, fruto del “terror” que produce la “inseguridad” entre las capas medias de la población que han logrado acceder a los privilegios de la modernización y la pujanza de los últimos años. Como ocurre en muchos casos, la fastuosidad interior de estos barrios linda con la más brutal indigencia. Hasta el punto que los kilómetros finales de la carretera pública que sucesivamente nos acerca a los portales de seguridad de los emprendimientos habitacionales acomodados de la zona están flanqueados por altas alambradas que impiden a los “villeros” (los habitantes de las llamadas “villas-miseria”) acceder a la carretera, ofreciéndoles de este modo a los propietarios privilegiados que deben transitar por esos