LA VERGÜENZA DEL BUDA
Ilustración de Taylor Shute En el diario La Nación encontramos hoy un artículo titulado: “Pausas activas en el Estado: las clases de yoga ya son parte habitual en varios organismos” . El texto, firmado por Alan Soria Guadalupe comienza de este modo: “Sentada sobre una colchoneta estirada en el suelo, Rosario pide que cerremos los ojos, que nos encontremos con nuestro cuerpo. También, nos ordena inhalar y exhalar de manera exagerada. Después, nos pide que estiremos los brazos hacia arriba. Finalmente, nos convoca a sentir ‘cómo nos liberamos’.” Según nos cuenta Guadalupe, una vez se encienden los inciensos y la música de meditación envuelve el ambiente, la Jefatura de Gobierno se convierte en un templo. Pero, ¿cómo encajar esta pasión por la paz interior y la libertad individual con el empeño represivo y el autoritarismo del gobierno? O, para decirlo de otro modo: ¿cómo explicar el empeño del gobierno por recortes, despidos y ajustes con este afán por trabajar con “el alma de