¿CÓMPLICES DEL SILENCIO?
Hace 25 años me fuí de la Argentina. Quienes me conocen saben que, desde el día que me fui, me ha obsesionado una cuestión:¿Cómo es posible que esa gente, medianamente amable, compañeros del cole y del rugby, familiares y amigos, hayan participado o apoyado el horror del genocidio en Argentina? Aun peor, ¿Cómo es posible que después de todos estos años, de todo lo que se ha dicho y visto en estos años, muchos de ellos sigan apoyando el asunto o haciéndose los distraidos? En mi primer regreso a la Argentina, después de 7 años de ausencia, comprendí que esa gente no volvería a estar en la lista de mis amigos y conocidos, que no volvería a sentarme con ellos a la mesa. Me volví a ir y exceptuando unas pocas excepciones casuales, encuentros fortuitos y referencias indirectas, no he vuelto a tener noticias de ellos. Sin embargo, cuando he tenido la “fortuna” de cruzarme en el camino con alguno de los personajes de mi adolescencia, compruebo que no han cambiado mucho las perspectivas que def