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Mostrando entradas de diciembre, 2011

VIAJE A MISIONES (4)

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En la entrada anterior me referí a la escucha. Me preguntaba entonces: ¿A qué debo atender? Y respondía sucintamente: al sufrimiento. Si no atendemos al sufrimiento, concluía, lo único que puede “producir” el pensamiento es frivolidad. La frivolidad es lo opuesto a la lucidez. Digo más: es el antídoto contra la lucidez. Puede tomar las más diversas formas, por supuesto. Uno puede ser frívolo dedicándose a la moda, los negocios, al arte, la política, la ciencia o incluso la mismísima filosofía. Uno puede convertirse en un empedernido erudito para no tener que pensar. Por lo tanto, aquí cuando digo “frivolidad” me refiero al desajuste voluntario que ejecutamos entre nuestra visión y nuestra praxis, por un lado, y la realidad. La frivolidad consiste en no querer enterarse de qué va la cosa verdaderamente, en camuflar lo que pasa. Por supuesto, una actitud de estas características puede resultar “terriblemente” poderosa. De hecho, lo es. Imaginemos qué ocurriría si al bombardear una aldea

VIAJE A MISIONES (3)

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(1)Pasamos navidad en Posadas. Desde el balcón refrescado por un viento enérgico, contemplamos la orilla paraguaya, donde estallaban fuegos de artificio como burbujas en el horizonte ennegrecido. El río, caudaloso, había perdido la displicencia de las últimas semanas, y animado acompañaba la tormenta. El día anterior llovió durante toda la jornada. Las temperaturas se precipitaron. Aprovechamos la ocasión para quedarnos en casa y descansar nuestros cuerpos de los calores de las tardes y las noches anteriores. (2)Aunque ya decidimos, por circunstancias coyunturales, que Posadas es sólo una estación pasajera en nuestro extraño itinerario de “autodescubrimiento” (todo viaje es un descubrimiento de uno mismo en la exterioridad), insistimos y nos quedamos. Puede que la razón sea que descubrimos en Posadas otra metáfora del fin del mundo (Usuahia sería la otra frontera hacia lo inconmensurable), en el extremo sur de la patria. Después de 24 años, regresamos a la Argentina con la voluntad de

VIAJE A MISIONES (2)

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Es probable que en un par de semanas nos estemos embarcando en una aeronave de Aerolíneas argentinas para emprender otro regreso, esta vez a Barcelona. El viaje a Misiones fue un último intento por implantar nuestras raíces desarraigadas en esta tierra de la cual fuímos una vez arrancados. Nuestra historia no es excepcional. Compartimos nuestra suerte de dolorosa itinerancia con cientos de millones. Pero en este rubro hay de todo. Lo más importante, quizás, sea el éxito o el fracaso de los caminos recorridos por cada cual. Mientras tanto, sigo estudiando el texto de Feinmann sobre el Peronismo. Las páginas del regreso de Perón a la Argentina, no tienen desperdicio. En ese regreso está todo, como dice Feinmann, como un Aleph, en el que se concentra el alfa y el omega de nuestras vidas. Ahora bien, lo que a nosotros nos interesa es entender a partir de la historia lo que nos está sucediendo. El libro de Feinmann es un libro sobre filosofía política. Pero ¿qué podemos decir nosotros de la

VIAJE A MISIONES (1)

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(1)La noche anterior a la partida me entreviste con Jorge Dotti, mi director del programa postdoctoral de la UBA en su casa de Zapiola, en el barrio de Belgrano, en Buenos Aires. Le conté que había escrito a la Universidad de Misiones solicitándoles una entrevista de trabajo. Me respondieron amablemente y me animaron a viajar. Como nuestro alquiler en Buenos Aires se vencía, decidimos subirnos en el automóvil toda la familia y marcharnos de la capital. A decir verdad, era el plan original cuando decidimos regresar. Pero como era de prever, las relaciones familiares, los trámites burocráticos y los problemas básicos de adaptación nos obligaron a permanecer en “nuestro barrio”. La idea, sin embargo, era tomarle el pulso al “país real”, como dice la “ideología oficial”. Y eso significaba, entre otras cosas, viajar a las provincias. Porque era evidente (al menos lo era para mí) que no podíamos hacer una radiografía diagnóstica del mundo si nos empeñábamos en ocultar las diversas periferias