LA ESCALA Y EL FONDO



Esta entrada se escribe a partir de un mensaje casual del amigo Del Percio en WhatsApp. La distinción del pensador argentino es conocida, pero en su formulación digital produjo resonancias inesperadas. Por un lado, nos decía, tenemos el optimismo y el pesimismo. Por el otro, la esperanza. 

La escala se extiende en un espectro que va desde la banalidad y la euforia que produce el poder y la gloria en un extremo, hasta la desesperación suicida o asesina en el otro —desesperación marcada por el sinsentido, el fracaso o el sometimiento. De este modo, uno puede ser optimista o pesimista circunstancialmente. 

No obstante, hay que tener en cuenta también que hay caracteres marcados por tonalidades afectivas que los inclinan existencialmente a encarnarse en uno u otro tipo. O para decirlo de otro modo —con el lenguaje reduccionista de la genética— hay quienes cargan en su ADN un desequilibrado porcentaje de genes que los orientan hacia uno u otro extremo. 

Aun así, es indudable que hay circunstancias socioeconómicas, políticas, histórico-culturales que definen tonos de época. Las circunstancias actuales, efectivamente, parecen catalizar el pesimismo. 

La extrema derecha es una expresión de esta inclinación circunstancial. El discurso público, la situación geopolítica, el deterioro de nuestros escenarios existenciales, el cinismo reinante, la brutalidad y crueldad que se encarnan desvergonzadamente en nuestros imaginarios, la oscuridad de nuestros futuros posibles, invitan al pesimismo. Ser optimista en esta época resulta casi insultante para el común de los mortales. Expresar dicho optimismo parece una afrenta banal al sentido de la época. 

Otra cosa muy distinta es la esperanza que trasciende el espectro y lo explica. La esperanza no es otra cosa que nuestra libertad constitutiva, la que nos define como humanos. Incluso más: es el germen de libertad que anida en toda materia viva, su apertura irrenunciable. En nuestro caso, la esperanza es aquello que subyace a nuestros dramas cotidianos o generacionales, aquello que se resiste a la asunción de una visión trágica de la vida. 

Digámoslo de este modo: el nietzschanismo que impera en nuestra época —el cual podríamos definir de manera sucinta como el anuncio de "la muerte de toda esperanza": una muerte que se transforma en cancelación y oprobio de cualquier concepción trascendente— conlleva la aceptación de una imagen de la realidad en la que el único criterio discernible es el que impone el utilitarista al reducir la "realización humana" a las experiencias del placer y el dolor, convirtiendo al optimismo y al pesimismo en las coordenadas últimas de todo proyecto existencial. 

En la tradición budista, la noción de samsara (existencia cíclica) se refiere, de manera análoga, al cautiverio psicoemocional del sujeto en las circunstancias que le toca vivir. El samsara es la absolutizacion de dichas circunstancias. La ignorancia su causa última. Al renunciar a la libertad que somos, renunciamos a toda esperanza. 

En este sentido, como apuntaba el amigo Del Percio, la esperanza es el fondo de nuestro ser. En la historia esa esperanza se expresa como la "comunidad que viene", anhelada como realización de la "comunidad que somos". El libro de E. Del Percio sobre la fraternidad da cuenta del carácter dialéctico de un proyecto político fundado en dicha esperanza constitutiva —una esperanza que no es reducida a las escenas circunstanciales de la historia, aunque solo sea concebible como expresión concreta de las circunstancias en la historia. 

Ahora bien, como señalaba J. Alemán recientemente en Página12, parece acertado señalar que el capitalismo (ese monstruo grande) nos ha robado la historia, y con ello ha puesto en "cuarentena" nuestra libertad. Pero no desesperemos. Como dice Alemán, la historia volverá. Y con ello volverá la esperanza. 

Mientras tanto, tenemos que aprender, cada uno, y colectivamente, a gestionar nuestras emociones y el carácter reaccionario de nuestra acción política, para que el pesimismo no se convierta en la señal de un tragedia imposible, haciéndonos creer que la suerte ya está echada.

Comentarios

  1. Yo creo que Nietzche en su ostracismo, en su denuncia y escepticismo era veráz, el más crédulo y exigente pensador respecto a la esperanza humana, después de la crítica más depurada revela su propia y personal aspiración al super hombre, pero se veía en la miseria de la existencia humana, como nos veía a los demás.
    Era un avanzado pensador en la época de la filosofía sobre la libertad del hombre en su escencia sin el prejuicio social, sin el determinismo psíquico, sin el "malestar en la cultura"

    Entre otras, la epigenética describe el karma, no? .

    Gracias de mi Corazón Manu!

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  2. "Mientras haya esperanza hay vida", "La esperanza es lo último que se pierde". Sabios refranes que nos obligan a mantener la esperanza a pesar del pesimismo reinante. Aunque he de decir que he sido testigo en varias oportunidades de la libertad manifiesta al perder toda esperanza al final de la vida, parece que otorga un sentimiento de paz cuando nos preparamos para la muerte.
    Marcela

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