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LA RAÍZ DE TODOS NUESTROS MALES

He tenido la fortuna de vivir dos años en Bogotá, bajo esos cielos imponentes, escuchando muchos, pero muchos ladridos. En el 89, presencié el famoso "caracazo". Esos días alumbrados en el que el ejercito venezolano encomendado a un proyecto neoliberal disparó contra su propio pueblo, para acabar con la módica cifra de 3000 muertos. El diario El País de entonces fue el que dio la cifra. Creo que el corresponsal era José Comas, que después estuvo viviendo en Buenos Aires. También tuve ocasión de presenciar el Plesbiscito chileno del 88. Escuché a los opositores, pero tuve la fortuna de charlar largo y tendido con pinochetistas bien acomodados del régimen. Uno de ellos, simpático como pocos, se desvivió por convencerme que era necesario exterminar a los zurdos en el continente, y que pasara lo que pasara, nunca cambiaría nada en su país. Que el poder estaba bien consolidado. Me he pasado años en Europa, hablando con gente de las más diversas índoles. He vivido en Euskadi, y act

RECORDANDO A COLIN POWELL (2): Otra vuelta de tuerca.

A continuación ofrezco mi respuesta a un comentario realizado a la nota titulada: "Recordando a Colin Powell", que no he podido insertar en la sección correspondiente debido a su extensión. PT, Me alegra mucho que se haya animado a hacer su comentario. Creo que es una buena ocasión para intercambiar pareceres. Lamento que me haya prejuzgado. En realidad, nunca he querido otra cosa cuando me decidí a editar este blog que crear ocasiones para debatir estos asuntos. Por lo tanto, permítame que le dé alguna respuesta a lo que me plantea. Para empezar, recordarle que los últimos artículos que he editado son respuestas a dos colaboraciones que han sido publicadas en el diario El País de España, y una de ella reeditada en el diario La Nación recientemente. Por lo tanto, de lo que se habla en estos artículos no puede entenderse plenamente si uno desconoce el objeto de los mismos, que es reflexionar sobre los trasfondos inarticulados de estos y otros autores que suelen escribir en la

RECORDANDO A COLIN POWELL

Fue un día memorable. Es decir, un día que debería estar en nuestra memoria, para evitar ese misterio burdo, como decía Borges, que es el olvido. Leo en el diario El País otra de esas maravillas de la prensa liberal española que nos ponen sobre aviso de lo que planean estos tipos. La firma de la nota es la del prof. Román D. Ortiz, profesor en el departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de los Andes, Bogotá. El título del artículo dice: “Relaciones Peligrosas”, y como es de esperar, viniendo de Colombia, y firmado por un consultor privado en seguridad, las peligrosas relaciones de las que hemos de hablar son las que mantiene Ecuador y Venezuela, los vecinos ariscos de la nación colombiana, con las FARC. La tesis del señor Ortiz es sencilla. No deberíamos mirar hacia otro lado. Chávez es como Milosevic o Saddam Hussein. La agresividad de su política exterior debería, hace tiempo, haber animado a la comunidad internacional a tomar medidas contundentes frente al caso. No me de

EL PODER Y LA ESPERANZA: Sobre la injusticia de la justicia salomónica.

Quisiera decir dos palabras sobre una cuestión a la que los resultados electorales en Argentina han vuelto a dar alas. Se trata de la posibilidad o no de zanjar definitivamente la cuestión de la represión genocida en Argentina durante las décadas de los setenta y los ochenta. En esta ocasión, lo que desata mi respuesta es un artículo publicado por la “popular” Pilar Rahola en el diario El País, periódico que nos tiene acostumbrados a una buena dosis de tergiversaciones cuando se trata de ofrecer su imaginario sobre Sudamérica. Pero para que el asunto no suene a propaganda sin fondo, recordemos que los más importantes opinólogos sobre nuestro continente son grotescos enemigos del chavismo, y sus secuaces izquierdistas. ¿Cómo olvidar la semblanza que nos ofreció Vargas Llosas del criollo astuto y mentiroso de Morales? ¿Qué hacer con la justificación que nos ofreció recientemente ante el golpe en Honduras? ¿Qué decir de su vergonzante aparición mediática desafiando a un presidente constit

A FALTA DE IDEOLOGÍA NOS QUEDA LA INFORMACIÓN

El estribillo lleva varios años sonando en los primeros puestos desde algo así como el Departamento para la Reconstrucción de las Sinapsis planetaria. El propósito es loable. Se trataría más o menos del siguiente experimento: eliminar los restos de otra supersticiosa y añeja costumbre humana. Habiendo hecho lo propio con las religiones tradicionales (que pese a todo se resisten a ser echadas por la borda) toca el turno de las ideologías (eso de izquierda y derecha que no suena bien a nadie), que además de ser una distinción éticamente reprochable de muchas maldades contra la humanidad, tiene la desgraciada suerte de ser estéticamente censurables. En breve, las ideologías son feas. Los expertos en imagen lo saben. Y como ha quedado patente en alguna nota anterior, insisten a sus pupilos que hagan caso omiso de sus lealtades argumentales y se centren en lo más candente: lo que la gente quiere, y no lo que la gente quisiera querer aunque no puede por el momento hacerlo. Junto al olvido de

TODAVÍA NOS QUEDAN LAS CALLES.

Como he dicho en otras ocasiones, debemos tomar la iniciativa. Las políticas de ajuste que se pretenden para superar la crisis son, como se ha repetido hasta el hartazgo, otra de las opacas e injustas soluciones que los ricos proponen para no cargar con la responsabilidad que les toca. O para decirlo de otro modo, es el intento de traspasar la carga de la mula sobre el cordero. La prensa está haciendo todo lo posible para que la contestación social no llegue a mayores. Eso significa, en breve, una estrategia para evitar que la sociedad civil sea capaz de ofrecer respuestas espontáneas a las dificultades que se presentan, ocultando, mintiendo, distorsionando dichas respuestas. La estrategia es desfigurar la actividad de los movimientos sociales, presentándolos como amenazantes, descontextualizándolos, engañando sin reparo acerca del contenido de las reivindicaciones, como hemos podido ver en la distorsión unánime que los medios recientemente ofrecieron de las huelgas en Inglaterra. Esta

HONDURAS: Idiotas, hipócritas y cretinos.

Si nos tomamos el trabajo de leer lo que los principales medios de comunicación tienen que decir acerca del golpe de estado en Honduras, notaremos dos cosas muy interesantes. La primera es que en muchos de ellos hay un conjunto de periodistas y comentaristas que llevan la voz cantante, que aprovechan la ocasión que les brinda un hecho de esta naturaleza para ejercita la lucrativa tarea de aporrear en sus páginas al Presidente Hugo Chávez y al conjunto de líderes de la llamada nueva izquierda Latinoamericana. En segundo lugar, entusiasmados con la unanimidad de las instituciones hondureñas, la consabida aprobación del golpe realizada por el Episcopado Hondureño, y la confusión reinante, se pretende poner en pie de igualdad al gobierno salido de las urnas con la dictadura impuesta por el golpe. A fin de clarificar lo que quiero decir, ilustraré estas afirmaciones con un ejemplo. La nota fue publicada hoy en el diario El País, uno de los principales motores que impulsan con ahínco y de