ESFERAS DE ACOGIDA Y POLÍTICAS DE INCOMUNICACIÓN
Después de varios días encendidos, hay que volver cada uno a su sitio. Pero hace falta que la clarividencia que despertó en la ciudadanía la confrontación ineludible con la contingencia, no se disuelva en el tiempo como una estela en el agua que desaparece sin dejar rastro a poco de marcharse la embarcación que trazó su dibujo. Hay que hacer camino de los acontecimientos, labrar el surco de nuestros pasos futuros. Lo que pretendo en este post es pensar dos o tres cuestiones para que la reflexión pase de ser un fenómeno puramente hermenéutico, explicativo, y se convierta en una suerte de ejercicio hermético, que nos transforme vitalmente. La historia ciudadana es como un libro que hay que aprender a leer. Como un libro, la ciudad política nos acoge y nos enseña. Sin embargo, vivir la ciudad, la patria, el mundo en su dimensión política es producto de un cultivo previo que se realiza en el seno de la familia, donde aprendemos (cuando la familia no sufre de una seria patología) el uso de