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Mostrando entradas de marzo, 2020

DICOTOMÍA IDEOLÓGICA: ¿MERCADO O VIDA?

Los economistas ortodoxos, pseudo-heterodoxos y otros expertos sociales del establishment, junto a periodistas y tertulianos repiten incansablemente en estos días el mismo mantra: «O es la economía, o es la salud». O, tal vez, de manera menos perentoria: «Debemos encontrar un equilibrio entre las exigencias de la economía y las exigencias de la salud».  En este contexto, la población que sufre en carne propia la pandemia  sumando  fallecimientos y contagios de manera vertiginosa, además del miedo visceral que provoca la enfermedad y la muerte, enfrenta la catástrofe socioeconómica y política de miseria con la impresión, una vez más, de ser prescindible y sacrificable en nombre del todopoderoso «Dios capital», quien exige en estas circunstancias, otra vez, víctimas propiciatorias, como en la antigua tradición Azteca, para que podamos volver a ver salir el sol.  Un capítulo aparte merecería en este punto volver a «la revolución robótica» largamente anunciada en los últimos años. Los

PESADILLA SOLIPSISTA Y PORNOGRAFÍA DE CLASE MEDIA

La pandemia acelera su expansión. En España, desde mi última entrada, los contagiados confirmados se han multiplicado por dos (57.627), también los fallecidos (4.369). Los matemáticos sostienen que los datos son falsos respecto a los contagiados, y hablan de medio millón de personas con el virus en el cuerpo. También las reacciones políticas a la crisis actúan como un corrosivo para la esperanza. En el terreno, el Estado está tomando las decisiones de siempre. Los más vulnerables no recibirán la ayuda que necesitan. La prioridad es salvar los negocios del sector privado, incluso ahora, cuando se encuentran sus estamentos gerenciales ya en plena fiebre de despidos y recortes. El gobierno de Sánchez cometió errores infantiles. Al comienzo, cuando todos los signos apuntaban a que la epidemia se expandiría impiadosa en el territorio, y los especialistas globales conminaban a tomar acciones decididas para contener los contagios, las decisiones no llegaron. Timoratos, rezaron a sus santos pr

CREER

Huelga general de la humanidad Pensé en titular a esta entrada «Huelga general de la humanidad». La idea es  que la pandemia y el confinamiento masivo pueden leerse (también) como una renovada reivindicación de los pueblos de que «otro mundo es posible», un mundo más allá del orden vigente. Ahora bien, tenemos un problema, porque hay una parte de la sociedad que está aferrada a formas de reivindicación política que demuestran una completa desconexión con los problemas que enfrentamos y los desafíos que estos suponen. Por lo tanto, la idea misma del confinamiento se lee de manera unívoca como «encarcelamiento social». Aquí confluye, como era de esperar, todo Foucault: desde el Foucault de Vigilar y castiga r hasta el Foucault del Nacimiento de la biopolítica . Este último término (biopolítica) ha sido repetido hasta el cansancio en estos días por «nuestros ilustres» remunerados del establishment cultural. La insistencia de esta lectura es completamente contraproducente, y está llam

MÁS ALLÁ DE LA OPORTUNIDAD Y EL PELIGRO

La exterioridad «Afuera» está el virus. Eso dicen. Las calles están vacías. Los signos del peligro, además del silencio qu e nos envuelve, y la distancia que hemos establecido entre nosotr o s s on las mascarillas (compradas o improvisadas). Como los lazos amarillos, negros, morados o de otro signo en la era pre-pandémica, las mascarillas definen a los crédulos frente a los incrédulos y a los agnósticos: «¿Es real la pandemia o se trata de otra cosa: una estrategia de dominio, por ejemplo?» La discusión, a esta altura, ya no tiene sentido. Con el paso de los minutos y las horas, las estadísticas globales han acabado derrumbando el imaginario conspiranoide. Hemos de enfrentar la verdad: nuestra vulnerabilidad y finitud. Más allá de las redes sociales: la exterioridad de los cuerpos. Más allá de nuestros hogares: esa otra exterioridad que es el mundo, en la que todavía transitan servidores públicos (sanitarios, policías, militares), trabajadores que brindan servicios esenciales (tran

¿ESTADO DE EXCEPCIÓN?

La tercera ola  Tedros Adhanom Ghebreyesus, el presidente de la Organización Mundial de la Salud, ha advertido que la «tercera ola» de la pandemia será especialmente agresiva con las personas más vulnerables del planeta. Si en los países ricos de la Unión Europea la pandemia se ha desatado con los gobiernos con el paso cambiado, con escasez de recursos, y una desorganización y des-coordinación que está haciendo estragos, la falta de previsión en los países más pobres, y la des-coordinación a la hora de implementar las estrategias de contención o destinar recursos, puede hacer que la tragedia se vuelva aún más letal. La decisión del gobierno de Alberto Fernández de imponer una cuarentena obligatoria a toda la población es una buena noticia. El ejemplo italiano y español demuestran que las dilaciones se pagan caro. Los muertos se multiplican exponencialmente con el correr de los días, y los costos socio-económicos se acumulan con cada día que pasa sin tomar medidas contundentes para

¿VOLVER A LA NORMALIDAD?

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Aunque la pandemia está aún en curso, sabiendo como sabemos que todos los fenómenos son transitorios, hemos de pensar a qué mundo «queremos regresar». Ahora bien, tenemos que ser conscientes que no se vuelve para atrás en la historia, que la idea misma de «volver a la normalidad» está desencaminada. Esconde dos falacias que es preciso identificar si queremos avanzar en una agenda solidaria e incluyente de futuro que sea capaz de poner límite, e incluso superar, la lógica del capital, y que eluda las tentaciones nacionalistas fóbicas y excluyentes que se multiplican en toda la geografía del planeta. Primera falacia sobre el pasado La pretensión de que el orden capitalista es la «normalidad». Es decir, la creencia de que el capitalismo es el orden natural que refleja fielmente la ontología y el desenlace teleológico de lo humano. Comencemos, por lo tanto, con una breve caracterización del capitalismo, y a partir de allí, intentar entender su carácter anómalo. Habría muchas maneras de p

RATTAZZI Y EL TONTO DE OLIVOS

Sobre el COVID-19 y la doctrina del shock Cada país manifiesta sus propios síntomas culturales cuando le toca enfrentarse a la pandemia. En las últimas entradas he hablado de España, en donde, junto con Italia, el COVID-19 se está cebando de manera agresiva con los ancianos. Algunos epidemiólogos e infectólogos, como Oriol Mitjà, han sido contundentes. La epidemia podría haberse evitado, pero la falta de previsión está haciendo estragos. A esta hora, las proyecciones son preocupantes. Los casos confirmados ascienden a casi 12.000, pero no hay dispositivos disponibles para realizar pruebas masivas a la población, por lo que, se calcula, deben haber cerca de 100.000 infectados bajo la punta del iceberg. Mientras tanto, las UCIs del país se preparan para recibir una oleada de casos graves, con escasez de recursos y personal. La sanidad española está reclutando residentes y estudiantes.  En este escenario de catástrofe, no faltan los darwinistas sociales que reclaman que los Estados deje

COVID-19. OTRO MUNDO ES POSIBLE

Las pandemias no vienen solas  Especialmente cuando se convierten, de manera imprevista, en el signo global de una crisis de legitimidad que afecta todas las esferas de la vida social, política, económica y medioambiental del planeta. Nadie está libre de culpas en este trance. Aqueos y troyanos en cada región del globo se echan los trastos a la cabeza inculpando a sus enemigos de los males que nos aquejan a todos. El COVID-19, como me dijo un amigo, es democrático. No reconoce identidades superficiales. Sin embargo, las condiciones materiales y formales con las cuales enfrentamos este y otros desafíos, no tiene nada de democrático, especialmente si pensamos la democracia, no solo como el reino de la libertad, sino también como el reino de la igualdad. Me quedo entonces con el pertinente análisis de Etienne Balibar, quien define el anhelo genuino de la democracia como empecinamiento fraterno por construir el «reino de la igualibertad». No hay libertad sin igualdad, como no hay igualda

LECCIONES DEL COVID-19

Dónde estamos Quiero darle otra vuelta de tuerca al argumento que empecé a desarrollar en mi entrada anterior. Ahora tenemos tiempo para pensar qué hemos hecho y por qué estamos donde estamos. La fotografía es bastante deprimente. Y no me refiero al confinamiento, sino al caos reinante. Hace unas horas bajé a comprar unas frutas y unos vegetales. La encargada estaba protestando por la actitud de muchos de los clientes que habían, literalmente, saqueado las reservas, llevándose todo lo que encontraban, pese a las advertencias del gobierno y la garantía del abastecimiento. Ahora bien, resulta fácil, como hace hoy la prensa local, responsabilizar a los ciudadanos, y hacer un llamamiento al civismo y a la responsabilidad de los individuos. Sin embargo, hay algo que huele mal en este argumento cuando pensamos en la evolución de la crisis. No estamos hablando de un terremoto, ni de un ataque terrorista, estamos hablando de una de las crisis sanitarias más anunciadas de todos los tiem