NÉSTOR KIRCHNER


Abrí la compu y me encontré con la noticia en el diario El País. Un frío me corrió por la espalda. Me fuí a página 12, pero no tuve acceso. Después a Clarín, y me encontré con la confirmación de la noticia. El presidente Kirchner había muerto.

La cabeza me dió un vuelco. Le dije a Agus lo que pasaba con un extraño presentimiento que fue cobrando forma a medida que pasaban las horas. Al rato empezamos a recibir las primeras intervenciones a través de facebook. Mientras millones de argentinos lloraban la muerte del ex presidente y enviaban sus condolencias a Cristina Fernández, otros se reían y hacían bromas groseras acerca de lo ocurrido. Mi hermano me envió un mensaje apesadumbrado. Le dije que me debatía entre la tristeza y la rabia.

Llevo meses escuchando a mucha gente diciendo barbaridades sin fundamentos acerca de este gobierno. Un gobierno que a muchos de nosotros nos devolvió la esperanza, que a muchos de nosotros nos hizo soñar con regresar a la patria después de muchos años de avergonzado alejamiento de un país que festejó con los asesinos y los estafadores de la dictadura la estrategia de vaciamiento del menemismo.

En todos estos años de imbecilidades, de mensajes vacíos pero rabiosos, de argumentos energúmenos, de declaraciones altisonantes acerca del asco que producía en las espasmódicas histéricas la inteligencia de la presidenta, he intentado guardar cierta cordura.

Me he explicado un millón de veces, he escrito artículos, he mantenido discusiones con "infradotados" indignados que repetían sus banalidades como un coro de fanáticos hipnotizados, he intentado que la gente tomara conciencia de la razón detrás del encono irracional que reina en el país, de la inmoderada estrategia de violencia verbal que escupe una oposición desarticulada y vaciada de contenido político, completamente entregada a la servidumbre de los poderosos y el status quo de siempre.

Sin embargo, hoy es otra cosa. Hoy me asiste la tristeza y la rabia, y la convicción de que es el momento de dar la mejor de nuestras batallas. Porque lo que ahora mismo se ha puesto de manifiesto, pese a las palabras hipócritas de los líderes opositores, es que han inyectado en el país un veneno que será difícil de neutralizar.

Detrás de las palabras de condolencia de los dirigentes opositores, lo que queda es una masa de gente idiotizada (sus bases) que se ha alimentado con las banalidades y barbaridades de un discurso desmedido y que ahora repiten como idiotas lugares comunes que, ante la muerte del expresidente y el dolor de muchos conciudadanos que respaldaban este proyecto triunfador en las urnas, pone de manifiesto el talante antidemocrático y corrosivo que los alimenta.

Es hora de militancia redoblada, decía hace unos minutos Raimundi a través de su Facebook. Eso significa recordar a cada minuto dónde y quiénes son nuestros enemigos, qué representan, cuál ha sido su historia, dónde estuvieron cuando se debatieron los ejes de este país nuevo en ciernes.

La Argentina de hoy, aunque les pese a quienes envalentonados por las huestes mediáticas repiten al unísono de la corruptela oficial, las mentiras del INDEC y el despilfarro, quienes se vuelven moralistas y se acuerdan de una pobreza que nunca les importo cuando se estaba inventando, mientras festejaban con champaña la aniquilación de la clase media y la fabricación de la indigencia, esta Argentina - decía - es una Argentina más justa.

Pero entiéndaseme bien. Se trata de una Argentina más justa, no de una Argentina justa, a secas. Es una Argentina que necesita de nosotros, una Argentina en camino. Por supuesto, las estructuras políticas están llenas de oportunistas que se cambian de camiseta como de calzoncillos. Habrá que tomar medidas, indudablemente, pero lo primero es reconocer la voluntad política que el matrimonio Kirchner supo adoptar como motivación política. Voluntad de transformación. Una transformación que no puede ser fácil, que no es bufar i fer ampollas, como dicen los catalanes, porque es contracultural, porque se encuentra enfrentada a una cultura enquistada en la psiquis de una parte de la ciudadanía argentina, cínica, escéptica, desconfiada, individualista y clasista, que de paso ha sabido preservarse de la responsabilidad que le toca en la fabricación de la miseria y el dolor bajo la cosmética de la indiferencia y la repugnancia hacia todo aquello que no responda a una política del privilegio, hacia toda política de emancipación ciudadana.

Esa es la Argentina estirada que practica con descaro la crueldad ante el groncho, y que en estas horas, como ocurrió en ocasiones anteriores cuando el expresidente sufrió crisis cardíacas semejantes, muestran la espantosa herencia que los une a las lenguas malas y cotorreras que exclamaban ¡Viva el cáncer! ante la enfermedad y muerte de Eva Perón.

Pero además de los "monstruos" de siempre, de esas caricaturas avaras, hay también la complicidad de aquellos que escuchan en silencio, sin condenar de modo alguno a las bestias más peludas de la crueldad que habitan en sus casas, aquellos que en silencio se sonríen ante las desubicadas muestras de crueldad de sus amigos o conocidos, o se limitan a un gesto vacío de reproche para afirmar después, con la mariconada: "Yo no soy Kirchnerista, pero guardo el luto". Señal de ser un pusilánime perdido, un idiota de esos que piden permiso para decir lo que se tiene que decir y callan para siempre cualquier idea que no sea la que todos repiten de manera unánime en el círculo de clase que impone su tabú con estridencias.

A todas esas personas les deseo con todo el alma que les salga un grano en el culo que les impida sentarse con comodidad durante un año largo y sufrido. Un mal menor, indudablemente, pero que puede ayudarles a recordar de la importancia de la virtud. Para el resto, gente de bien que en estas horas sufre y presiente dificultades futuras, mi más sentido pésame y mi ánimo a continuar con la lucha. ¡Viva la patria!

Comentarios

  1. Gracias Manu por la invitación a reflexionar. Creo que tenés razón en varias cosas. Sin embargo, debo decirte que tu planteo me suena un tanto maniqueo y quiero que sepas que conozco mucha gente que jamás festejó las decisiones de Nestor Kirchner, gente que no estuvo de acuerdo con sus políticas ni con su modo de hacer política y sin embargo sí es gente de bien.
    Critiqué el menemato y al kirchnerismo por las mismas cosas. Igual que mucha gente que conozco. Pero soy incapaz de festejar la muerte de un ser humano.
    El dolor de la Señora Presidente no tiene nada que ver con lo erradas que me parezcan sus decisiones.
    Vos y yo pensamos diferente, pero un hombre ha muerto y yo aborrezco con vos a los que se mofan de eso y lo festejan.

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