LA CUESTIÓN CATALANA: NĀGĀRJUNA EN IBERIA


Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra.
Mateo 5:5.

La cuestión estatal y el derecho a decidir

Le preguntaron en rueda de prensa a la portavoz del Departamento de Estado del gobierno estadounidense, Heather Nauert, acerca del referéndum catalán: ¿cuál es la posición del gobierno de Donald Trump acerca de este asunto? La respuesta era predecible:No queremos interferir en cuestiones nacionales, dejaremos que el gobierno y la gente allí lo solucionen." Otros Estados asumen el silencio que impone la lógica westfaliana que aún prevalece en nuestros tiempos, al menos entre los aliados. El independentismo catalán, por su parte, argumenta que sus decisiones políticas tienen la legitimidad que le otorga el derecho internacional, supraestatal, cosmopolita, el de los derechos humanos, que triunfa sobre las legislaciones estatales, específicamente, el derecho a la autodeterminación de los pueblos.

El maestro budista, Marx y el billete de 100 rupias

En una oportunidad, un maestro budista me explicó la teoría de la vacuidad, tal como la interpretó el santo Nāgārjuna, utilizando para ilustrarla un billete de 100 rupias indias. Se sacó el billete del bolsillo interior de su hábito monástico y lo estiró frente a mis ojos. El billete estaba allí, con toda la rotundidad que tienen los billetes, que la mente corriente solo en raras ocasiones cuestiona. 
La explicación que me dio el maestro sobre la naturaleza última del billete recuerda a los más leídos las elaboraciones sobre el fetichismo de la mercancía en la obra de Marx, la teoría de la reificación en Lukacs, y otras hipóstasis que deconstruyó la fenomenología heideggeriana. 

El billete de 100 rupias aparece a los usuarios del instrumento económico como dotado de un poder intrínseco. Al ver el billete, las personas corrientes le concedemos autonomía y un poder propio e independiente, natural (en contraposición a "meramente convencional"). Y sobre la base de esa aprehensión se lo codicia hasta el punto del vicio, e incluso del crimen. Razones no faltan, por supuesto. El poder funcional del billete es evidente. Lo que cuenta, en todo caso, es lo que puede hacerse con el mismo. Nos permite concretar nuestros deseos a través de su abstracta representación. El dinero compra incluso la felicidad (eso dicen). Sin embargo, al mirar el billete, lo que prima es su rotunda apariencia de "soberano poder". 


Sin embargo, un análisis sosegado del billete como cosa fetichizada, y de la consciencia alienada que lo contempla, descubre que las 100 rupias, por sí mismas, independientemente de la compleja gramática cultural que lo sostiene, es una realidad cuasi espectral. Por supuesto, un espectro no deja de asustar por el mero hecho de ser una proyección supersticiosa de la mente individual o el imaginario colectivo. Que existe, existe. Otra cosa es cómo lo haga. Y es justamente aquí donde está la confusión y anida el peligro.

Ni el papel, ni la tinta, ni la simbología impresa en su semblante y reverso hacen al billete lo que es (un billete). El billete de 100 rupias es fruto de un acto sacramental (constitucional) que lo consagra, y una feligresía sin cuya fe no existe poder soberano en la "cosa" o "ente" (ahora elevada a la categoria de "ídolo").

Sacramentos, constituciones y espectros


Las instituciones políticas y los regímenes legales están hechos de la misma sustancia vaporosa y efectiva. Son espectros (el soberano y su reino) que conmueven, ordenan, someten, asustan, angustian o aniquilan. En nuestro tiempo son divinidades seculares que exigen una renovada teología política (posmoderna). 

Entre los ibéricos de estos días, constata Nāgārjuna, se vive un tiempo de zozobra. Están muriendo tardíamente algunos dioses, y otros nuevos pretenden ocupar su lugar. 

Algunos ibéricos contemplan azorados la violencia de sus dioses celosos y descubren lo que en realidad siempre se supo y no se quiso entender: que su dios uno y soberano no existe más allá del imaginario desbordado y barroco que lo sostiene y lo preserva. 

Ahora habrá que ver si el dios de sus contrincantes, que pretende ser más moderno (o, acaso, "posmoderno") que el antiguo dios que presidió el sacramento de sus ofrendas, está cortado con la misma tijera que el dios del que apostatan, o es otra cosa. ¿Aceptarán que eso que llaman "lo catalán" o "la catalanidad", como "lo español" o "la hispanidad" que rechazan, también son inventos teológicos, con sus dioses, sus sacerdotes, sus dogmas y su feligresía? 

Argumentos y objeciones

Tal vez, uno de los mayores problemas a los que nos enfrentamos en este contexto es a la confusión de dos líneas argumentales que al enfrentarse acaban resultando paradójicas. Por un lado, el independentismo arguye a favor de su meta enfatizando el carácter distintivo de la cultura catalana, aun cuando reconoce la ineludible pluralidad de las sociedades modernas avanzadas, que en el caso catalán es notable. Por el otro lado, promueve su objetivo por medio de una lógica pragmática que promete a quienes se adhieran a su proyecto (aun sin adherirse a su fe cultural) una mejora en sus condiciones de vida y mayores oportunidades en el seno de un proyecto que se ha bautizado como "ilusionante." 

Evidentemente, cada uno de estos argumentos contienen su cuota de verdad política y social, sin que eso suponga que estén libres de objeciones. De la misma manera que ocurre con el españolismo en su versión más barroca, lo que en estas circunstancias delata la intransigencia es la distorsionada percepción que nos hace concebir nuestros argumentos y (hay que decirlo) nuestros sentimientos, como autoevidentes. En política no hay (en general) autoevidencias como en las ciencias duras, sino realidades que deben ser sometidas a la hermenéutica cotidiana y, por ende, siempre resultan discutibles y abiertas a refutación.

Ni el llamado "constitucionalismo" que esgrime el consenso del '78 como última y definitiva carta triunfadora por sobre toda otra argucia discursiva, ni el llamado "derecho a decidir," entendido como derecho humano fundamental por quienes lo defienden sin las cualificaciones pertinentes, las tienen todas consigo. 

Una declaración unilateral de independencia en las actuales condiciones no parece sensata (excepto como estrategia política llevada a cabo para forzar una mesa de negociación). Tampoco la defensa a ultranza de una constitución anticuada a través del ejercicio represivo y el recorte de derechos parece dejar a España en una situación cómoda frente a la mirada internacional. La violación de derechos fundamentales es, a todas luces, inadmisibles. El despliegue policial y la litigación penal un despropósito desde el punto de vista político. 

A la luz de los últimos días

Las exigencias recurrentes a establecer una mesa de diálogo con el fin de: (i) proponer reformas constitucionales que resulten atractivas a la ciudadanía catalana, para permanecer en un marco normativo común que incluya a las diversas regiones que compondrían una hipotética España federal o confederal, y (ii) la necesidad de que ese proceso de reconstrucción española necesita de algún instrumento democrático de validación como un referéndum pautado con el Estado, parecen la única salida. 

En ese sentido, los "tira y afloje" de estos últimos días dan la impresión de ser los prolegómenos al capítulo final de una larga y dolorosa disputa: la última batalla por las voluntades antes de entablar una negociación final que acabe con acuerdo de algún tipo.

Lo que es seguro a esta altura del partido es que los políticos que dinamiten esta única ventana de entendimiento posible que se abre tímidamente en la medianera de los pueblos, quedarán en la historia como los autores materiales de un enfrentamiento que, a partir de aquí, sin soluciones consensuadas, solo puede acabar con daños colaterales, heridas que no cierran, violencias personales de todo tipo, y el deterioro, de facto o de iure, de las libertades personales.

MAURICIO MACRI, NUESTRO KIM JONG UN



La ofensiva gubernamental


La batalla cultural se vio truncada por un “efecto colateral” imprevisto: la desaparición (forzada) de Santiago Maldonado. La población se volcó a llorarlo y a exigir indignada su aparición. 

Al gobierno, enroscado en su propio discurso negacionista, no se le ocurrió mejor idea que lanzar una ofensiva en toda regla. Mandó a reventar una marcha pacífica de manera torpe, sucia y evidente. Le soltó la cuerda a los perros policías que volvieron a traspasar los límites de la ley, deteniendo al voleo laburantes de prensa y extras, en una noche que estaba llamada a ser recordada con emoción en los próximos meses como una muestra de madurez de la ciudadanía, para transformarla en un verdadero aquelarre de violencia propia que quiso endilgar a los partidos políticos opositores, las organizaciones sociales y defensoras de los derechos humanos, y la ciudadanía en su conjunto, hoy desprotegida por un gobierno cerrado en sus trece, que estigmatiza a su propia población cuando reclama y protesta organizadamente para defender sus derechos. 

Nostalgias procesistas

No les bastó la violencia en la calle. Las siguientes 48 horas, mientras los detenidos permanecían incomunicados de manera arbitraria (luego sabríamos que se había tratado, en todos los casos, según el propio fiscal de la causa, de una arbitrariedad mayúscula) los sabuesos de eso que se hace llamar a sí misma “prensa independiente,” pero que a esta hora no pasa de ser una agencia de publicidad política, más próximos a oficinas de un ministerio de incomunicación gubernamental que una empresa de noticias, comenzaron su trabajo de adoctrinamiento y amedrentamiento de telespectadores, oyentes y lectores de la prensa escrita.

La consigna era clara: volvieron los setenta, de la mano de grupos violentos izquierdistas, kirchnerista, anarquistas, mapuches y otros imaginarios aggiornados a la retórica del terrorismo internacional.

Hollywood en castellano


Los focos de resistencia armada empezaron lentamente a visualizarse. En pocas horas, la prensa multiplica amenazas en sus portales y sospechosos incidentes de falsa bandera. La rutina del terrorismo ha sido efectiva en otras latitudes. ¿Por qué no sería efectiva en nuestra patria? No importa si la única desgracia notoria de los últimos días es la desaparición de Santiago, a todas luces fruto de los abusos de las fuerzas de seguridad del Estado, con explícita complicidad de la ministra Bullrich y sus subordinados, especialmente Nocetti. El presidente, pese al silencio que lo incrimina, insiste con la estrategia autovictimizante.

La foto de Videla, Herrera de Noble y Mitre no fue un sueño


Los agentes de prensa más beligerantes y perversos, los Leuco, los Reato, los Majul, incluso los Montenegro y la comparsa de teloneros que conduce "Animales sueltos" o “Intratables”, se lanzaron a la ofensiva con evidente esmero. La acusación estuvo bien articulada y felizmente sincronizada: ¡Guerra! ¡Estamos en guerra!

Leuco la declaró sin pelos en la frente (ni en la lengua); Reato, amenazante, empuñó sus diatribas videlistas contra un dirigente joven que advertía la jugada del gobierno; Majul, el hombre de cartón, se vistió de indignación para identificar al monstruo kirchnerista detrás de todos los desmanes y resfríos de la patria; Montenegro, como otros de la misma calaña, voces de la “ancha avenida del medio,” que no le hacen asco a la traición moral, se escudaron en la equidistancia que habilita todas las arbitrariedades de quien tiene el exclusivo uso legítimo de la violencia.

Primavera negra


El país se apresta a una primavera negra. Cualquier loco puede activar el dispositivo que haga estallar la bomba que el ejecutivo (Macri & Co.) ha dejado imprudentemente en la vereda.

En cierto modo, lo de Macri es comprensible. Es un gobernante de época. Una perfecta ilustración del aspecto psicótico que adopta el poder político en la era avanzada de la gobernanza neoliberal.

Los estadounidenses adoptaron su Trump, quien a su vez, sin demasiado esmero, encontró a su Kim Jong Un. 
Nosotros no podíamos ser menos. 

Como dijo recientemente el escritor escritor Paul Auster sobre "su" presidente: “Es un psicópata incapaz de leer un libro.” 

En eso también se parece peligrosamente a nuestro presidente.

LA CONSTRUCCIÓN DE UNIDAD CIUDADANA

Alcira Argumedo

La diputada Alcira Argumedo, en un gesto inédito que demuestra la enorme peligrosidad del actual gobierno, la amenaza que supone para la democracia argentina, señaló que "lo mejor para frenar a Macri es votar a Cristina".

La diputada Argumedo fue muy crítica del Frente para la Victoria. Algunas de sus críticas comprensibles y justificadas. Sin embargo, coherente con sus convicciones democráticas, y en vista de la arrogancia e impunidad del actual gobierno, la diputada Argumedo hace un gesto que debería ser interpretado por todas las fuerzas de izquierda y los sectores progresistas de la sociedad, para que respondan a la convocatoria de "Unidad Ciudadana", con el fin de defender los derechos, conquistas y memorias colectivas que el macrismo amenaza.

Unidad Ciudadana no es el kirchnerismo, ni tampoco es el Frente para la Victoria. La intención es construir un pacto colectivo para contrarrestar las fuerzas disolventes, la restauración neoconservadora, y el proyecto neoliberal que encarna Cambiemos, y que una parte de la ciudadanía ha decidido acompañar. Esa parte de la ciudadanía es hoy la primera minoria.

Nuestra responsabilidad es construir una mayoría hegemónica popular que arrebate al macrismo y sus aliados el control sobre nuestro futuro y el de nuestros hijos.

Repito: Unidad Ciudadana no es (no debería ser) el kirchnerismo, ni el Frente para la Victoria, ni siquiera el peronismo y mucho menos Cristina Fernández. Cristina Fernández es, en esta encrucijada, quien encarna circunstancialmente nuestras posibilidades actuales de poner freno al macrismo, darle oxigeno a los ideales populares y una señal clara a las corporaciones y el concierto de naciones del mundo, que los argentinos no estamos dispuestos a convertirnos en moneda de cambio en sus planes de expansión financiera y saqueo de los recursos naturales.

EN EL ESPEJO DE UNA DESAPARICIÓN FORZADA, UN PAÍS.


Hace un mes desapareció en la Patagonia argentina el ciudadano Santiago Maldonado. Dos horas después de su desaparición se emitió un Habeas Corpus. El último lugar donde se vio con vida al joven fue en circunstancias de una operación represiva ilegal llevada a cabo por las fuerzas de seguridad del Estado (la Gendarmería) comandadas directamente por el Jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad, Pablo Noceti, contra manifestantes indigenas de la comunidad mapuche.

Pese a la notoria negligencia de la justicia y la actividad sospechosa del ministerio público que entorpeció la investigación, sembrando pistas falsas y escondiendo material imprescindible para esclarecer los hechos, a día de hoy los principales sospechosos por la desaparición de Santiago Maldonado son los miembros de la Gendarmería que participaron en los hechos y los funcionarios del Ministerio de Seguridad.

Pese a la escalada de indignación social que produjo la noticia de la desaparición de Santiago Maldonado y las circunstancias del caso (el Estado argentino está involucrado con el crimen), el Presidente Mauricio Macri no ha hecho declaración alguna sobre el tema, y la respuesta a los reclamos por parte de los funcionarios del gobierno involucrados cuando son cuestionados por el asunto, incluidos el Ministro de Justicia, Garavano, y la Secretaria de Derechos humanos a cargo de Avruj, han sido de justificación o dilación.

Como en otras ocasiones, la única respuesta activa del gobierno es la autovictimización. En un acto desesperado, y ante el creciente malestar de la opinión pública frente al caso, además del rotundo rechazo internacional que produce la noticia de una nueva desaparición forzada en Argentina (un país tristemente paradigmático en desaparición de personas), el gobierno ha lanzado costosas campañas de estigmatización contra todo aquel que habla del tema, nombra a Santiago Maldonado, o apunta hipótesis que involucren a sus funcionarios y cuerpos del Estado.

Además de las responsabilidades directas de la Gendarmería Nacional y el Ejecutivo, también está en la mira el Juzgado y la fiscalía donde se tramita la investigación, debido a la negligencia, lentitud y parcialidad de su accionar hasta la fecha. 


También están involucrados en el caso, de manera indirecta, y como instigadores del crímen cometido, los terratenientes de la zona, con quien el Jefe de Gabinete estuvo reunido antes de los hechos, a quienes habría prometido actuar con decisión para poner fin a la protesta social. En especial se ha puesto la mira en la participación del grupo Benetton quien habría subvencionado privadamente los operativos de algunos efectivos en la zona según se desprende de informes periodísticos y denuncias recientes. 

Por otro lado, el gobierno y sus usinas mediáticas han comenzado a hablar de "terrorismo" y "extremismo" para referirse a las comunidades indigenas que protestan en la zona por sus tierras ancestrales - comunidades entre las que se encontraba Santiago Maldonado, solidarizándose, el día de su desaparición.

El caso de Santiago Maldonado ha puesto nuevamente sobre el tapete la estrategia comunicacional de los grandes medios al servicio del establishment corporativo neoliberal que maneja el país desde el 10 de diciembre de 2015. A través de una concertada política de desinformación y estigmatización de la víctima de la desaparición forzada, sus familiares (quienes han sido sistemáticamente maltratados y culpabilizados por el ministerio público) y los organismos y organizaciones defensoras de derechos humanos, a quienes se acusa continuamente de estar "politizados", los medios de comunicación han instalado un clima enrarecido que permite a los responsables del crimen fabricar coartadas y pistas falsas para asegurar su impunidad.

En las últimas horas se han conocido detalles del accionar cuasi-mafioso del ejecutivo en la zona, el cual, transvasando todos los límites del Estado de derecho y los tratados internacionales en materia de derechos humanos, han implementado un sistema de espionaje y una estrategia de represión concertada, acomapañada de detenciones ilegales, torturas y amenazas, que pone en cuestión la legitimidad democrática de las autoridades locales y nacionales.

En su premura por acallar las voces disidentes, el gobierno ha lanzado una campaña agresiva contra docentes, oficiales públicos y otros funcionarios del sistema educativo para silenciar, como en otras épocas, los focos que escapan al sigiloso control del pensamiento que se ha tendido sobre la población a través de los medios de comunicación, y las redes sociales. Los padres han sido conminados a denunciar a los maestros que hablen de la desaparición forzada en las aulas. Un número telefónico ha sido publicitado con un eslogán digno de los regímenes dictatoriales, en el que reza: "No a la politización de los chicos", aun cuando de lo que se habla es de una de las más graves y ominosas violaciones a los derechos humanos del que nuestro país, tristemente, tiene un oscuro recuerdo. 

EL CEREBRO DEL EMPERADOR




Cinco ilustraciones 

1) Un diputado nacional hace una denuncia de los manejos oscuros del presidente de la República ante la justicia. Al día siguiente el Ministro Garavano lo demanda por daños y perjuicios por una suma multimillonario con el fin de amedrentarlo.

2) Un periodista de Página12 pone al descubierto el accionar oscuro en el manejo patrimonial del presidente. Al día siguiente los diarios oficialistas (la inmensa mayoría de la prensa alineada al nuevo poder de la Argentina) lo escracha en todas las portadas acusándolo de oscuras y promiscuas relaciones como doble agente durante la Dictadura militar. Una vieja denuncia sin sustento reflotada con el único fin de hacer el trabajo sucio de los servicios que ahora ejercitan con fruición los columnistas.

3) Ante las acusaciones de organismos de derechos humanos y organizaciones de defensa de Derechos humanos y la evidencia que están perdiendo la partida por el cúmulo de mentiras y desmanejos en el caso de desaparición forzada de Santiago Maldonado, el gobierno responde victimizándose, aprovechando la ingenuidad de su tropa para alentar la figura de la gobernadora Vidal, el rostro preciado electoralmente detrás del candidato despreciado a favor del cual se practicó aparentemente el fraude, tildado por la prensa moralista como "picardía".

4) Ante los sindicalistas obligados a cumplir con su rol representativo, a quienes se les exige desde las bases un protagonismo combativo ante la embestida gubernamental que avanza con el ajuste y la flexibilización laboral, el gobierno responde echando funcionarios sindicales del gobierno, interviniendo las obras sociales y judicializando a los sindicatos que le son opositores, violando  derechos civiles y políticos primarios.

5) Si un fiscal o un juez realiza una investigación molesta para el ejecutivo o alguno de sus socios corporativos, todas las fuerzas del Estado y la sociedad civil afin con la ideología triunfante, junto con el partido judicial y los medios oficialistas, convocan a todos los espíritus malignos para acabar con el desacatado. Exigen renuncia y juicio político sin prestar la más mínima atención a los límites normativos que definen una república democrática.

Preguntas incómodas

¿Acaso cree  el macrismo que su sigla y su trasfondo son el "fin de la historia", una nueva hegemonía imperial llamada a gobernar el país por siempre jamás o, al menos, durante los próximos mil años? 

¿Acaso no leyeron los libros de historia? ¿Puede ser que no hayan aun previsto que tarde o temprano volverán a barajarse las cartas y las armas afiladas no estarán entre sus manos? ¿O es que piensan hacer desaparecer para siempre a sus contrincantes sociales y políticos, borrarlos de la faz de la tierra, prohibir su nombre, su recuerdo y su destino inexorable de volver a ser, como vuelven a ser todas las cosas de este mundo bajo otro ropaje? 

Cuando la militancia exasperada de Cambiemos (entre la que se encuentran mercenarios, ciertamente, pero también crédulos convencidos, fanatizados por un relato manufacturado para herir con acerada precisión quirúrgica su sensibilidad en un pase mágico de marketing político) responde a quienes no encajan con su sesgo ideológico, no con argumentaciones razonadas, sino con improperios, insultos y escraches y la hilvanada y retorcida enumeración de la "herencia recibida" que millones añoran aún esperanzados, ¿son acaso conscientes que el país que están construyendo es el que transitarán sus hijos y los hijos de sus hijos, y que está herida de muerte que están infligiendo en la textura de los días no sanará en muchas generaciones? ¿Son conscientes que es su propia seguridad física y moral la que ha quedado desnudada debido a la violencia que ellos mismos están inoculando?  

Tarde o temprano, la violencia llegará... y sea que la padezcas o la administres, no habrá manera de escapar ya a la mancha humana y cancerosa que arruinará nuestras vidas. 

El espantapajaro y el arquero

En las redes sociales reconozco alguna gente que conocí en mi niñez. Los descubro enajenados por el odio, revueltos contra el imaginario kirchnerismo con el cual “kirchnerizan” todo lo que no se acomoda a su grotesca visión de la realidad. Pretenden ser los dueños absolutos del país de una manera que ni la propia "soberbia” de algunos personajes del llamado “universo kirchnerista” del pasado practicaron. 

Ahora son malón, son millones, y se los identifica conduciendo la mayor parte de los programas televisivos y radiofónicos, y se los escucha en off, retorciéndose en sus asientos mientras teclean con insistencia su rabia y sed de venganza sobre las pupilas de todos sus lectores, quienes las reproducen como un virus que contamina todo lo que tocan. 

El regreso de la muerte política

Todo indica que el país se desliza inexorablemente hacia una nueva ola de persecución y de muerte. Lo que hace unos pocos meses parecía impensable, es hoy una realidad vieja: hay un desaparecido.

El Estado está definitivamente involucrado en el caso, según muestran los testimonios presenciales, la desprolija y contradictoria explicación del ejecutivo, la sucia estrategia de las fuerzas de seguridad y las pruebas que manejan con parsimonia las autoridades judiciales temerosas ante la posible venganza presidencial y corporativa con intereses en la zona. 

La fiesta electoral ha sido manchada con rotundas sospechas de fraude. Se le quiso birlar el festejo a la fuerza triunfadora, haciendo desaparecer medio centenar de miles de votos. Y ahora el gobierno se victimiza y dice, con el tono altisonante y autoritario que utiliza el "nuevo Macri" sin sonrojarse: ¡Terroristas! Y la historia vuelve a correr en nuestra contra…

LOS DERECHOS HUMANOS COMO PROGRAMA POLÍTICO

Mujeres mapuches (Fuente: Wikipedia). 

¿El fin(al) de los derechos humanos?

Hace algunos meses, cuando aún se vivía entre los votantes del Breixit el triunfalismo que exigía “mano dura” para enfrentar a los “burócratas de Bruselas,” la primera ministra británica Theresa May afirmó que "cambiaría las leyes que protegen los derechos humanos si se convierten en un obstáculo a la hora de luchar contra los sospechosos del terror.”

Recientemente, el Secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, haciéndose eco de declaraciones anteriores de su Presidente, Donald Trump, señaló de manera análoga que la promoción de “valores (inspirados en los derechos humanos) crea obstáculos a nuestra habilidad para lograr cumplir con nuestros intereses en términos de seguridad nacional y desarrollo económico.” 

Las declaraciones de Macri, sus ministros, funcionarios y voceros mediáticos van en una dirección análoga. Las declaraciones pioneras de Macri son replicadas produciendo un efecto “derrame” en la sociedad que se derechiza aceleradamente asumiendo como propios los discursos que empoderan a las fuerzas de seguridad y a la justicia de los tribunales para enfrentar con creciente indiferencia hacia los derechos básicos a aquellos señalados como hipotéticos enemigos interiores. 

El color de tu piel

La “extranjerización” del pobre y del delincuente es una figura común en nuestro espacio público que incluye a quien efectivamente delinque, pero también a quien defiende sus derechos portando de manera desvergonzada un rostro cuya coloración no condice con el imaginario de quienes detentan el poder o se identifican con el mismo. 

También es habitual tratar delitos como el narcotráfico como maldiciones que nos vienen de fuera, especialmente de otros países de la región que sirven de contraste a la marcada preferencia del votante medio del PRO por los especímenes del Norte Global.  En el colmo de la tergiversación histórica y la tomadura de pelo, la figura del indio tehuelche como indio de estirpe nacional, y el mapuche como terrorista internacional se hace eco de este imaginario perverso. 

En este sentido, la distancia entre (i) los supremacistas blancos que despliegan su violencia en las calles de Virginia, o (ii) los activistas xenófobos que hoy impiden los salvatajes marítimos de los migrantes africanos “musulmanes” en las costas del Mediterráneo, con (iii) la persecución física y mediática de los pueblos vulnerables que los herederos de Roca han convertido en el nuevo objetivo que embandera al gorilismo argentino, es solo circunstancial. En el fondo se trata de una misma herencia colonial, imperialista y neoliberal que impone a sangre fuego el status quo sobre los pueblos y los individuos que no se acomodan a los intereses e imaginarios que las élites promueven.  

Programas políticos

Algunos periodistas insisten en la siguiente interpretación. El éxito electoral de Cambiemos debe atribuirse a la visión del país que ha sabido articular para sus seguidores. Nos dicen: es el futuro que promete el que alimenta su caudal electoral. En contraposición, señalan que el kirchnerismo y otras fuerzas opositoras de izquierda solo tienen para ofrecer a la ciudadanía una épica de resistencia que se ha demostrado incapaz de colmar nuestros anhelos de convertirnos en un "país serio", un "par inter pares".  

Dice esta interpretación: es cierto, el kirchnerismo y otros actores que conformaron su “alianza” inarticulada, supieron ilusionar al electorado, pero el erotismo político se ha perdido y ahora solo quedan los restos de una pasión dormida que se alimenta con símbolos que rememoran sus mejores días de manera caricaturesca. 

Dos elementos parecen desmentir esta lectura. Para empezar, más allá del cotillón mediático sobre el cual Cambiemos construye su “felicidad” futura, el estado de ánimo del país en su cotidianeidad se asemeja a una resistencia pasiva o "mero aguante" ante una realidad económica y social que paraliza, entristece y desespera. 

A ese decidido deterioro de la ilusión, el macrismo duro responde exacerbando el conflicto para ponerlo en punto de ebullición, donde el revanchismo y el odio cobran forma. La violencia política es parte de nuestra realidad nacional. Las detenciones ilegales y desapariciones forzadas ya no forman parte de nuestra imaginación desbordada, son un hecho de la realidad. Y la negación por parte del Estado de estos crímenes y abusos es una prueba fehaciente de su efectividad.

En segundo término, aunque semioculta por la exacerbación del simulacro mediático-institucional, el kirchnerismo y otras fuerzas políticas de izquierda que articulan la oposición real en la presente coyuntura, tienen tras de sí una destacable y valiosa tradición nutrida en una centenaria historia “progresista y revolucionaria”: la de los derechos humanos. 

Los derechos humanos de los de abajo

Con ello no me refiero a los dispositivos habituales que utilizan los poderosos para perseguir y estigmatizar a sus enemigos en el plano internacional, sino a los derechos humanos de los de abajo, los cuales son, ni más ni menos, que un programa político de resistencia, pero también de futuro, una confluencia de visiones que asumen la libertad, la igualdad y la solidaridad fraterna como horizonte de sentido político, y en el plano internacional, contra la vergonzante apuesta por estimular nuestras relaciones carnales con un régimen xenófobo como la actual administración Trump, una globalización  alternativa a la que pretende el 1%, con la complicidad de amplios sectores de la población cooptados por la frivolidad y el simulacro de eso que hoy se anuncia o se denuncia como la “posverdad.”

LA VIDA PRIVADA DE LAS PLANTAS

Angelus Novus
A Cora y Pato (invisibles)


¿Dónde echarán raíces nuestros sueños? 
¿En la grieta apretada en la que nos asfixiamos, 
atrapados entre los extremos de razones de piedra? 
¿O quizá sea la superficie desolada del asfalto el refugio para enfrentar el luto, 
donde la simiente se vuelve infértil y la tierra prometida desierto de las almas? 
¿Dónde echarán raíces nuestros hijos? 
¿En el vacío que deja lo irreconciliable en la historia geológica de nuestro crisol de heridas, 
en la muerte y su repetición infinita, 
maldición de una tierra que en sus constelaciones vuelve a verse a sí misma asesina y suicida? 
¿Dónde encontraremos la paz que el árbol exige al cielo cuando cierra los ojos y respira? 
¿Serán nuestras ilusiones cerrada resistencia, 
resistencia empecinada y tozuda, 
pura y absoluta resistencia, 
sorda resistencia de las almas en pena, 
resistencia silenciosa en medio del escándalo que ofrece la avalancha de voces ilegibles que nos rodea, 
convertidas en viento huracanado,
 arrastrándonos, 
como al Angelus Novus, 
a otro ciclo trágico, desmemoria y olvidos?

APARICIÓN CON VIDA

En las fotografías, (1) el periodista y productor Jorge Lanata, uno de los artífices de la grieta cultural en argentina, y (2) Santiago Maldonado, el joven desaparecido hace 9 días por las fuerzas de seguridad del Estado con complicidad del gobierno de Mauricio Macri durante un acto represivo contra campamentos mapuches que ocupan tierras de la multinacional Benetton.  


El otro día, por curiosidad, revisaba algunos de los muros de Facebook de alguna gente que conocí en Argentina cuando regresé al país durante la última presidencia de Cristina Fernández. Algunas de esas personas militaban de manera vociferante contra el gobierno kirchnerista, y no dudaban al atacarlo en utilizar epítetos que hacían sonrojar a los ciudadanos más equilibrados emocionalmente.

La jerga lanatista convirtió al kirchnerismo y a los kircheristas en los más corruptos y degenerados espécimenes de ese "crisol de razas" que pretendió ser la Argentina. Sin embargo, entre la diversidad de tipos humanos, el kirchnerista fue convertido en "judío", una excrecencia, una cucaracha. Muchos los llamaban Kukas y animaban a "exterminarlos", silenciarlos o hacerlos desaparecer del espacio público.

El periodista Jorge Fernández Díaz del diario La Nación llegó a considerarlos "jihadistas" y al presidente Macri quien nos había salvado de la destrucción terrorista. Por consiguiente, todos los ingredientes que convocan al odio y el ejercicio de simulacro intelectual estuvieron a la mano de los militantes de Cambiemos y sus simpatizantes para hacer de cuenta que Argentina va a mejor.

Sin embargo, en el país en el que hoy se ha convertido la Argentina no hay mucho espacio para las alegrías, excepto para estos necios que consumen los productos enlatados de los medios o a los egoístas que se han alimentado con la sangre de los más humildes y las clases medias ascendentes ahora convertidas en moneda de cambio del nuevo orden nacional, regimentado, jerárquico y meritocrático que nos propone Macri y acompañantes. Un país en guerra consigo mismo, un país fraticida.

No hay ninguna variable económica que haya mejorado, sino todo lo contrario. Socialmente, el desempleo, la pobreza y la indigencia nos ha regresado a los peores registros que creíamos en vías de superación. No hay una mejora en la convivencia social, sino que se ha acrecentado la distancia entre los argentinos. Política e institucionalmente el país vive una época de clara excepcionalidad y arbitrariedad autoritaria.

Hay persecusión de opositores, utilización flagrantemente ilegal de las instituciones justiciales y las fuerzas coercitivas del estado para perseguir a los contrincantes políticos, encarcelarlos y, ahora también, hacerlos desaparecer de manera forzada. El caso de Santiago Maldonado es un punto de inflexión sin retorno.

La gente que conocí ya no se queja ni le pone voz en su muro a las injusticias. Festejan el cambio o se hacen los distraídos.

En una primera etapa del gobierno abundaban en facebook las fotos de "perritos y gatitos" en los muros, o el tipo de fotitos familiares o veraniegas estilo "desayuno criollita". Ahora las referencias son a una espiritualidad quietista y superficial que promueven los enviados de lamas y otros gurúes aliados, muchas veces aliados inconscientes del neoconservadurismo neoliberal que domina el orbe.

Como sus padres (o ellos mismos si tienen edad suficiente) repiten la historia que reproducen todos los libros de historia, todas las novelas y las películas edificantes, las de aquellos que encarnan eso que la filósofa Hannah Arendt llamó de manera controvertida "la banalidad del mal" y de la que luego aclaró, "no es estupidez sino más bien una sistemática incapacidad para pensar."

¿QUÉ SE PROPONE EL "CÍRCULO ROJO" DEL MACRISMO?


María Graciela Rodríguez se preguntaba hace unos minutos en su muro de Facebook:  "¿Cómo explicar hacia dónde va el macrismo?"

La pregunta es pertinente y la necesidad de articular una respuesta, urgente. Las razones son obvias. Las microfísicas de la política macrista tiende a producir desconcierto en la mayoría (incluidos sus propias bases que se ven empujadas a defender lo indefendible, las mofas en unos cuantos, y el desasiego de todos los que las padecemos. Este desconcierto, ingenuidad y desasosiego es funcional al modelo que se propone, debido a que utiliza la desorientación (el desorden) para imponer un nuevo orden.

Lo que sigue es mi respuesta provisional a la pregunta de María Graciela Rodríguez. 


Mercado global, gubernamentalidad neoliberal


Estoy convencido que al macrismo no le interesa la consolidación de una burguesía nacional. Por el contrario, parece decidido a barrer definitivamente con las condiciones de existencia de una industria nacional y un mercado interno que la sostenga. En el imaginario macrista, es necesario sacrificar un mercado acotado de 40.000.000 de argentinos en pos de acceder de manera competitiva a un mercado de 7.000.000.000. Eso si, ofreciendo el producto de una economía reprimarizada en una época en la cual los precios de los recursos primarios vuelven a hacer saborear por anticipado a las grandes corporaciones suculentos beneficios. 

Por ese motivo, parece que la inversión de esfuerzos del gobierno está dirigido a la reconversión de la economía: importar productos y servicios del exterior, hambrear a la población local, destinando los productos locales al mercado exportador. Esto puede realizarse debido gracias a las ventajas monopólicas que poseen las corporaciones locales (que el gobierno alienta) decididas a  transformarse en actoras relevantes en el selecto mercado global que maneja los recursos básicos de la humanidad: energía, alimentos, agua potable, minerales y tecnologías de la información, etc. Todas las políticas de Macri parecen dirigidas a lograr ese propósito.

Ese mercado tiene una dinámica de guerra abierta y despiadada. Es instrínsecamente caníbal. La competencia es feroz, criminal, y la moneda de cambio son las poblaciones que deben ser remodeladas a través de instrumentos político-culturales específicos en cada escenario para encajar en un modelo de tipo confuciano de intercambio (una nueva jerarquización meritocrática que viene a reemplazar los residuos liberal-socialistas de derechos [humanos] que están en la base de nuestras narraciones políticas). 

Eso no significa que nuestras sociedades no puedan adoptar formalidades democráticas. Sin embargo, lo harán en escenarios en los cuales el campo popular será progresivamente esterilizado o se volverá impotente en su afán de reconocimiento y redistribución debido a las nuevas normatividades impuestas por el ejecutivo en forma de regulaciones administrativa, y el poder legislativo en su ejercicio de mutación legal orientado a facilitar la nueva gubernamentalidad neoliberal.   


Hipermodernismo


El macrismo, a diferencia de otras fuerzas políticas nacionales, se ve a sí mismo como representante de esa hipermodernidad global corporativa, se entiende a sí mismo como un actor en ese marco. Su aparencia "provinciana" (su argentinidad) es ilusoria. Debe ser leída como meramente circunstancial y oportunista. Argentina es para el macrismo puro (su "círculo rojo") un trampolín para la conquista del escenario global. 

Eso significa que el éxito político del macrismo de ningún modo puede entender como equivalente al éxito de la Argentina. Serán (y están siendo) las corporaciones de raigambre local (el propio grupo Macri en primer término, y otros armados de negocios como el Grupo Clarín, los que se beneficiarán  (se están beneficiando) con el cambio, el cual les permite (les está permitiendo) competir globalmente gracias a la ventaja significativa que supone el haber logrado apropiarse directa o indirectamente de los recursos del Estado y los recursos comunes (agua, tierra, energía, minerales, tecnología comunicacional, etc.) y de sus instituciones de proyección regional, que lo convierten en una fuerza geopolítica destacada. 

De allí que el imaginario que el macrismo puede articular de sí mismo (sin hipocresía) es notable (y hasta cierto punto veraz). El macrismo se entiende a sí mismo como una fuerza modernizadora, y proyecta a su presidente como una suerte de héroe o visionario dispuesto a realizar los sacrificios que impone ese modelo (sin reparar en costos). Macri piensa a Argentina como un entramado societario, corporativo y no como una nación-estado. 

No hace falta decirlo, un plan de estas características no es descabellado, aunque sea perverso y peligroso para todos nosotros, porque pasamos de ser ciudadanos a convertirnos en carne de cañón del poder. 


El espejo de Europa


Pienso en los nuevos Estados de la Europa del sur de la Unión como ejemplos de esa dinámica: 

  1. la soberanía es delegada en los temas centrales (el poder lo tiene la troika): en las elecciones la población discute políticas que no está en sus manos modificar; 
  2. los partidos políticos juegan la pantomima del soberano, aunque en realidad son meros cohortes de capataces al servicio del poder corporativo que, al estar fragmentado y en guerra fratricida,  
  3. impone a las poblaciones una experiencia de ansiedad y ajuste perpetuo que va destruyendo el tejido social e imponiendo una lógica de pura competencia en todas las dimensiones de la vida que, en un espiral vicioso, profundiza el socavamiento de las lógicas democráticas de la libertad, la igualdad y la fraternidad.  

ELYSIUM. ¿EL SILENCIO (ESPIRITUAL) ES SALUD?

Fotograma de la película Elysium.


Una visita a Elysium


Imaginemos una sociedad como la que se describe en la película estadounidense Elysium, dirigida por Neill Blomkamp y protagonizada, entre otros, por Matt Damon y Jodie Foster. Recordemos el escenario que nos plantea el film futurista. El planeta Tierra está superpoblado, sufre las consecuencias de la masificación extrema y la contaminación. Los habitantes de la Tierra están sometidos a la voluntad de las élites de Elysium, un barrio cerrado, entorno espacial, en el cual se refugian los humanos privilegiados que se han beneficiado de un modelo económico a través del cual han logrado, gracias al avance tecnológico, construir un hábitat seguro y un sistema sanitario que los protege de la enfermedad y los peligros del deterioro medioambiental, y de la violencia que produce la injusticia, promoviendo una vida cuasi-inmortal.

La población de Elysium, protegida por fuerzas de seguridad robotizadas, está inmersa en una vida de goces hedónicos y culturales, indiferente a la suerte de quienes viven fuera de su hábitat. El entretenimiento y la espiritualidad les permite vivir de espaldas al mundo del cual son ineludiblemente dependientes (mano de obra barata y recursos naturales indispensables). 


Sin embargo, se ha desatado una crisis (no se especifica en el film, pero se deja entrever que es multidimensional: financiera, económica y social – los inmigrantes y el descontento en la Tierra es uno de los factores determinantes) que amenaza la sustentabilidad del estilo de vida que promueve Elysium para sus habitantes.

Sabemos que la política de Elysium se ha caracterizado por la paradójica combinación de (1) una concertada estrategia de explotación indiscriminada de los recursos humanos y materiales de la Tierra que se ha traducido en una dolorosa desigualdad; y (2) un cínico compromiso con los derechos humanos que hace las veces de autocomprensión identitaria de los habitantes de Elysium, quienes a través de ese relato de libertad y respeto a la justicia pueden justificar su estilo de vida frente a la barbarie, delincuencia y terrorismo que los rodea.

Pero las circunstancias dejan al descubierto la superficialidad de ese compromiso cuando Jessica Delacourt (Jodie Foster), quien encarna a una política “realista” dispuesta a convertirse en una “mano de hierro”, decide violar las normas institucionales aliándose con John Carlyle (William Fichtner), CEO de la empresa Armadyne – la cual provee en carácter de contratista los servicios del Estado – para imponer una dictadura que le permita aplastar la rebelión de pobres e inmigrantes sin dar cuenta de sus actos, en una suerte de estado de excepción.

En muchos sentidos, la película es una fiel ilustración de nuestra coyuntura global: (1) un mundo caracterizado por la desigualdad extrema, cuyo equilibrio y gubernamentalidad se funda en una afilada política de seguridad represiva basada en la enorme ventaja tecnológica de los poderosos; (2) la existencia de una élite social y económica protegida por políticos tecnocráticos que defienden sus intereses, cuya legitimidad se construye a través de un compromiso de boquilla (siempre revisable en función de otras prioridades prácticas) con los derechos humanos; y (3) una ciudadanía privilegiada absorta en sus propios goces de consumo y espiritualidad.

La Argentina consumista y espiritual


Ahora bien, lo que me interesa en esta nota es pensar en este último punto, con el fin de establecer la complicidad manifiesta de esa ciudadanía absorta en sus goces hedónicos, materiales y espirituales, en la injusticia, la violencia y la exclusión que conlleva el empecinamiento por mantener su estilo de vida.

Para empezar, tenemos que cancelar la falsa distinción entre las actividades consumistas consideradas mundanas, el goce de placeres sensoriales a los que accedemos a través del dinero, u otros goces más sofisticados como el que nos provee el arte o la espiritualidad cuando son interpretados como vías de acceso a horizontes de belleza y de libertad (entendidas en ambos casos de manera filistea) que en realidad suponen una suerte de “huida del mundo”.

Cuando la ciudadanía se convierte en mera población consumista, la distinción entre (1) la alienación que supone el acceso a los bienes de lujo (acompañada de la falsa experiencia de libertad que nos provee nuestra capacidad de compra) y (2) la alienación que trae consigo el ejercicio espiritual de “huida del mundo” (acompañada de la falsa experiencia de libertad que nos provee la capacidad de “fortalecernos” en nuestra “interioridad”), resulta superficial.

El escenario que propongo donde probar mis hipótesis es la Argentina contemporánea. Cualquier otro lugar del mundo serviría para mis propósitos. Sin embargo, la utilización de la Argentina actual como escenario de constatación tiene algunas evidentes ventajas.

Los paralelismos con el mundo imaginario de Elysium son notorias. Por un lado, la desigualdad crónica que aqueja al país, especialmente a partir de mediados de la década de 1970, cuando la dictadura militar dio comienzo a un programa de neoliberalización de la economía inspirado en los llamados “Chicago Boys” que necesariamente iba acompañada de la destrucción del tejido social con el fin de facilitar su imposición, una sistemática estrategia genocida de desaparición de personas, apropiación de niños y exclusión masiva (con deportaciones forzadas de inmigrantes incluidas, con complicidad de otras dictaduras latinoamericanas de la época que compartían su mismo sesgo ideológico). El gobierno de Mauricio Macri es heredero de esa tradición, que volvió a imponerse, puesta al día, durante el menemismo y el delarruismo y que ahora regresa al país con el mismo beneplácito de una parte de la ciudadanía que aplaudió los tanques, festejó la reelección del Menem ucedeista y votó masivamente a la Alianza llevando al país a la debacle del 2001.

En segundo término, también es notoria la existencia en nuestro país desde la recuperación de la democracia, de una élite política y social que ha intentado minimizar o resistir las políticas más extremas de explotación y exclusión, armada con la retórica de los derechos humanos, entendidos estos en el marco de la justicia social y una representatividad política ampliada. Esta política “humanitaria”, comprometida con el reconocimiento, la redistribución y la representación, ha mostrado sin embargo su fragilidad (e incluso su superficialidad material) al perder las últimas elecciones de 2015 debido al programa de mínimos que presentó en aquella ocasión que fue incapaz de seducir a una ciudadanía cooptada por un malestar de época, y la promesa mentirosa dirigida a las clases medias (hasta ese momento ascendente) ilusionadas con la perspectiva de acceder a Elysium, para luego constatar que su destino era en realidad ser arrojadas a las alcantarillas de una Tierra contaminada y violenta.

La espiritualidad como "huida del mundo"

Al consumo de viajes y bienes que enloquece a quienes han sobrevivido el ajuste se suma la pasión espiritual de autoayuda e “inversión” interior. Los argentinos que se benefician con la crisis o aquellos que aún se mantienen a flote y a quienes favorece un "mercado cambiario atrasado”, quieren blindar sus almas frente a la inmundicia, injusticia y violencia que los rodea. La meditación y el yoga se han convertido en una oferta atractiva para un electorado obligado a concurrir a las urnas por las leyes, que prefiere vivir de manera apolítica.

La meditación y el yoga prometen a sus practicantes amateurs descubrir el mundo interior. Los más avanzados practicantes sostienen exactamente lo contrario: la interioridad es una construcción egocéntrica que debe ser desmantelada para que podamos regresar al mundo.

Sin embargo, con la superficialidad que caracteriza nuestra cultura de masas, las técnicas espirituales son reconvertidas en herramientas de “fortalecimiento” de los egos, con el fin de proteger a los privilegiados de la sucia tarea de confrontar la ilegitimidad de sus estilos de vida en vista a la desigualdad y exclusión que supone su diferencia.

El carácter antipolítico, antidemocrático de la espiritualidad que se asume acríticamente ha sido constatada recientemente entre los adeptos estadounidenses a la cultura asiática del cuidado de sí, que han descubierto espantados que su arrogante indiferencia ante el mundo, lindaba con la complicidad en la emergencia de un nuevo fascismo.

Wittgenstein mostró que lo que no puede decirse no debería decirse de ningún modo, dando a entender que debemos estar abiertos a la escucha. El compositor estadounidense John Cage, en el segundo movimiento de su obra 4’ 33’’ (originalmente conocido como 0'00'') muestra que el silencio tiene una enorme cualidad expresiva, la que da lugar a la expresión de lo otro. 

En esa dirección, mi pregunta a los consumidores privilegiados y a los espirituales de la nueva ola que hoy se refugian silenciosos tras las murallas con las cuales protegen sus transitorias interioridades del barullo y la injusticia del mundo que los rodea: 

¿Qué dice vuestro silencio? ¿Dice “salud”? ¿O permite la escucha del llanto de los que sufren?

EL ENEMIGO ES EL PUEBLO.

Lula, fichado por las DOPS en 1980, después de las huelgas lideradas por el sindicalista.

Encarcelar a un pueblo

Inácio Lula da Silva fue condenado por un tribunal de primera instancia a 9 años y medio de prisión. La condena está basada en escasas pruebas y sospechosos procedimientos. La decisión pone en suspenso la posibilidad de un cambio político en el país a través de un genuino proceso eleccionario. Lula, el candidato favorito según todas las encuestas para las próximas elecciones, enemigo declarado del poder fáctico, ha sido convertido por la justicia, en un proceso viciado, en un proscrito político. 

Después de la destitución de Dilma Rousseff a través de un golpe judicial-parlamentario, y la evidencia que supone la implementación del programa político que lleva a cabo el actual presidente, se desnuda la estrategia corporativa en el país. 

La democracia real no sienta bien a las élites neoliberales. Lo constatamos diariamente en Europa, y también en otros lugares del planeta donde los gobiernos autoritarios (de facto o de iure) acompañan las políticas regresivas en términos de derechos sociales, económicos y medioambientales (recortes a los derechos de los más vulnerables; destrucción del poder sindical e implementación de políticas laborales que violan de manera directa los derechos laborales básicos; apropiación de los recursos naturales comunes como la energía, los recursos mineros, las tierras y el agua, etc. por parte de las grandes corporaciones multinacionales; recortes flagrantes a las medidas de protección del medioambiente y su impacto en la población a favor del laissez faire frente a la actividad de las coporaciones en las áreas más sensibles), con flagrantes violaciones a los derechos civiles y políticos (recortes a la libertad de expresión, encarcelamiento de opositores, espionaje masivo de la población, represión brutal ante la protesta social, etc.).

Nuevos dispositivos de poder

Latinoamérica ha sido una región marcada históricamente por golpes militares y campos de concentración. Hoy la estrategia de las élites se renueva con nuevos instrumentos de dominio y explotación. La novedad es la destitución y "ejecución judicial sumaria" a sus líderes populares y sus militantes políticos y sociales que surge de una condena mediática que prepara el terreno a nivel local y global.

Con el higiénico bisturí que ofrecen las cortes judiciales neoconservadoras al servicio del proyecto neoliberal, y la acerada hegemonía del poder mediático concentrado en unas pocas manos, Latinoamérica vuelve a vivir su destino de explotación neocolonial.

Para quienes aún discuten la historia, y se niegan a reconocer la alianza civico-militar que caracerizó a los genocidios del pasado, la actual encrucijada demuestra claramente el carácter criminal de las élites del continente y sus socios internacionales.


Reforma laboral en Brasil

Mientras se condenaba a Inácio Lula de Silva en las salas de justicia, el congreso brasileño aprobaba una nueva ley laboral para el país en el cual el expresidente Lula logró la asombrosa hazaña de rescatar de la pobreza a 40.000.000 de compatriotas (numéricamente la totalidad de la población española) en un país marcado por la multidimensionalidad de sus retrasos políticos, sociales y culturales. 


La ley aprobada convierte al "proletariado" en el mercado laboral brasileño en una copia de los mercados que Occidente denuncia en China y otros países asiáticos, donde se promueve una abierta explotación humana que linda con la esclavitud. 

Algunos de los más destacados rubros de la escandalosa ley aprobada por el congreso que destituyó a Dilma con gesto de notorio autoritarismo y reivindicaciones de las dictaduras de décadas anteriores, son:
  1. Posibilidad de extender la jornada laboral a 12 horas.
  2. La creación de la nueva figura del "trabajador autónomo exclusivo", que presta servicio a un solo "patrón", pero al que no se le reconoce vínculo laboral permanente.
  3. La decisión que las convenciones colectivas de las empresas estén por encima de la legislación vigente a nivel nacional en lo que respecta a vacaciones pagas y pausas de descanso.
  4. Y la cancelación de la obligatoriedad de la sindicalización de los trabajadores. 

Los europeos y la explotación extramuros

Los diarios españoles que representan al establishment, los cuales se han llenado la boca con denuncias contra el gobierno de Nicolás Maduro y su antecesor Hugo Chávez durante años sobre violación de derechos civiles y políticos, periódicos que en los últimos años se han ocupado de festejar y promover a los gobiernos neoliberales surgidos en la última etapa, abierta o veladamente festejan la decisión del Tribunal y la nueva dirección neoliberal que el Parlamento brasileño impone al país. 

No es para menos, sus socios corporativos (las entidades financieras y empresariales con raigambre de sus sedes centrales en el país) han invertido en la recuperación del terreno perdido durante el cambio de siglo frente a los llamados gobiernos progresistas. 

Todo lo que no se "gaste" actualmente en políticas sociales favorece a los nuevos socios de los que dependen las llamadas "inversiones" que adoptarán velada o explícitamente procesos de reprivatización o inversiones basadas en la garantía de regresar al modelo de los 90 en los cuales las ganancias de las empresas españolas dependía de la pauperización de la población local. 

Todo lo que se ahorre en derechos laborales es dinero que sobra para seguir alimentando la "bicicleta financiera" que está emergiendo de manera vertiginosa como una nueva estrategia de reendeudamiento de los países periféricos. Con ello parece abrirse una nueva fase de dominio neocolonial en una época peligrosa en la que el mundo se encuentra en guerra por los recursos naturales, el dominio de la información y el blindaje institucional, y los errores de cálculo o las decisiones sesgadas condenarán a las generaciones futuras a una vulnerabilidad alarmante.

Justicia y medios en Argentina

Lo que ocurre en Brasil no es ajeno a lo que ocurre en estos días en otros países del continente. 

Como señaló la Procuradora General de Argentina, la Dra. Alejandra Gils Carbó - atacada de manera beligerante por el oficialismo que pretende poner en su lugar una persona "de su confianza" que defienda sus intereses - la persecusión política de opositores y la injerencia sistemática del gobierno en la justicia ha convertido al gobierno de Macri en una amenaza directa contra el estado de derecho. 

El silencio atronador de estas violaciones sistemáticas de los derechos fundamentales en el viejo continente, mientras prosperan las denuncias y las notas de impacto de lo que ocurre en el país caribeño conducido por Nicolás Maduro, vuelve a poner en evidencia la complicidad del establishment empresarial, académico y cultural europeo con los regimenes oprobiosos en América Latina. "Venezuela", su uso y abuso, es el único nombre que parece indignar al europeo medio. Lo cual prueba que, pese a que ha corrido mucha agua bajo el puente, Europa sigue siendo la Europa de siempre. La de la civilización autoconvencida de defender y encarnar los derechos humanos, que simultaneamente los viola sistemáticamente a través de terceros impuestos, y encuentra en la defensa hipócrita de ejemplares que su intelectualidad se encarga de universalizar, justifica su pretendida superioridad moral.  

Amparado por las grandes corporaciones mediáticas, como el grupo Clarín (al cual el gobierno de Macri ha respondido obsequiándole con todos sus caprichos, poniendo en entredicho la libertad de información de la ciudadanía) el programa de ajuste y reprimarización de la economía que impulsa el gobierno con el apoyo de la banca internacional y los organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, amenaza con arrancar de raíz las conquistas democráticas que florecieron durante los últimos años. La lucha contra la corrupción se ha convertido en la justificación del saqueo concertado del estado y la destitución de la ciudadanía. 

La sospechosa avanzada judicial contra Cristina Fernández de Kirchner y otros funcionarios del gobierno kirchnerista en pleno período electoral, y el empecinamiento por no ceder frente a las presiones internacionales en lo que concierne a la detención de opositores políticos y militantes sociales como Milagro Sala, señala que lo que acontece en Brasil no debería resultar indiferente a la población argentina. 

Como ocurrió en otras épocas, las derechas regionales actúan en concierto y con el beneplácito de las derechas globales. 

GLOBAL CITIZEN. EMBLEMA DE CINISMO


Mauricio Macri quería bailar y cantar, eso fue lo que dijo. Era su oportunidad para mostrar sus cualidades en estos rubros. Sin embargo, tuvo que hablar, y dijo en Hamburgo lo que difícilmente pueda defender en Buenos Aires. Habló de la educación y de la pobreza como si fuera un líder progresista, y como respuesta a su cinismo recibió una ovación por parte del ejército de privilegiados que generan riquezas alegrándole la vida a los más ricos entre los ricos, y manteniendo a raya con su cultura parlanchina a las masas empobrecidas y estresadas. 

Arropado desde el día 1 por los representantes más encumbrados del neoliberalismo europeo, quienes lo tildan aún como "una esperanza para América Latina" para enfrentar el "cuco del populismo", Macri recibe en Europa por parte de políticos y economistas, de empresarios y banqueros un espaldarazo, y la dulce melodía de los representantes de una cultura afiebrada y enclenque que se mofa de los antagonismos y espera pacientemente recuperar el privilegiado acceso al capital originario que rindió su colonialismo de antaño en el nuevo mundo, o la fabricación de sus propias favelas en el propio continente donde manufactura su excepcional plusvalía.

Después de haber creado, en apenas año y medio de gobierno, más de 1.500.000 nuevos pobres y 500.000 nuevos indigentes (según las estimaciones más simpáticas), lo cual contrasta con sus arengas apasionadas durante la campaña en pos de la "Pobreza 0"; después de haber causado despidos masivos en el Estado, estigmatizando a funcionarios y trabajadores a través del aceitado aparato mediático que lo secunda; después de haber promovido y protegido el despido masivo de trabajadores en el sector privado con números que rondan los 600.000 trabajadores, y haber atacado de manera bochornosa las paritarias (los convenios colectivos) para manufacturar una flexibilización laboral, acompañada de una completa transvaloración de la justicia en este rubro (convirtiendo a los empresarios en víctimas de los trabajadores, blindándolos ante el costo que supone para ellos los despidos o los accidentes laborales); después de haber logrado en solo 1 año y medio de gobierno aumentar el desamparo de las familias más vulnerables hasta niveles ominosos, pateándole el tablero a los jubilados, pensionados y discapacitados que se han visto del día a la noche convertidos en lacras sociales; después de haber causado estragos en el sistema de salud y la educación; y estigmatizado a los jóvenes, como delincuentes o desechables (estudiantes e investigadores); después de haber convertido las calles del país en una confrontación social permanente, militarizando a la policía y reprimiendo salvajemente a los grupos más desfavorecidos por su política económica y social que legítimamente protestan ante la embestida sin freno de un gobierno de ricos, para ricos y por los ricos; después de haber dinamitado el consenso en torno a la inmigración y nuestro encaje regional y haber regresado a la Argentina al rol de capataz de los poderes globales; después de todo esto, Macri viaja a Hamburgo y aprovecha el circo mediático para manifestarse a favor de la justicia social mientras baila el conga-conga con Shakira y otros "Global Citizen(s)", delincuentes fiscales habituales, que se desviven para ofrecer al capitalismo salvaje la cosmética que necesita para seguir sometiendo a las mayorías a sus políticas de injusticia, inequidad y completa ausencia de verdadera solidaridad. Recordemos que Shakira, por esas carambolas del destino, tiene con Argentina curiosas conexiones. Hoy baila y canta con Mauricio Macri. En el pasado lo hacía con el hijo y jefe de campaña del expresidente Fernando de la Rúa, el que huyó en helicóptero de la Casa Rosada debido a la rebelión del mismo pueblo, entonces enardecido, que lo había llevado a la presidencia. De la Rúa había impuesto un brutal programa neoliberal, era aplaudido por las élites globales, tenía en su gabinete al maestro de los actuales responsables económicos, y como su antecesor, Saul Menem, se jactaba de ser parte de la crema de la sociedad global. De la Rúa llevó a la Argentina a una crisis terminal y a un abismo institucional.

La Europa de los bancos (la Europa "real" y "realista" que hoy padecen los europeos); la Europa de los ajustes y las condonaciones masivas de deuda a la banca financiera; la Europa de la troika y de la represión; la Europa de la falsa democracia manufacturada en Bruselas; la Europa que mete miedo con el populismo, pero modela a fuego lento a la xenofobia y a la derecha retrógrada como alternativa al retorno de una pequeña cuota de redistribución de riqueza y reconocimiento; la Europa que mira con cara de perro las reivindicaciones ciudadanas; esa Europa engalanada y neocolonial está feliz con Macri y sus  políticas de ajuste y reendeudamiento que el presidente de los argentinos asume con gusto, sin contraprestación alguna por parte del Bundesbank o el Fondo Monetario Internacional, esas mismas políticas que la Europa del norte impone a sus neocolonias bárbaras y "perezosas" (Portugal, Irlanda, Grecia y Spain - los famosos "PIGS").

Con su bandera de "Global Citizen" y sus 50 cuentas offshore, y su mujer elevada al trono de la frivolidad mediática, acusada de promover el "trabajo esclavo" en sus talleres de ropa para niños (Cheeky), Macri es un emblema de lo que defiende y promueve el G20, un emblema del cinismo de una globalización dispuesta a terminar con la democracia y los derechos humanos si estos ideales se convierten en un obstáculo para su agenda corporativa.

NO ME DIGAS QUE SOMOS UN PUEBLO

Milei viaja a España para apoyar a la extrema derecha, a esa derecha franquista y neoliberal que busca derrocar al gobierno de Pedro Sánchez...