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MADRID-BUENOS AIRES: LAS DERECHAS EN PIE DE GUERRA

  Vivimos una época difícil. La pandemia ha causado un verdadero estrago en la vida psíquica de los ciudadanos, y ha llevado a la convivencia al límite de la tolerancia (ese antídoto efímero – como dice W. Brown – que los liberales inventaron para eludir el compromiso con el genuino reconocimiento del otro).    En este contexto, más allá de las respuestas histéricas de una parte (importante) de la población que hoy se afirma en toda clase de negacionismos militantes – pese a la extenuante exigencia cognitiva que supone un negacionismo de este tipo ante el tamaño de la evidencia que tenemos por delante – el grueso de la población responde a los graves trastornos emocionales que padece alineándose a la política belicosa en la que cosechan votos los desalmados, quienes no le hacen asco a las irracionalidades y a las mentiras, quienes ejercen sin prevenciones la arbitrariedad y el patoteo.    Las elecciones madrileñas que en los próximos días decidirán la suerte de la capital española, y l

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  Introducción   La rebelión de un sector de la sociedad porteña frente a la decisión del gobierno nacional de imponer nuevas restricciones ante el crecimiento exponencial de contagios y muertes durante las últimas semanas, además de la amenaza de colapso sanitario, no ha dejado a nadie indiferente.  Especialmente, debido al sesgo político y la utilización partidaria de la oposición más visceral, que ha acabado llevándose por delante a los «moderados», imponiendo una estrategia de sangre y fuego para desgastar al oficialismo, acosado por el descalabro planetario de una vacunación fallida, escasos recursos, y una indisciplina insolidaria de gran parte de la población que, como es nuestra costumbre, vive en ocasiones de espaldas al mundo, aunque empujada por sus vientos y tormentas.    Lo cierto es que Argentina, mal que nos pese a unos y a otros, no es un caso especial en el mundo. Hacen mal quienes piensan que en nuestras venas corre sangre privilegiada, como quienes suponen que hay un

CARTOGRAFIAR EL PRESENTE. El problema de lo real

  Introducción   Uno de los principales problemas que enfrentaremos en nuestro futuro inmediato (lo que algunos denominan «la pospandemia») es que los mapas con los que contábamos puede que se hayan vuelto obsoletos. Por ese motivo, quisiera hablar en este artículo acerca de los «mapas» y los «territorios».     Comencemos con lo más básico: un mapa solo tiene utilidad para nosotros si sabemos dónde estamos ubicados en un territorio.  Imaginemos que habitamos en una isla en medio del océano. Vivimos felizmente, en armonía con nuestro entorno natural, totalmente ignorantes acerca de lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. Ni siquiera sabemos muy bien qué es ese derredor nuestro más allá del dibujo en el horizonte.  Resulta que un buen día, unos extranjeros aparecen en nuestras costas, con espadas, fusiles y cañones, y desbaratan nuestra existencia apacible, matándonos o convirtiéndonos en esclavos. Los imaginarios conquistadores tienen una ventaja enorme sobre nosotros. Son los posee

LA CULTURA DE LA MENTIRA

  Vivimos en una época en la cual la verdad está acorralada bajo el fuego cruzado de la publicidad (ese monstruo amable), las campañas partidistas que sirven variados intereses de clase, y los hábitos en las relaciones interpersonales que la asimilación de los modelos del mercado capitalista y la política mediatizada imponen a los comportamientos individuales.    Contrariamente a lo que usualmente se cree, la verdad es poderosa y se manifiesta con contundencia. Lo real se impone siempre con una pasmosa evidencia. Nuestros cuerpos no mienten: nacen, se unen y se separan unos de otros, envejecen, enferman y mueren. La naturaleza es tirana: de las semillas de arroz no nacerán durazno por mucho que insistamos. Nuestra consciencia moral tampoco miente: nuestras comportamientos producen siempre consecuencias análogas para nuestra vida interior. La crueldad no puede esculpir personalidades bondadosas, y el amarrete y codicioso jamás gozará como quien, consciente del carácter efímero y vulnera

ARDE BARCELONA

La política es asunto de sujetos,  o más bien de modos de subjetivación.  J. RANCIÈRE El título es una exageración, evidentemente. Pero el malestar es real y la desorientación palpable.   Las elecciones del 14F dejan un escenario pobre y con las fracturas visibles. Independentistas, antiindependentistas, dialoguistas, rupturistas, ricos, pobres, catalanes de toda la vida, catalanes españolistas, “colonos”.    Todas las identidades amontonadas: fascistas y antifascistas, en un popurrí indistinguible más allá de las consignas. Demócratas, liberales, republicanos, conservadores, ecologistas, radicales derechistas e izquierdistas, todos unidos, mal que les pese, bajo la misma estrategia policial de gestión poblacional.    Por el otro lado, los «de afuera», los que utilizan sus banderas como provocación, pero les da lo mismo la estelada o la preconstitucional, los que buscan con sus "expresiones groseras" y sus "destrozos callejeros" y "vandalismos" que tanto e

(DES)OBEDIENCIAS. Dialéctica de la libertad, la igualdad y la fraternidad

  Introducción    No podemos hablar de la desobediencia sin hablar de la obediencia. No solo porque lo que distingue a los dos términos es un prefijo de negación en uno de ellos que hace evidente su intrínseca relación, sino porque, por eso mismo, ni la obediencia, ni la desobediencia son nociones absolutas. Obedecer significa, negativamente, desobedecer otras demandas que reclaman autoridad sobre nosotros. De la misma manera, que desobedecer implica rendir nuestra obediencia a otras banderas o principios que pugnan o reclaman igual o superior autoridad sobre nosotros.    Ahora bien, para explicar mi perspectiva sobre este asunto, debo comenzar contextualizándola. De otro modo, mi reflexión será necesariamente superficial. ¿Qué quiero decir con esto? Que, de lo contrario, mi propia reflexión no será otra cosa que una rendición obediente (aunque inarticulada) a ciertas autoridades epistemológicas y normativas que hemos fetichizado, naturalizado.    Lo que quiero decir es que este «desví