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Mostrando entradas de julio, 2010

LA ESFERA PÚBLICA (II): Reflexiones sobre la Iglesia y la ley de matrimonio igualitario.

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Mientras redactaba este post el Senado de la Nación Argentina aprobó la modificación al Código Civil que autoriza el matrimonio a las parejas homosexuales. Empecemos, como anunciamos en el post de ayer, hablando un poco acerca de la historia del surgimiento de la esfera pública como forma de nuestro imaginario social moderno. Esto nos servirá para encarar en los días que vienen la tarea de reflexionar sobre las manifestaciones de las que hemos sido testigos en éstos días y poder tomar una posición más reflexiva acerca de por qué razón la pretensión de autoridad última de la Iglesia católica necesariamente se encuentra en tensión con el orden moral moderno y, eventualmente, si es posible encontrar una escapatoria a la encrucijada que ese orden moral supone no sólo para la Iglesia, sino para la sociedad secular moderna en general, obligada a lealtades muchas veces contrapuestas. Lo primero: nos referimos a la esfera pública como un espacio común, compartido, donde los miembros de la soci

LA ESFERA PÚBLICA: Reflexiones en torno a la Iglesia y la ley de matrimonio igualitario

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Hoy quiero referirme a la dimensión de la esfera pública. Lo voy a hacer tomando en consideración el actual debate sobre el matrimonio homosexual en Argentina. La batalla política, social y cultural que allí se está librando presenta el siguiente panorama: 1. El Cardenal Bergoglio y otras autoridades de la Iglesia, han declarado que el intento de modificar el código civil es parte de la “guerra contra Dios” que se está librando en la sociedad argentina y en el mundo en general. 2. Algunos sacerdotes “rebeldes”que han adoptado posiciones favorables al matrimonio civil de personas del mismo sexo han sido suspendidas “cautelarmente” de sus oficios y separados de sus comunidades. 3. Hemos visto, además de las manifestaciones a favor de la aprobación de la ley, numerosas marchas en contra de la misma. En la última manifestación frente al Congreso de la Nación abundaban menores, estudiantes de colegios católicos que han optado por dar asueto a nivel nacional a sus estudiantes para promover d

EL DÍA DESPUÉS

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El domingo por la mañana bajé al pueblo. En el bar de la plaza me encontré con Santiago que leía embelesado el AVUI, donde se pormenorizaba la protesta catalana y se analizaba qué hay que hacer de aquí en más. Las fuentes catalanas (bastante más fiables cuando uno mira las fotos sabiendo lo que hay entre Plaza Catalunya y Diagonal) dicen que hubo 1.100.000 personas. Es decir, la manifestación más numerosa de toda la historia de Catalunya. El diario EL PAÍS, amparándose en una agencia subcontratista que le hizo los cálculos a la medida de sus intereses, dice que hubo 56.000. La diferencia no es escandalosa para quien se ha acostumbrado a leer los periódicos, no con la intención de encontrar en ellos la verdad, sino de conocer con mayor detalle los intereses que mueve a los emporios de la información. Santiago estaba contento. Como no podía ser de otro modo, lo felicité por lo conseguido en la marcha, que no pretendía hacer otra cosa que hacer llegar al otro lado del río una voz unísona

GANAMOS

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Alguien puede pensar que lo que sigue a continuación es puro voluntarismo, puro idealismo utópico. Puede ser. Pero dejó para otra ocasión los argumentos para rebatir una objeción de este tipo. Lo que quiero, en cambio, es explicar qué es lo que hay en esta derrota argentina que merece ser capitalizado. Digo “capitalizar”, pero por supuesto, no es eso. Es otra cosa. Pero ya se me entenderá a medida que avance. Hace unos días, un amigo argentino me envió una nota de Mariano Grondona en la que hablaba del fútbol, del nacionalismo, de las olimpíadas griegas, de Aristóteles y de Churchill, para acabar con una de sus admoniciones habituales. En el último párrafo nos decía: no se atrevan a adueñarse de los goles para hacerse dueños de nuestro destino. El asunto planteado por Grondona es algo que se viene repitiendo con insistencia en las últimas semanas por casi todos los comentaristas de los diarios Clarín y La Nación: ¡Cuidado! El gobierno K quiere capitalizar el triunfo de la selección par